Ximo Puig y la centralidad política

El president de la Generalitat Ximo Puig, durante su discurso.

El president de la Generalitat Ximo Puig, durante su discurso. / GERMÁN CABALLERO

Gerardo Muñoz

Gerardo Muñoz

La grave y larga crisis económica iniciada en 2008, que provocó todo un repertorio de recortes, y las reiteradas noticias de casos de corrupción entre algunos gobernantes, devaluaron la política a los niveles más bajos conocidos desde la transición democrática. 

Coincidiendo con la reducción de los gastos sociales que se impusieron desde Europa y que los gobiernos de Rajoy llevaron a cabo sin contemplaciones, la codicia de algunos políticos originó la creación de un sistema de financiación irregular de sus partidos que les permitió, además, entregarse a un alocado y obsceno enriquecimiento personal, erosionando la confianza que la ciudadanía todavía tenía hacia la clase política.

Esta desafección se pronunció aún más en la Comunitat Valenciana, donde vivimos años de derroche y de bochornosa corrupción, una triste imagen que se proyectaba hacia el exterior.

Afortunadamente, esta imagen de desazón y de vergüenza ya está superada y casi olvidada, debido a la gestión realizada durante los últimos ocho años por Ximo Puig al frente de la Generalitat Valenciana.

Es cierto que aún subsiste un rechazo visceral y marginal hacia la política de la que se sirven algunos grupos de iluminados y oportunistas para intentar entronizarse, pero lo cierto es que la inmensa mayoría de la ciudadanía de la Comunitat Valenciana ha visto con alivio cómo durante estas dos últimas legislaturas la gestión desarrollada por el president Ximo Puig ha rescatado el valor de la buena gobernanza, del arte de la política entendida en el sentido aristotélico de interrelacionar los problemas reales con los ideales, las leyes y el respeto mutuo.

El president Puig ha sepultado la corrupción en el baúl de los amargos recuerdos y ha instalado una cultura de transparencia con prácticas honradas y medidas netamente sociales. Ha demostrado que, pese a tantas dificultades sufridas en poco tiempo (gotas frías, pandemia, crisis económica por la guerra de Ucrania) es posible ejercer el poder con una perspectiva humanista, seria, conciliadora, respetuosa.

En una época en la que los bulos (las llamadas fake news) envenenan con odio la convivencia, Puig aborda los temas que preocupan a la sociedad valenciana desde una postura mesurada, constructiva, con intención de alcanzar soluciones viables y equitativas, procurando actuar desde una situación de centralidad política.

Pero, ¿qué es la centralidad política? Hace muchos años, creo recordar que en 1986, en una conversación que mantuve en una cena con Adolfo Suárez y Rafael Martínez-Campillo, el expresidente del Gobierno dijo algo así como que el centro político era mucho más que una posición situada equidistante de la izquierda y la derecha (calificada de vaga y carente de principios por los rivales), sino una manera de encarar los problemas de la sociedad, sin dogmatismos, capaz de aceptar ideas valiosas que sirvan para garantizar un consensuado progreso individual y colectivo. No viene ahora al caso extenderme con lo que se habló acerca del centro político, pero recuerdo que en ningún momento se mencionó la centralidad política, seguramente porque era un concepto aún desconocido.

En la actualidad, el concepto de centralidad tiene diferentes usos de acuerdo al contexto. En política, alude a aquellos temas que dominan la agenda y a la importancia que tienen para solucionar problemas sociales y mejorar la calidad de vida de la población. Es decir, independientemente de su ideología, un gobernante ejerce una centralidad política cuando domina los temas sobre los que se habla y se actúa.

Ximo Puig ha gobernado estos años atrás desde la centralidad política y pretende seguir ejerciéndola durante esta campaña electoral, a pesar de que es bien sabido que, tradicionalmente, la mayoría de los candidatos hablan de todo menos de las necesidades reales de la gente. Pero estoy seguro de que él no se dejará arrastrar por el ruido, las provocaciones, los insultos. Ximo Puig continuará centrando el debate en lo que importa, las cuestiones públicas que más interesan a la ciudadanía.