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Llámalo energía

Jesús Muñoz no convirtió en equipo ultraconservador un proyecto con notable vocación creativa

Llámalo energía

Mirar es fácil. Lo hace todo el mundo. Observar con vocación de análisis es más farragoso, obliga a un escrutinio minucioso para dar con esas soluciones que huyen de la luz, las que aprovechan los pliegues de la angustia para esconderse. Observar detenidamente te roba el tiempo que no tienes, pero hacerlo es importante. Hacerlo ahorra mucho discurso vacío para enmascarar errores. Te abre amablemente la puerta del muro que pretendías derribar con la cabeza. En situaciones límite puedes arrugarte como un cartón mojado o sacar lo mejor de ti. El Hércules optó por lo segundo frente al Barça B. Lo hizo en gran medida porque el sucesor de Planagumà acertó a ver las armas de las que disponía. No se conformó. No aceptó ser menos. No convirtió en equipo ultraconservador un proyecto con notable vocación creativa. Jesús Muñoz construyó su ataque alrededor del diez y le arropó. Dio el balón a Carlos Martínez y situó cerca de la pelota al mayor número posible de futbolistas para que ésta tuviera una salida€ y no siempre la más obvia. Un cambio táctico valiente que recuperó el juego entre líneas y, de paso, sublimó el talento.

Es evidente que para que algo así ocurra tienen que poner de su parte los protagonistas. Lo hicieron. Se sacudieron el miedo y corrieron con cabeza, al unísono para cansarse menos, coordinados, respetando lo más básico para alguien que ha creado su estilo trabajando con Paco Jémez: la posesión. A diferencia de éste, Jesús Muñoz no lo lleva hasta las últimas consecuencias. Y ahí radica el éxito, en saber conjugar la pierna dura y la anticipación con la búsqueda constante del espacio, por dentro y por fuera. A los futbolistas les sienta mal la nostalgia, no la practican, viven en un presente perpetuo. El pasado se les hace bola. Los mismos que reverenciaron el discurso épico del penúltimo técnico, los que aplaudieron su renovación, no dudaron a la hora de denunciar una preocupante falta de energía en los entrenamientos cuando el preparador catalán vació su taquilla. Pero la desmemoria en el fútbol no es un problema; al revés, ayuda a pasar página, a ilusionarse de nuevo, a creer que otro destino es posible€ aunque dos décadas después siga sin serlo.

El camino que resta por delante es abrupto, sinuoso, lleno de riscos€ Al menos, quien lleva la linterna y la brújula da muestras de conocer a su equipo, de haber entendido que la diferencia en un sótano como la Segunda B no la determina correr porque eso, en la actualidad, ya es el mínimo exigible. Hay que habilitarle sitio al talento para que se desarrolle. El triunfo no lo garantiza nadie, pero saber exactamente quién eres y por qué ayuda bastante. Que dure.

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