Si el resultado hubiese sido otro hoy solo se hablaría de Tote, un futbolista de clase, con mayúsculas, que pertenece al marco de la Primera División, una categoría que nunca debió abandonar. Suyo fue el fútbol porque movió el balón como los ángeles, con toque de pianista, sacando notas musicales que exigían una culminación que no llegó. Y eso que durante casi todo el partido tuvo que mover la batuta desde la banda, por orden táctica, con la consiguiente merma de horizonte para trazar diagonales, para servir bandejas, para entregar balones entre caricias...No, ayer no bastó Tote, pero pudo ser suficiente para desequilibrar un partido igualado que se decantó en una acción a balón parado que el mundialista Llorente peinó a la red, lejos del alcance de Calatayud (m.46) tras una falta ejecutada por Susaeta. Ahí quedó decapitado el encuentro que dio paso al oficio bilbaíno, con el sello de Caparrós incluido, y que encontró facilidades extra con la discutible sustitución de Abel Aguilar, un jugador que jamás debió salir del terreno de juego con el marcador en contra. El colombiano, que completó la apuesta de pivotes interiores con Fritzler y Tiago, se colocó cerca de Tote para abrir brecha y por ahí nació lo más destacado del partido, buscando conexión con Portillo, activo y peleón. El de Aranjuez puso fe, ganas y brega y dispuso de la mejor ocasión del encuentro tras una brillante jugada diseñada por Abel y Tote, que acabó en los pies del "9" un segundo antes de que el portero bilbaíno desviara a córner una acción que mereció la mejor de las suertes. Con esas armas despertó el Hércules del inicial asedio vasco. Una acción de peligro que acabó con disparo de Susaeta al lateral de la red fue el único aviso de un Athletic empeñado en coser sus líneas y cubrir campo para evitar sorpresas desagradables.

Pero el cielo debió abrirse ante Tote. El madrileño siguió a lo suyo, sin impacientarse, colocando con pasmosa tranquilidad la pelota en el sitio justo, en el lugar adecuado para generar esperanza, para crear belleza, para hacer fútbol del bueno, del que vale, del que despierta interés para acudir al estadio y pagar una entrada.

Sin embargo, fue el Athletic quien encontró la gloria nada más dar comienzo la segunda parte, en una jugada a balón parado que rozó con la inalcanzable cima de Llorente, que con su metro-noventa pasó por delante de los centrales y de Aguilar para acariciar la pelota con el flequillo y desequilibrar la balanza.

Tras el golpe apareció de nuevo, cómo no, la excelencia de Tote, que seguía jugando otro partido. Inagotable en la creación, el buen gusto pedía a gritos que la pelota fuera a parar a sus pies y que desde allí partiera todo porque solo desde allí parecía posible hacer sufrir a los "leones" de San Mamés, un bloque compacto que se mueve con directrices claras.

Un par de pases interiores a Portillo y otros dos a Tiago merecieron el premio gordo, pero Iraizoz estaba en su sitio. Por ello privó al Hércules de estrenarse en su nueva categoría tras un tiralíneas medido a media altura (otro más parta encuadrar en el amplio repertorio 'toteliano') que Portillo estuvo a punto de coronar con una vaselina que olía a gloria. El balón, desgraciadamente, acabó volando en buena dirección pero salió junto al palo.

El programa se alteró con la sustitición de Abel Aguilar, un futbolista que cubría mucho espacio al que le quedaba mucho que aportar. Sin embargo, Esteban Vigo decidió sacrificarlo para colocar en banda a Kiko Femenía y dejar a Tote por el centro, en su sitio natural. El canterano salió nervioso, falló un balón y su entrenador lo aceleró más con un recriminación fuera de tono desde el área técnica.

Peor fue la cosa por el flanco izquierdo. Sendoa no anduvo fino y de Thomert habrá que confiar en que es capaz de mostrar mejores armas en un futuro. En caso contrario, habrá que ir acelerando el paso en el mercado en busca de un zurdo que ofrezca mejores prestaciones (ahora se habla del madridista Drenthe).

El Athletic, por su parte, respondió con un cabezazo de Muniain y un chut con intención de de Javi Martínez que toparon con Calatayud, bien situado. El equipo de Caparrós estaba decidido a mostrar su oficio, detener el juego y frenar el ímpetu rival que amenazaba con dañarle. Y así, a base de oficio, encontró espacio para permanecer con relativa comodidad, viendo la pelota lejos de la zona de peligro.

El ímpetu final abrió otra herida: La expulsión, por doble tarjeta amarilla, de Matías Fritzler. El argentino responde al trazo de pivote defensivo con pocas complicaciones. Su obligada ausencia en el Camp Nou abre las puertas a Farinós, que para esa fecha debería estar en condiciones.

El calendario aparece amenazante, pero eso ya se sabía. Esto no ha hecho más que comenzar y las sensaciones, pese a la derrota, no son malas. De hecho, el 0-1 no refleja con justicia lo que pasó en el estadio alicantino. Y, además, está Tote. Que no se olvide.

HÉRCULES cf: 0. e entrenador: Esteban Vigo

s suplentes: Kiko Femenía (57') entra por Abel Aguilar Thomert (68') entra por Sendoa Cristian (84') entra por Tiago Gomes

T tarjetas amarillas: Pamarot y Abraham Paz.

T tarjetas rojas: Fritzler (89')

ATHLETIC CLUB: 1. e entrenador: Joaquín Caparrós

s suplentes: David López (40') entra por Toquero

Muniain (54') entra por Gabilondo Iturraspe (84') entra por Susaeta

T tarjetas amarillas: Susaeta, Gurpegui, Javi Martínez y Aurtenetxe