El Colegio de Economistas de Alicante lleva a sus espaldas una larga andadura y, por la naturaleza del trabajo que desempeñan sus profesionales, soporta también una enorme responsabilidad. Una responsabilidad que se ha visto acentuada más si cabe en los últimos años que suman ya más de una década de crisis encadenadas que se han llevado por delante muchos sueños pero también, y en parte, gracias a los economistas, han hecho resurgir muchos otros.

Todos los días se crean nuevas empresas y todos los años salen de las universidades nuevas promociones de profesionales. Pero la cuestión es: ¿Están evolucionando los colegios profesionales a la misma velocidad que demandan las necesidades de los nuevos colegiados?

«Esta es la gran pregunta que nos hacemos los equipos directivos, no solo del Colegio de Economistas sino de cualquier colectivo que aglutine a un sector profesional de la sociedad. Las nuevas generaciones no son las mismas que las que fundaron los actuales colegios y tampoco la naturaleza de su trabajo que ha evolucionado, cambiado y crecido, sin olvidar la revolución tecnológica en la que todos estamos inmersos. Vivimos en un mundo en el que lo hacemos casi todo a través de una pantalla, en la que nuestra relación con la administración es cada vez más virtual y en la que, por tanto, el asociacionismo está variando su formato», afirma Francisco Menargues, Decano del Colegio de Economistas de Alicante.

Si hablamos de formación, uno de los pilares sobre los que históricamente se ha fundamentado la razón de ser de los colegios, ahora existe una enorme oferta al alcance de cualquiera, «es lo que tiene las nuevas tecnologías y el gigante Internet», continúa Menargues.

«Por eso creo que estamos en un momento en el que debemos escuchar, escuchar fundamentalmente a los nuevos economistas que se enfrentan a nuevos retos pero sobre todo a una manera diferente de vivir la profesión».

Si la gran pregunta que se encuentra sobre la mesa es qué pueden hacer los colegios profesionales para actualizar su modelo, la de los jóvenes es qué nos ofrecéis para que ansiemos colegiarnos.

María tiene 22 años y está en último año de DADE. Confiesa que su ilusión siempre ha sido colegiarse al terminar la carrera y afirma que no se sentirá «economista de verdad» hasta que lo haga. «Veo la colegiación como una garantía de calidad de cara a las futuras empresas o clientes que nos contratan. Y además, pertenecer a tu colectivo profesional, de alguna forma te hace sentirte arropada y para mí eso es importante, sobre todo al principio que sales de la Universidad algo perdida e insegura», afirma María.

Juan, con 21 años acaba de terminar ADE y no lo tiene tan claro como María. «Las nuevas generaciones tenemos otra forma de comunicarnos, y en cuanto a la formación creo que es necesaria porque nuestra profesión te exige estar en constante reciclaje pero se han abierto nuevos campos para nosotros, algunos muy específicos y tecnológicos y los colegios profesionales deben estar preparados para satisfacer esa demanda o se quedarán obsoletos», concluye Juan.

«No es un público fácil», afirma Francisco Menargues, Decano del Colegio de Economistas, «pero deben saber que estamos trabajando para ofrecerles nuevas fórmulas. Esto no quiere decir que vayamos a desechar las tradicionales, nuestros valores de siempre son precisamente los que nos han hecho perdurar, pero al igual que los colegios somos una herramienta de reciclaje para nuestros colegiados, nosotros también debemos de realizar nuestro propio ejercicio de renovación interna para seguir siendo operativos a la vez que atractivos para quienes son no solo el futuro de la profesión sino también de nuestras instituciones colegiales».