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Un nuevo Marí se cuela en la élite

Miguel, el hijo del exportero del Hércules de los noventa de mismo nombre, debutó esta semana en Primera con el Eibar a sus 21 años - Es centrocampista y su padre defendió la meta blanquiazul en 24 partidos en la máxima categoría en la 96-97

Miguel Marí, con el Eibar, en el calentamiento previo a su debut en Primera de esta semana.

Más de dos décadas después otro Miguel Marí irrumpe en la élite del fútbol español. Éste, de 21 años, no evita goles sino que se encarga de crearlos y esta semana tocó el cielo con los dedos en El Alcoraz de Huesca con el Eibar, el equipo que le ha abierto las puertas del estrellato. El centrocampista Miguel Marí Sánchez (Alicante, 1997) es hijo de José Miguel Marí Sánchez (Alicante, 1968), portero del Hércules durante los años noventa.

El joven se ha recorrido media España y parte de Europa para conseguir por fin su deseo de ser futbolista. «Llevaba toda la vida trabajando para que se cumpliera este sueño», aseguraba ayer Miguel Marí. Mendilibar le había convocado en las dos jornadas anteriores, ante la Real Sociedad y el Atlético de Madrid, pero fue en Huesca cuando le dio la alternativa. «Me dijo que confiara en mí, que tuviera confianza con el balón y que estuviera junto sin él», recuerda todavía con la emoción del momento el alicantino.

Marí surgió de la cantera del Alicante y en 2010 estampó su firma con el infantil autonómico del Hércules, con apenas 13 años. En la entidad blanquiazul solo duró una temporada (en la que coincidió con Nani) y le catapultó al fútbol base del Valencia.

En 2015, en su último año de juvenil, firmó por el prestigioso Inter de Milan. Como «neroazzurro» compartió vestuario y banquillo con los mayores, entrenados por Mancini, en un amistoso, el Trofeo Berlusconi contra el Milan, pero no llegó a debutar. Ese curso lo terminó en el juvenil del Valladolid, club que le dio la oportunidad de debutar en Segunda B con el filial.

En Pucela el técnico Rubén Albés le cambió su porvenir. Miguel Marí pasó de ser un delantero centro de referencia a un centrocampista ofensivo, un «8» de los de toda la vida. «Un día me cogió y me dijo que creaba mejor que finalizaba y que así me iba a ir mejor en el fútbol profesional». Y hasta hoy. En el filial blanquivioleta estuvo dos temporadas, hasta que el verano pasado le atrajo la oferta del Eibar para jugar en su segundo equipo, el Vitoria de Segunda B.

Pese a que la marcha del filial no ha sido la esperada (es colista del grupo II), Marí llamó la atención del primer equipo, que cumple su quinta temporada en la élite del fútbol nacional. «La sensación que me dio es que en Primera todo pasa mucho más rápido, sobre todo a la hora de pensar y ejecutar», confiesa Marí, que todavía espera aprovechar alguna oportunidad más en la élite hasta final de temporada.

El padre, presente en el estreno

En las dos convocatorias anteriores Miguel Marí padre no pudo acompañar a su hijo, pero casi por premonición sí viajó a El Alcoraz para verle debutar en Primera. «Le dije que disfrutara mucho y que estuviera concentrado, aunque yo los consejos que le doy no son de fútbol, sino de la vida», revela el exportero, que disputó 24 partidos en Primera con el Hércules en la 96-9 y que hoy es profesor de instituto y miembro del cuerpo técnico del Intercity Sant Joan. «El debut de mi hijo fue un momento de gran felicidad, se marchó de casa con 14 años y todo el esfuerzo ha merecido la pena».

A Miguel Marí todavía le queda un año de contrato con el Eibar, un club serio que le ha brindado la oportunidad de su vida. El joven centrocampista, sin embargo, no olvida al Hércules, al que sigue en la distancia y a quien no le cierra la puerta en un futuro: «Nunca se sabe, sería bonito reencontrarnos. Estoy muy pendiente de ellos y ojalá este año haya ascenso».

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