Alejandro Alfaro (La Palma del Condado, Huelva, 23 de noviembre de 1986) vuelve a Segunda B con el Hércules tras 14 años consecutivos en el fútbol profesional, pero asegura que lo hace «con la misma hambre e ilusión» que cuando debutó en Primera con el Sevilla cuando tenía 18 años en 2005. Pretendido por varios clubes de la categoría de bronce, el mayor de los Alfaro aseguró ayer en su presentación oficial que se decantó por la oferta blanquiazul «por el proyecto del Hércules y por tratarse de un club histórico, al que todo el mundo quiere venir», al tiempo que calificó de «sueño y privilegio» poder compartir vestuario por primera vez con su hermano Jesús (28 años), recientemente renovado en la entidad del Rico Pérez.

Talento precoz de la cantera sevillista, Alejandro siempre se ha mirado en el espejo de Jesús Navas, el histórico extremo internacional reconvertido con éxito en carrilero en su nueva etapa en el Sánchez Pizjuán. «Coincidimos en el primer equipo y siempre lo tuve como referencia por tratarse de un canterano como yo, que a base de trabajo y humildad llegó a lo más alto», reconoció ayer Alfaro. Llegaron a ser compañeros de habitación en aquel Sevilla entrenado por Juande Ramos y a competir por la demarcación de extremo derecho. «Entonces yo jugaba más pegado a la banda que ahora y disputé varios partidos cuando se lesionó Jesús, que siempre me ha parecido un modelo a imitar».

Con el transcurso de los años, el sexto fichaje del Hércules ha modificado su posición para alejarse algo de la banda y jugar más por dentro en la zona de tres cuartos. «Es un jugador de calidad, con último pase, que ayudará a marcar diferencias y que puede jugar en las tres posiciones de la media punta, aunque se siente más a gusto por detrás del delantero», le definió ayer el director deportivo blanquiazul Javier Portillo.

A sus 32 años, la hoja de servicios de Alejandro Alfaro refleja un total de 125 partidos en Primera con el Sevilla, Tenerife y Mallorca y más de 200 en Segunda A con los dos últimos equipos y el Valladolid. Su etapa de mayor esplendor se concentra entre 2009 y 2013 con cuatro temporadas consecutivas en Primera, aunque vivió dos descensos con el Tenerife y el Mallorca.

Futbolista diestro, potente y habilidoso, también ve puerta con relativa facilidad. El año pasado marcó cinco goles en 20 partidos en el Córdoba, con el que bajó a Segunda B, y su mejor registro lo vivió con el Tenerife: 20 dianas en la temporada 2008-09 en la categoría de plata.

También compartió vestuario en el club califal con el fallecido José Antonio Reyes, del que guarda un buen recuerdo y recalca que ayudó mucho al Córdoba los seis meses que fichó por el conjunto del Nuevo Arcángel en la 2017-18, en la que sí consiguió salvar la categoría de plata.

Recibido en el club alicantino como uno de los fichajes más ilusionantes para el próximo curso -sus cifras le presentan por sí solo», dice Portillo-, al mayor de los Alfaro no se le caen los anillos por volver a Segunda B, con la que perdió contacto en 2007 cuando fue campeón de la categoría con el Sevilla Atlético. «Vengo del barro, del albero de mi pueblo y del césped artificial», reconoció el onubense, que resaltó la buena acogida que le ha dispensado el vestuario blanquiazul y añadió que el día que pierda la ilusión y el hambre por el fútbol se volverá para su casa.

Risueño y optimista, el andaluz califica de «sueño y privilegio» la posibilidad de coincidir por primera vez en su carrera tras 14 años en el fútbol profesional y de compartir vestuario con su hermano Jesús, el extremo recién renovado por el Hércules, que llegó en el pasado mercado invernal. «En casa están muy felices y ya le he dicho a mi madre que con un solo viaje matará dos pájaros de un tiro», bromea.