Entre la indiferencia y el debate enconado, entre el hastío y la indignación y desde la necesidad de hacer algo para cambiar pero con la incertidumbre de si de verdad servirán a ello estas próximas elecciones municipales y también autonómicas.
El debate no sólo está con la familia dentro de casa, sino también en el trabajo, en los parques y plazas, en los mercadillos, en el hipermercado y la cafetería. Antes o después es inevitable empezar a hablar de política, ya sea en clave nacional o, sobre todo, local.
«¿Tú sabes lo que aprobaron ayer -por anteayer- en el Consejo de Ministros? Subir la pensión de las madres trabajadoras con uno o dos hijos. Y digo yo: ¿Cuándo hace falta más dinero, cuando se es joven y se está trabajando y con hijos o cuando se es mayor?». Nada menos y nada más que de este tema se encontraba un jubilado en una plaza de Carrús espetando a un grupo de pensionistas que a la sombra reconocían que hablan habitualmente de política.
Uno de ellos sostenía en la mano precisamente un folleto de Ilicitanos por Elche. «¿Muchos me parecen no?», señala en referencia a que salían las caras de los que acompañan a Cristina Martínez en la lista. «Treinta tienen que ser», le explica otro.
Y de ahí a la bronca, o a al menos un enfado por el encontronazo de distintas sensibilidades políticas, hay solo un paso. Así al menos lo considera un grupo de cuatro amigas sentadas ayer en la terraza de un bar-cafetería cerca de la sede de la Cruz Roja.
«Estamos cansadas un poco de la campaña ya», señala una de ellas, mientras otra cree que este año la intensidad de la propaganda está siendo igual o menor que hace cuatro años.
La mayoría de ellas afirma tener decidido el voto, y casi todas no reconocen quién es el candidato o la candidata de Compromís, Ciudadanos o de Ilicitanos por Elche. Eso sí, a Mercedes Alonso y a Carlos González sí lo conocen. «Pero es que hay tantos políticos y tantos partidos ahora...», comenta una tercera.
A todo esto sale la cocinera del bar a enterarse de qué están hablando sus clientas. «Si me meto yo en política sobra el dinero en el Gobierno», expone sin ser preguntada y con una alusión ímplicita peyorariva de los políticos que nos han gobernado.
«Cuando una se calienta, intentamos cambiar de tema y dejamos de hablar de política», significa otra de las tertulianas y que subraya que hay otros temas más interesantes y divertidos de los que hablar cuando se está con amigas.
En el mercadillo de plaza de Barcelona cada uno va a lo suyo, como es lógico, pero ayer, por enésima vez, se vieron «asaltados» por al menos cuatro partidos políticos. Las fuerzas políticas saben que tienen que maximizar recursos en grandes aglomeraciones de gente por metro cuadrado y algún votante indeciso confían en poder pescar a una semana de las votaciones.
Una chica de Podemos repartía propaganda electoral en favor del candidato autonómico. «¿Podemos? ¿Podemos qué?», rechazaba un comprador del mercadillo de plaza de Barcelona la invitación política.
«Si te conviene sí merece la pena, pero la verdad es que prometen y no hacen nada», expresa José Fernández, un vendedor del mercadillo totalmente desencantado: «Vote a quien vote va a seguir siendo lo mismo», apunta, para aseverar que sí sigue indignado en parte con los políticos.
Marina, en busca de unos encurtidos y acompañada de su madre, confirma que ésta cansada de la campaña. «No he decidido aún mi voto, pero será entre Podemos o Ciudadanos», añade casi sin ser preguntada.
Su progenitora, por su parte, no se sabe el nombre de la mayoría de los candidatos, sólo el de Mercedes Alonso, pero asevera que no quiere saber nada de ellos, desconfía, dice, tanto de unos como de otros.
Pero si hay un caso que refleja cuál es la situación real, de cómo está Elche, la Comunidad Valenciana y el país, es el de Luis Asensio. A sus 31 años tiene dos titulaciones -Relaciones Laborales, Ciencias del Trabajo- y un máster -en Relaciones Laborales-. Y está en paro. Ayer ayudaba una vez más a sus padres en el puesto de venta de ropa con una sonrisa y cierta resignación. «Le pido a los políticos que hagan más por las políticas de empleo», lanzaba como reflexión.
Reconoce que no presta mucha atención a la campaña, que en líneas generales conoce a casi todos los candidatos principales y que ya tiene decidido su voto para las locales. «Votaré a los partidos que están saliendo a la palestra porque parece que quieren hacer cambios de verdad. Sobre los que ya hay, mi opinión es dudosa», declara Asensio.
A pocos metros de allí, algunos placeros del mercado del barrio también muestran su descontento e indignación con los políticos que nos han venido representado. Muchos son muy críticos, tanto clientes como vendedores, y no suelen hablar entre ellos de política, pero en cuanto se les da el pie...
La opinión en general es de que todo esta fatal, todo es por culpa de los políticos y que aquí no se sale de la crisis salvo para unas cuantas personas.
Educación, sanidad, pensiones, falta de empleo para los hijos o nietos, el distanciamiento de los políticos de los ciudadanos... los temas son repetitivos y comunes en prácticamente todos los foros, con amigos o conocidos, con unas cervezas o en la compra.
«Sólo se acuerdan de los autónomos ahora», lamenta un placero de la plaza de Barcelona. Junto a él Reyes Pascual afirma que tiene decidido su voto, sabe de antemano que no habrá mayorías absolutas, «por lo que tendrán que discutir entre ellos», al tiempo que hace un ruego: «Si los políticos se meten en política que sea por vocación».
Miguel Marín y Toñi Esclapez, de compras por Carrús, sí se sienten concernidos por la campaña electoral, aunque sólo sea «porque se oye a los principales partidos y bastante», en referencia a la campaña callejera que las distintas fuerzas están llevando a cabo todos los días. Tienen en parte una cierta incertidumbre sobre a quién votar, algo que también le ocurre por ejemplo a María Segura, una vendedora de cupones muy en contacto directo con la gente de la calle.
«Lo de los políticos nuestros es un asco, me provoca repugnancia. Pero creo que algo están haciendo que cambie los partidos nuevos, porque los que tenemos no nos gustan», indica Segura, para seguidamente afirmar que no tiene decicido el voto, pero sí sabe que no va a votar «ni a los que están ni a los otros que estaban».
El caso es que en una mañana placentera, con un clima apacible y en sábado de compras familiares, los vecinos consultados reconocen que esta vez hay muchos partidos, más que otros años, o al menos esa es la impresión general, pero a su vez existe mucha desconfianza, no quieren tocar una tecla en falso y que luego se torne en comportamientos similares a los de partidos tradicionales y conocidos de sobra.
La política produce rechazo de entrada, cuando se pide la opinión en frío, pero luego no rehúyen el debate, mojarse, casi siempre para evidenciar su desengaño con los partidos y mostrar su esperanza de que algo, algún día, pueda cambiar en España.
Muchos aseguran tener el voto decidido y todos aseveran que acudirán a votar el 24-M. Y además no sólo pensando en clave local y autonómica. Buscan un cambio y también un mensaje claro y global.