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Navarro dice que Amor es lo mismo que el PP y clama: «No quiero pactar, quiero ganar»

El alcalde vuelve a mostrar su cariz más izquierdista, arremete contra la banca y anuncia una «bomba» de fin de fiesta: Hacienda permite a Benidorm invertir 5 millones en un plan de empleo

Navarro, con un ramo de claveles, junto a Leire Pajín anoche en Neptuno. JOSÉ ÁNGEL FLORES

Fiel al tono de los últimos días, el candidato del PSOE en Benidorm, el alcalde Agustín Navarro, cerró anoche la campaña ante una plaza de Neptuno abarrotada volviendo a mostrar su cariz más progresista. Dijo que para el próximo mandato quiere profundizar en sus políticas de izquierda y que para eso necesita librarse de ataduras. Es decir, no volver a pactar con un partido de centro-derecha como durante esta legislatura, en la que se vio obligado a compartir gobierno con los Liberales de Gema Amor. Navarro lo resumió con un par de frases de esas para la historia. La primera, rotunda: «No quiero pactar. Quiero ganar».

En la segunda, jugó con la cercanía de los lugares escogidos por sus tres grandes rivales -Amor, el popular Toni Pérez y el líder de Ciudadanos, Rafa Gasent- para clausurar sus respectivas campañas: «aquí a mi derecha -explicó, señalando con su brazo hacia para la parte baja de Benidorm- están los tres casi juntos dándose codazos porque los tres son lo mismo». Ahora bien, consciente de que en realidad a partir del domingo puede necesitar a Gasent o a Amor para pactar, eludió atacar directamente a ambos. Sí arremetió, claro, contra Pérez: de él, subrayó que «el pasado no puede ser el futuro», recordó que lleva 18 años en política y que gobernó durante la época de los sobrecostes del PP o la Copa Davis; y le afeó su silencio cuando un senador popular comparó a Benidorm con Sigüenza. Antes, el número 3 de la candidatura, Rubén Martínez, había emplazado directamente a Pérez a que se fuera a vivir a esa localidad castellana.

Entre estéticas de banderas encarnadas y claveles, lo del «cariz rojo» de Navarro se justificó también por otras cosas. Insistió en que el PSOE es la única opción válida de izquierdas en la ciudad y de hecho minusvaloró, aunque sin nombrarlas, la potencia de otras dos fuerzas de ese espectro ideológico: Compromís -cuyos seguidores «sólo caben en un microbús»- y Sí se Puede -«que sólo caben en un taxi». Y agregó que si vuelve a gobernar hará lo que hacen los genuinos progresistas: «empleo, empleo y empleo». «Si tengo que renunciar a poner un ladrillo de una calle para sacar de la cola del paro a un parado lo haré».

Al respecto, Navarro se guardó para este fin de fiesta toda una bomba: sacó de su chaqueta una carta en la que el Ministerio de Hacienda le da permiso para invertir en un plan de empleo municipal, que podrá financiar con 5,4 millones de euros para pagar 900 euros mensuales a mil personas durante medio año.

Y aún más a la izquierda, prosiguió su cruzada contra la banca: advirtió de que el Ayuntamiento dejará de trabajar con aquellas entidades que se nieguen a pactar una bolsa de pisos para los vecinos desahuciados. Antes, la número dos, Cristina Escoda, había acusado al PP de ignorar este drama social.

Navarro volvió a denunciar acoso judicial y también político -«me han atacado por tierra, mar y aire, han ido a por mi familia, pero no podrán conmigo»-; defendió su honestidad; pidió, esta vez sí, el voto para Ximo Puig; y agradeció la presencia en el acto de la exministra Leire Pajín.

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