El «ilicitano adoptivo» Pablo Casado no podía acabar la campaña electoral en la que aspira a convertirse en presidente del Gobierno de España sin pasar por Elche para ver a su «familia política», concepto éste con significado doble. Por un lado se refiere a sus suegros, los padres de su mujer -que esta vez no pudo estar presente en la visita-, y por otro lado a sus simpatizantes incondicionales que le arroparon en la céntrica Glorieta. Todo muy casero, todo muy familiar. A punto de acabar la campaña electoral, una jornada que comenzaba en Barcelona y debía acabar en Murcia, tuvo parada obligatoria en Elche. La cita no figuraba en la agenda oficial del día, pero una llamada de Pablo a Pablo, de Casado a Ruz, obligó a programar con cuatro horas de margen un acto público, en pleno centro de Elche, donde el líder popular sabía que iba a recibir un buen baño de masas horas antes de ir a votar, al tiempo que el PP de Elche se marcaba un tanto al conseguir que el candidato a vivir en La Moncloa saludara, besara y se fotografiara allí con decenas de militantes muy crecidos.
Con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) calientes, donde se anunciaba la destrucción de 94.000 puestos de trabajo en el peor primer trimestre del año desde 2013, Pablo Casado tenía un flotador perfecto al que amarrarse horas después del golpe de la última fuga de un dirigente del PP, el presidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, que abandona las filas populares para integrarse en Ciudadanos. Según Casado, mientras «unos cambian de opinión, no son fiables y son chaqueteros», otros como el PP crean «millones de puestos de trabajo» que luego «llega el PSOE por la puerta y el empleo salta por la ventana».
Con ese argumento de base, un micro inalámbrico, 300 simpatizantes gritándole «presidente» y el consiguiente repaso por el cuarteto formado por Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Otegi y los separatistas catalanes el líder del PP contó una conversación «doméstica» al explicar que «esta mañana (por ayer) le he dicho a mi mujer que cómo no iba a acabar la campaña sin venir a mi casa, a mi tierra». Y dicho y hecho. Un par de gestiones y... «a comer un arrocito en el Huerto del Cura», frase textual de Pablo Casado que en la hora que le quedaba libre dio un paseo hasta la Glorieta donde le esperaban todos los militantes que el PP de Elche pudo reunir en apenas unas horas, más aparte un buen número de curiosos y transeúntes que pasaban por allí y se encontraron con un candidato a la Presidencia del Gobierno de España.
Un aspirante que no dejó alabar los valores de la ciudad de las palmeras, de la que vaticinó que estará bien representada en Madrid gracias a las candidaturas al Congreso y al Senado que «preparamos Isabel Bonig y yo», como también habrá partidas en los Presupuestos Generales del Estado para atender las demandas de Elche. Y claro, en clave municipal ya situó a Pablo Ruz como próximo alcalde ilicitano. Como la situación lo requería, Casado aprovechó la coyuntura para pedir al voto a «todos los españoles» en torno al PP para evitar que la ley electoral penalice la fragmentación del voto entre los «constitucionalistas», de derecha y de izquierda. El mismo mensaje lanzado en el mitin central de Alicante el «super sábado 20», en busca también del voto imposible de los «socialistas avergonzados».
Rumbo marcado
Y con este rumbo marcado, Casado no tuvo reparos en recuperar aquellas tres palabras que en 1994 el entonces líder de la oposición José María Aznar le lanzaba repetidamente a Felipe González, el «váyase señor González». Pues de aquella proclama parlamentaria, ayer se pasó al «váyase señor Sánchez». Después de señalar que en estos últimos días de campaña no se pueden publicar encuestas, el candidato del PP afirmó a sus fieles que «vamos bien» y que «la remontada había empezado». Antes de volver a encaminarse los coches que le esperaban en la zona de tráfico restringido contiguo a la Glorieta y de volver a pasar por un maremágnum de fotos, abrazos y cariños, Pablo Casado acabó su intervención con una novedad. Antes de pronunciar el habitual «¡Viva España!» lanzó un oportuno «¡Viva Elche!». Casado apuraba la sobremesa en casa.
Cambios de agenda para no faltar a la cita con su líder
El encuentro-café con militantes en Elche que se sacó ayer de la manga Pablo Casado descolocó las agendas de los candidatos del PP que consumían las últimas horas de campaña. Al saltar la noticia, todo el mundo cambió la ruta para estar en la Glorieta, a los pies de su líder. Entre los que más kilómetros tuvieron que hacer estuvo el número uno al Congreso, César Sánchez, que de Muro fue a Elche para volver a Alcoy donde tenía un mitin. Por cierto, en la ciudad de las palmeras se encontró con Adrián Ballester, otro aspirante a la «batalla» por la Diputación.
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