El diario INFORMACIÓN tributará un homenaje al exjugador argentino Mario Alberto Kempes el próximo 23 de marzo en el estadio Rico Pérez en un acto que se desarrollará desde las 11.00 hasta las 13.00 horas. El Matador, campeón del mundo con la albiceleste en 1978 bajo la batuta de César Luis Menotti y máximo goleador de aquel Mundial, llegó al club alicantino hace 35 años y vistió de blanquiazul durante las campañas 84-85 y 85-86, en las que anotó 11 goles y contribuyó a la permanencia histórica firmada en la última jornada ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu.

Kempes, de 64 años y cuya residencia ahora está fijada en Miami, es uno de los jugadores más laureados de la historia del Hércules y el diario INFORMACIÓN le rendirá un homenaje el sábado 23 de marzo en un acto abierto a todos los aficionados y que también contará con la presencia de excompañeros suyos, además de ser presentado por Toni Cabot, director del Club Información. Al término del mismo, Kempes firmará ejemplares de su libro «Matador, mi autobiografía», editado por la editorial Sargantana.

Mario Alberto Kempes Chiodi (Bell Ville, 1954) forjó una leyenda en el Valencia y en la Liga española desde su llegada en 1976. Fue pichichi en dos ocasiones y ayudó a los «ches» a lograr una Copa del Rey, una Recopa y una Supercopa de Europa.

Años después, en 1984, su carrera se estancó con apenas 30 años. Afincado en Valencia, olvidado por un deporte sólo seis años después de tocar el cielo en el Mundial y matando el gusanillo haciendo footing por las calles de la capital del Turia, un día le llegó una propuesta insólita, la del Autocares Luz, un modesto equipo de fútbol sala de División de Honor. Kempes no se lo pensó y de la noche a la mañana llenó el pabellón de La Fonteta. Su sueldo, la mitad de la taquilla de cada partido en casa. En su contrato, una única condición: que le dejaran marchar si venía un equipo de fútbol once a por él. Y así fue.

El Hércules, sumido en tareas de funambulista durante la primera parte de la 84-85, vio en Kempes el acicate justo para levantar una temporada que parecía abocada al descenso. Y así fue hasta la última jornada.

El presidente José Torregrosa visitó Valencia a finales de diciembre y selló el fichaje del astro argentino. El 20 de diciembre firmaba su contrato con el Hércules en las oficinas del Rico Pérez, sustituyendo así al peruano Velásquez, que causó baja.

Debut con el Hércules

Kempes debutaría el día 30 en un empate contra el Zaragoza en el Rico Pérez y no marcaría su primer gol hasta marzo (un espléndido zurdazo a balón parado en Málaga), pero contagió a un equipo que llegó vivo a la última jornada. La plaza, la peor posible para ese tipo de gesta: el Santiago Bernabéu. El resultado, 0-1 con gol del argentino Sanabria y permanencia en Primera División, imborrable para los herculanos. «Lo festejamos como un campeonato», aseguró Kempes. Aquella fecha, la del 21 de abril, volvía a aparecer en las páginas de historia del Hércules porque en ese mismo día de 1940 los alicantinos habían celebrado su única victoria visitando al Real Madrid. Cosas del destino.

Pese a su incontestable olfato goleador, nunca fue un nueve puro y en Alicante retrasó aún más su posición. Como todo astro, gozó de una serie de privilegios lejos del alcance del resto. La fórmula resultó exitosa el primer año y continuó así en el segundo. De su zurda nacieron infinidad de jugadas de ataque y se prodigó más de cara a puerta; hasta enero de 1986 marcó 10 goles, nueve en Liga y uno en Copa, más que nadie en el equipo y uno de los que más de todo el campeonato. Para el recuerdo quedarán un trallazo contra el Barça en el Rico Pérez y uno de los más memorables goles olímpicos que se recuerdan, al Atlético de Madrid de su compatriota Fillol.

Marcha a Austria y descenso

Varios problemas extradeportivos y una irrechazable oferta del fútbol austriaco (pasó a cobrar de 7 a 40 millones, más casa y coche) precipitaron su salida en enero de 1986. Su último gol, también a balón parado, fue contra Osasuna y su despedida, una victoria ante el Sevilla el 26 de enero, donde asistió en los dos goles. El Rico Pérez le despidió en olor de multitudes, consciente de haber presenciado la última gran faena del Matador, a quien rescató un año atrás de un olvido anticipado.

El Hércules, tras la marcha de su único campeón del mundo (hasta la llegada del francés David Trezeguet) solo ganó un partido y cayó a Segunda y no regresó a la élite hasta el verano de 1996.