Cansado, disgustado, dolido, en el centro de todas las iras de la afición y del entorno. Como hace justo cuatro años. Javier Portillo dejó de ser ayer oficialmente director deportivo del Hércules después de tres años en el cargo. Precisamente en diciembre, en el mismo mes en el que también decidió apartarse de los terrenos de juego en 2015.

Entonces fue el punto final de su carrera como futbolista tras una primera vuelta en la que no había visto puerta y que se había convertido en una auténtica tortura por los reproches de la afición. Un infierno en casa propia. Decidió apartarse él y situarse como adjunto a la dirección deportiva que ocupaba Dani Barroso.

El pasado domingo, azotado por el triste rumbo del equipo y después de la derrota en casa del Espanyol B, decidió volver a cerrar una etapa que le ha desgastado mucho. Rozó el cielo en junio, pero ha tocado el infierno sólo cinco meses después. Se marcha del primer plano ofreciendo su cabeza, pese a que ni siquiera la afición la pidió hace diez días, en el partido ante el Olot en el Rico Pérez, en el que la grada decidió actuar con una condescendencia casi preocupante.

Sin embargo, Portillo sabía que su silla quemaba, que la suya iba a ser la primera cabeza en rodar por la mayor crisis deportiva en la historia de la entidad, con seis semanas sin ganar y con el equipo atrancado en los indignos puestos de descenso a Tercera. En la reunión del pasado domingo Ramírez, su archienemigo en el club pero socio en Zassh Tecnológica, le tendió la mano y le ofreció participar en su nuevo proyecto, una vez asumido el control total por el mandatario vasco.

La respuesta fue negativa. Portillo optó por no comulgar con ruedas de molino, por no trabajar con quien no confía ni cree, y coger el camino del anonimato, toda vez que el club sigue siendo suyo. «Al Hércules lo amo», ha confesado en multitud de ocasiones. Ayer por la mañana se despidió de una plantilla que sabe que no ha respondido a las altas expectativas fijadas el pasado verano. El vestuario ya asumió en público la culpabilidad en las últimas semanas y ahora todos los focos se centran en los futbolistas, una vez quitados de en medio dos entrenadores y el director deportivo.

Portillo oficializó su adiós en un comunicado, más bien un hasta luego. «Debido a la situación deportiva que atraviesa el equipo y tras intentar revertir sin éxito la dinámica negativa de esta temporada, quiero comunicar que a partir de hoy no continuaré ejerciendo como director deportivo del club. Mi compromiso sigue intacto y, desde otras parcelas de la entidad, continuaré trabajando por el Hércules hasta lograr devolver a este gran club donde se merece su afición».

Último intento por Munitis

En la reunión del domingo en la que se decidió el futuro más cercano del Hércules, Portillo hizo un último intento por asumir las riendas de la parcela deportivo y volvió a poner sobre la mesa el nombre de Pedro Munitis para entrenar al equipo. El mismo que había elegido en julio, y al que tenía apalabrado, pero entonces Ortiz y Ramírez apostaron por Planagumà, con quien Portillo había dejado de tener sintonía. El director deportivo tragó pero el destino del Hércules estaba condicionado, tanto que en tres meses y medio de competición ya van tres entrenadores, cuatro si contamos la breve aparición de José Végar en el choque ante el Orihuela. La propuesta a la desesperada de Portillo con Munitis es evidente que fue rechazada y Ramírez optó por Mir, al que tenía cerrado desde hacía varias semanas.

Portillo vuelve a cerrar una etapa en el Hércules preguntando cuándo y dónde será la próxima.