El exceso de recursos consumidos y la forma que tenemos de generar, distribuir y gastar la energía, están a día de hoy muy alejados de los objetivos de desarrollo sostenible planteados hace 5 años por Naciones Unidas.

Pocas empresas tienen en cuenta el origen de la energía que utilizan, o la eficiencia energética en el uso de la misma. La fiebre por las renovables es un arma de doble filo, por un lado la generación a través de fuentes no emisoras de gases de efecto invernadero es un avance muy positivo frente al cambio climático, pero en muchas ocasiones supone una inversión desorbitada, por encima de las capacidades de tesorería de las PYMES, que se podría paliar con medidas de eficiencia energética tales como: sensorización, digitalización, auditorías, mejoras de las envolventes, o simplemente simulando la factura eléctrica a través de software especializado para anticiparse a cambios tarifarios como los que están aprobados por el Gobierno para 1 de abril de 2021.

El consumidor está dándose cuenta de que la huella que dejamos no es transparente al entorno y poco a poco se está produciendo un cambio en el cliente que premia a aquellas empresas que implementan políticas de sostenibilidad tangibles.

¿Qué es una empresa sostenible?

Una empresa sostenible es aquella que crea valor económico, medioambiental y social a corto y largo plazo, contribuyendo de esa forma al aumento del bienestar y al auténtico progreso de las generaciones presentes y futuras, en su entorno general.

Las Empresas Socialmente Responsables derivan las distintas escalas de valores sociales, morales o ambientales en diferentes ámbitos formando así la sociedad global. En un mismo entorno, las prioridades en relación con estos aspectos cambian a través del tiempo, es por ello que los recursos naturales se protegen con más énfasis en la actualidad que antes.

Pero la sostenibilidad aplicada a la estrategia empresarial, va más allá del cumplimiento de las obligaciones jurídicas, fiscales o laborales, siendo de vital importancia el aumento en la inversión del capital humano, el entorno y las relaciones con los interlocutores. La experiencia adquirida con la inversión en tecnologías y prácticas comerciales respetuosas con el medio ambiente sugiere, aparte de cumplir con todas las leyes, aumentar la competitividad de las empresas. Por encima de una consideración de la sostenibilidad, las organizaciones que integran este concepto en su estrategia y toma de decisiones discurren que la obtención de beneficios es el principal objetivo de las empresas, pero no su única razón de ser, y optan por una reflexión a largo plazo sobre las decisiones y las inversiones estratégicas.

Contribuyen, por tanto, a crear un marco donde las empresas puedan gestionar sus operaciones de modo que se fomente el crecimiento económico y la competitividad, al tiempo que se garantice la protección del medio ambiente y se ponga en valor el impacto social de la actividad empresarial., explican desde la Escuela de Organización Industrial.

El Desarrollo Sostenible en la empresa es, esencialmente, la sostenibilidad económica del negocio, a largo y medio plazo, y para mantener la rentabilidad económica de sus actividades productivas es necesario contemplar nuevos conceptos de riesgo y de oportunidad, asociados a los aspectos medioambientales y al impacto social de la producción o a la calidad de las relaciones laborales.

Cabe resaltar que la dirección de la empresa debe tratar de satisfacer no sólo las expectativas de los inversores, sino también a todos los agentes implicados (personas y organizaciones que tengan algún tipo de interés en sus actividades).

Una empresa que quiera moverse hacia la sostenibilidad debe comenzar con un compromiso de la alta Dirección que deberá asumir determinados valores. Todas las actividades de la empresa respetarán las pautas marcadas por dichos valores. Aunque tradicionalmente la respuesta empresarial a las nuevas exigencias de responsabilidad ambiental se ha caracterizado por considerarlas como gastos, se empieza a poner de manifiesto la posibilidad de que una gestión ambiental responsable puede derivar en impactos financieros positivos y, por tanto, encerrar oportunidades de generación de valor.

La sostenibilidad se identifica como una fuente de reducción de costes y aumento de ingresos. Además, muchas compañías consideran la sostenibilidad como un factor clave para fomentar el crecimiento en nuevos mercados con la vista puesta en la recuperación económica.