Soy un firme defensor de la Abogacía institucional porque supone un espacio común en el que defender a una profesión que necesita un compromiso continuo. Desde ese escenario hay que partir para proclamar su decisiva contribución a la paz social. En todas las situaciones de dificultades la abogacía ejerce como diario alambique de todos los conflictos personales y societarios que a sus conciudadanos les provoca la crisis, pero no desde un universo pro bono, sino desde la acomodación de los despachos a la dramática situación, en ese malabarismo del día a día que tiene como único objetivo no rendir la plaza.

Las profesiones liberales son las más golpeadas en las situaciones a las que a la sociedad se le pide sacrificios, quienes no viven de un sueldo fijo se ven abocados a lidiar con todos los problemas y con pocas o ninguna solución.

Por ello los Colegios Profesionales y en concreto el de la Abogacía nos hemos tenido que reinventar para dar servicio no solo a nuestra colegiación sino a la sociedad en general. Ni un conciudadano sin su fundamental derecho a la defensa, pero también debemos defender el legítimo derecho de nuestros profesionales a la justa retribución por el trabajo bien hecho. Para dar solución a esa dicotomía hemos de preparamos en los tiempos que vienen.

Pido por ello un general reconocimiento social para quienes dedican su tiempo a resolver conflictos, a mediar en las situaciones calamitosas producto de la enfermedad, a velar porque la seguridad jurídica no se vea afectada so pretexto del miedo frente a la pandemia, para ser la palabra de una ciudadanía a la que pertenece, porque una sociedad no es tal si pierde su derecho a la libertad o a la tutela judicial efectiva.

De ahí la importancia de la Abogacía en lo privado y en lo público. La humanidad está acobardada y hay que ser el destacamento de vanguardia para evitar que en este «confinamiento» tan mental como físico, se instale la teoría de la confusión y pongamos en tela de juicio derechos que luego son imposibles de recuperar.

Primera junta celebrada en ICALI con todas las medidas de seguridad.

En esa dualidad pública y privada los Colegios hemos de proveer soluciones para los abogados y abogadas que se resientan profesionalmente en estos malhadados tiempos, y a la vez procurar defender a la ciudadanía de la mejor manera posible. No quiero dejar pasar la ocasión para rendir tributo a los profesionales adscritos al Turno de Oficio, quienes cuando el virus asolaba pueblos y ciudades salieron a la calle para que nadie quedara sin ser defendido, poniendo en riesgo su salud, y por qué no decirlo su vida, dando un ejemplo que, en mi opinión, no ha sido suficientemente valorado.

Para terminar, pido a la Abogacía institucional y a los juristas en general, que demos señales de estar muy atentos en este tiempo de calamidades para que la sociedad no pierda, entre tanta desgracia, ninguno de esos derechos que tanto le ha costado ganar. Y si alguien quiere imponerse dictatorialmente que se vaya con Dionisio el Viejo a Siracusa, allí también tendría que soportar a los primitivos abogados que se jugaban la vida siendo la voz de los esclavos, y aquí la esclavitud me dicen que hace muchísimo tiempo que se abolió, también la esclavitud moral. Sea como fuere la Abogacía no se concibe sino para defender, no solo sus legítimos intereses corporativos, sino también el respeto a la ley, a la libertad y a la convivencia. Lo lleva en sus genes. Que así sea.

El ICALI ha reforzado la formación online y la organización de los servicios

La crisis del Covid-19 ha transformado la forma en que trabajamos y nos relacionamos con entidades y administraciones, pero también ha permitido a instituciones como el Ilustre Colegio de la Abogacía de Alicante (ICALI) adaptarse y ampliar sus servicios en todas y cada una de sus delegaciones: Alicante, Benidorm, Elda, Dénia, Ibi, Novelda, San Vicente del Raspeig, Villajoyosa y Villena.

El ICALI ha reforzado la formación online de la colegiación a través de cursos y jornadas que se llevan a cabo prácticamente cada semana. Formación que hoy es si cabe más necesaria que nunca debido a los continuos cambios normativos que la propia pandemia ha generado.

En este inicio de año judicial se imparten, entre muchas jornadas formativas, los cursos de Especialización en Mediación Laboral y Mediación Familiar, el curso de Especialización y Habilitación para Administradores Concursales o la formación continua en el Turno de Oficio de Violencia de Género y Penitenciario.

Los servicios de atención a la ciudadanía también se han adecuado siguiendo las normas dictadas por los protocolos sanitarios, como por ejemplo la solicitud de la asistencia gratuita, que se tramita sin necesidad de cita presencial, mientras que en el caso de los servicios a la colegiación la cita previa y la asistencia telemática garantizan dicho cumplimiento de medidas de seguridad ante el Covid-19.

Así, a través de la cercanía y agilización en la tramitación el ICALI pretende acompañar y servir en este tiempo adverso y convulso a los profesionales de la Abogacía y, a la vez, a la ciudadanía.