Barceló se queda: busca liderar la oposición sin ceder en el pulso a Franco

La exconsellera asegura que será la portavoz, pese a la derrota electoral del PSOE en Alicante, y subraya que no aceptará interferencias del partido

Ángel Franco gesticula mientras Ana Barceló atiende a los medios, en la plaza del Ayuntamiento

Ángel Franco gesticula mientras Ana Barceló atiende a los medios, en la plaza del Ayuntamiento / ALEX DOMINGUEZ

C. Pascual

C. Pascual

El enésimo fracaso electoral del PSOE en la ciudad de Alicante, que no solo no ha conseguido el objetivo de desbancar a Luis Barcala de la Alcaldía de la capital de la provincia, sino que ha perdido en el camino a uno de los concejales que ha tenido este mandato, pasando de nueve a ocho, mientras que los populares se han disparado hasta rozar la mayoría absoluta, no ha causado mella en la que ha sido la alcaldable socialista, Ana Barceló. Todo lo contrario, según admite su entorno. La que fuera consellera de Sanidad durante la pandemia de covid-19 tiene decidido seguir en la tarea que le encomendó el PSPV hace apenas unos meses, cuando ya era tarde, aunque ahora fijando la meta a cuatro años vista, lo que en política es todo una eternidad, y más en el turbulento PSOE de Alicante. No hay tiempo para la autocrítica ni para los lamentos. «Toca trabajar ya», añaden.

Para ello, en ese objetivo de intentar devolver la Alcaldía al eje progresista en 2027, Barceló tiene más que decidido recoger el acta de concejala que se entregará el próximo 17 de junio, en el pleno de investidura. Luego tiene previsto liderar un grupo municipal de «fieles», ya que la configuración de la lista electoral fue obra de la propia Barceló, sin dejar que el partido interfiriese en la decisión. Así, a priori, los otros siete miembros del grupo municipal deben ser de la cuerda de Barceló, todo lo contrario a lo que le sucedió, sin ir más lejos, al primer portavoz que tuvieron los socialistas tras las elecciones de 2019, Francesc Sanguino, que tuvo que lidiar con unos compañeros de partido ligados, en su mayoría, a Ángel Franco, al exsenador que lleva más de dos décadas moviendo los hilos del socialismo alicantino, pese a que ahora no figura en ningún órgano de poder a nivel local.

El grupo socialista, si no se produce alguna baja, estará formado por Emilio Ruiz, Silvia Castell, Eduardo Rodríguez, Trini Amorós, Miguel Castelló, Victoria Melgosa y Raúl Ruiz. Con todo, entre ellos hay ediles que repiten, como Amorós y Ruiz, que han sido por momentos «soldados» de Franco en Alicante.

En el entorno de Barceló dan por hecho que habrá intentos de desestabilizar el grupo municipal a lo largo del mandato. No sería nada nuevo. Por ahora, las cuentas salen, aunque los equilibrios de fuerzas pueden variar con el paso de los meses, como sucedió el pasado mandato, con idas y venidas constantes.

Antes de llegar a ese río, el grupo municipal tendrá que elegir al personal de confianza, cuyo número todavía se desconoce. Dependerá del alcalde de Alicante, que será el encargado de repartir los asesores que permite la ley entre los partidos con representación en el Ayuntamiento. En el último mandato, Barcala no fue excesivamente generoso con la oposición, y aún menos con el PSOE. Y es que mientras los grupos minoritario, con dos concejales, disponían de un sueldo a repartir, los socialistas, con nueve concejales, tenían poco más: dos salarios en total.

La elección del personal de confianza, al margen de su número concreto, ha sido en los últimos años un motivo de fricción en el PSOE alicantino. Uno más. Desde el entorno de Barceló aseguran que la decisión, ya como sucedió con la composición de la lista, le corresponderá a ella, que para eso será la cara visible del grupo municipal. Sin embargo, es habitual que la Ejecutiva también intente meter baza en la elección.

En apenas unas semanas, a priori durante el mes de julio, se verá hasta dónde llega el pulso, si lo hay, entre Barceló y la dirección del partido, encabezada oficialmente por el secretario local, Miguel Millana, pero que Franco controla en la sombra.

En la actualidad, según fuentes internas, la relación es de absoluta frialdad, tras el sonado encontronazo que tuvieron ambos durante las votaciones abiertas a la militancia del PSOE para proponer a posibles miembros de la lista. Que hubiera listas con los nombres marcados fue la gota que colmó el vaso de Barceló, que durante esa jornada protagonizó un desencuentro con Franco.

Luego llegó la confección de la candidatura municipal de espaldas totalmente al partido, a escondidas. De hecho, la relación se dio a conocer unas horas antes de que la Ejecutiva tuviera que dar su visto bueno, que al final concedió para evitar males mayores.

Sin embargo, esa tensión se ha trasladado a la campaña electoral, sin los fieles a Franco, ese «músculo» de militantes que son clave para el desarrollo de las acciones de calle en un partido bajo su control. Barceló, ante ese escenario, solo ha podido contar con los suyos, con los miembros de la lista y poco más. Y se ha notado en una campaña socialista de perfil extremadamente bajo, con menos presencia en la calle de la que pedía un objetivo de tan altos vuelos como era quitarle la Alcaldía a Barcala tras una mandato con una oposición socialistas sin excesivo trabajo de fiscalización y con una guerra interna que en nada ayudó.