Fútbol de 2018 ensombrecido por una decisión del Medievo. La turbulenta semana del Hércules, que comenzó con la inesperada decisión de Quique Hernández de abandonar la presidencia del club, culminó ayer con un surrealista veto a su afición en las taquillas de la Ciudad Deportiva de Paterna. El Valencia prohibió la venta de entradas a cualquier persona nacida en la provincia de Alicante.

La desagradable noticia, recibida por la afición del Hércules desplazada para el partido de ayer ante el Mestalla con sorpresa e incredulidad, fue originando una cola de unas cincuenta personas que salían de la ventanilla de las taquillas con un semblante indescriptible, casi con más desconcierto que enfado.

Durante la semana, el Hércules ya recibió (tarde, dicho sea de paso) sólo unas 200 entradas para vender a sus aficionados, pese a que desde el Rico Pérez se insistió en que enviasen más. Las localidades se agotaron en menos de dos horas. «Si nos llegan a enviar mil, se esfuman igual», comentaba el técnico Planagumà en la previa del partido. La insistencia del Hércules vio sus frutos a finales de semana y el Valencia envió 75 entradas más, pero garantizó al club alicantino que el día del partido no se abrirían las taquillas.

Sin embargo, INFORMACIÓN contactó el pasado viernes con la Ciudad Deportiva Antonio Puchades, donde se le aseguró que las taquillas venderían entradas a partir de las 11.00, una hora antes del inicio del partido. Y así fue.

Además de los 275 herculanos que viajaron a Paterna con la certeza de tener la entrada en mano, aproximadamente otro centenar viajó en coches particulares desde Alicante y alrededores para comprar la localidad en la taquilla. Para su sorpresa en las ventanillas de la Ciudad Deportiva che, club de Champions League, pidieron el DNI como salvoconducto para conseguir un asiento para el partido. A todo aquel nacido fuera de la provincia de Valencia le quedaba terminantemente prohibida la compra.

Una decisión al borde de la legalidad que dejó a los aficionados del Hércules con una plena indefensión; tanta que varios de ellos no tuvieron más remedio que dar media vuelta y volver a Alicante con las manos vacías. Sin embargo, la gran mayoría optó por recurrir a la picaresca y recibió la compasión de unos aficionados valencianos y valencianistas atónitos por el suceso, que les cedieron gentilmente el DNI o que directamente les compraron las entradas.

La polémica, sin grandes altercados de la afición del Hércules, se sucedía ante la pasiva mirada de los miembros de la Policía Nacional desplazada expresamente al partido. «No compartimos la decisión del club, pero no podemos hacer nada», se limitaba a decir uno de ellos.

Incongruencias

Con el partido prácticamente empezado, el caos se adueñó de una situación con tintes xenófobos. Para más inri, de un club, digamos al menos, que vecino. Fueron varias las situaciones inverosímiles que se produjeron en las taquillas del estadio. La más notoria, la del futbolista Pepelu García, ex del Hércules y actualmente en las filas del Atlético Levante, que tuvo que dar media vuelta porque en su DNI figura que nació en Dénia. Con su habitual tranquilidad volvió con un amigo al coche y se marchó. También les frenaron el paso a un par de hermanos alicantinos residentes en Valencia, donde cursan estudios en la Universidad pública. Ni enseñando el carné de estudiante valió.

El Valencia esgrimió tras la repercusión que alcanzó el caso «cuestiones de seguridad». Lo que no indicó el club che es que si el aficionado del Hércules, por muy ultra que fuera, hubiera nacido en Oliva en lugar de en Pego (a los que separan apenas 10 km) podría haber entrado sin ningún problema.