El Hércules pinta bien. Anuló ayer al Sevilla y estrenó su casillero de triunfos en el Rico Pérez con una exhibición de fútbol ordenado y con dos goles de Trezeguet. Uno a uno, sin excepciones, todos los hombres que saltaron al terreno de juego vestidos de blanco y azul mostraron su mejor versión. Con brillantez, saber estar y con un nivel de concentración muy superior a su rival, el cuadro herculano se "merendó" al Sevilla, que se limitó a dar un par de avisos en los compases iniciales para meterse, acto seguido, en el túnel oscuro que acabó con la etapa de Antonio Álvarez en el banquillo sevillista y abrió la puerta a Gregorio Manzano. Nunca podremos saber qué camino hubiera tomado el partido si Calatayud no hubiera estado tan acertado en los compases iniciales dejando en nada dos acciones claras de gol de Acosta, pero sí se puede decir alto y claro que, una vez pasado ese corto espacio de viento en contra, el Hércules marcó la dirección del envite hasta pasar por encima de un oponente que nunca pudo presentar argumentos para dañarle.

La sobresaliente labor individual enfocada al lucimiento de trabajo conjunto acabó dando alas a un equipo alicantino que cosió sus líneas para dejar sin espacios ni ideas al Sevilla, incapaz de sacar los brazos para golpear. Únicamente la voluntad de Capel llegó a sobresalir en un conjunto que quedó frenado ante la mayor y mejor presencia de su enemigo.

Esteban Vigo decidió no forzar con Valdez e introdujo dos novedades: Colocó a Kiko Femenía en banda derecha y adelantó la posición de Tiago Gomes, que jugó por detrás de Trezeguet. El primero respondió a la titularidad a la perfección. De sus botas partieron los pases definitivos para anotar los goles. El de Sanet no sólo corre la banda y centra: Ahora levanta la cabeza, piensa y elige... Y, por supuesto, elige bien. Una prueba de ello llegó con el primer gol. El canterano recogió un balón por su zona, avanzó, frenó, miró y sirvió una bandeja suave a Tiago Gomes que, en carrera desde atrás, tuvo que ser parado en claro penalti por Escudé cuando pisó el área. La pena máxima, adjudicada a Trezeguet, acabó en la red tras una perfecta ejecución del francés, que aguantó y engañó a Palop (1-0, m.20).

Con las alas abiertas y las espaldas cubiertas, el Hércules marcó el territorio. La línea de cuatro (Peña-Pamarot-Abraham Paz-Cortés) estuvo perfecta una vez que Calatayud se encargó de cerrar la ventana tras un par de pérdidas peligrosas: En la primera amargó a Acosta en un mano a mano y en la segunda voló a la escuadra para abortar un disparo de ese mismo jugador. Con esa garantía bajo los palos, el resto no quiso ser menos. Pamarot dejó sin rascar bola al "9" de la selección brasileña, un tal Luis Fabiano, al que anuló sin tener la necesidad de hacer una mísera falta; Abraham Paz controló su parcela con pasmosa autosuficiencia y en las bandas Peña y Cortés brillaron con luz propia. A todo ello, llegó el omnipresente Fritzler, que junto a Abel Aguilar, anularon todo el poder creativo y de coordinación de un rival obligado a caminar sin focos.

El Sevilla también se topó con la mejor versión de Tiago Gomes. El portugués cuajó el mejor partido desde que pertenece al Hércules. Lo hizo extraordinariamente bien tanto cuando corrió hacia atrás como cuando iba hacia adelante. Sin errores, fino y preciso, el luso hizo temblar al Sevilla con el balón en los pies.

Asimismo, si el flanco derecho con Kiko encontró luz, la banda izquierda con Drenthe aportó brío y alegría. El holandés fue el encargado de meter cuerpo y pelota por la zona adelantada para servir un centro pasado que, tras pasear por la media luna del área, llegó a las botas de Kiko, que buscó puerta con un disparo y encontró el leve toque de Trezeguet para batir a Palop (2-0, m.37).

No había más color que el local y el partido apuntaba a goleada. Álvarez reaccionó dando entrada a su artillería pesada: Peroti y Negredo (cuesta entender qué puede impulsar a un técnico con la soga en el cuello a dejar a estas dos piezas fuera del tablero inicial).

Pero el partido estaba encauzado. Crecido por la ventaja, el Hércules fue a lo suyo, no bajó el ritmo de atención y se mantuvo firme. A base de sacrificio conjunto, con apoyos constantes, el equipo alicantino se convirtió en un muro infranqueable que solo se vio inquietado con un disparo de falta directa de Romaric que repelió el poste. Nada más. Por contra, el Hércules siguió insistiendo, tocó con acierto y siempre eligió la mejor opción para ganar terreno sin perder la pelota. Así llegó otra clara ocasión a las botas de Trezeguet con un pase desde la línea de gol de Abel Aguilar que encontró el gesto del francés para colocar el interior del pie en una pelota veloz que salió junto al palo. Y así llegó una doble oportunidad con un contragolpe lanzado por Drenthe que trazó un centro raso al corazón del área al que a punto estuvo de llegar Trezeguet. En esa misma acción, la recuperación y posterior centro de Kiko no encontró por centímetros el remate del francés a puerta vacía dado que Palop estaba fuera de su arco.

El Hércules redondeaba un partido perfecto, al que se sumaban Portillo, Sendoa y Rufete, tres cambios que salieron con las vibraciones de éxito que desprende un equipo ganador. Lo dicho: Este Hércules pinta bien.

HÉRCULES: 2. Calatayud; Cortés, Abraham Paz, Pamarot, Peña, Fritzler, Abel Aguilar, Kiko Femenía (Rufete, m.84), Tiago Gomes, Drenthe (Sendoa, m.76) y Trezeguet (Portillo, m.73).

SEVILLA: 0. Palop; Dabo, Escudé, Alexis, Navarro, Alfaro (Perotti, m.55), Romaric, Zokora (Guarente, m.75), Capel, Acosta (Negredo, m.55) y Luis Fabiano.

Goles: 1-0, m.20: Trezeguet, de penalti. 2-0, m.37: Trezeguet.

Árbitro: Teixeira Vitienes, F. (Colegio Cántabro).

T. amarillas: Amonestó a Trezeguet y Abel Aguilar, por el Hércules; y a Dabo, por el Sevilla.

Estadio: Rico Pérez ante unos 20.000 espectadores.