El Hércules de la temporada 2020/21, el del cambio de cultura de club y el de la «nueva identidad», afronta una de las campañas más inciertas de su historia a causa de la pandemia del covid-19 con el doble reto de sacar al equipo del pozo de la Segunda B después de siete años y el de sanear sus maltrechas arcas tras muchos años de mala gestión, que han dejado la entidad con un valor contable negativo de 18 millones de euros, según las cuentas oficiales al cierre del ejercicio 2018/19 aprobadas el pasado mes de julio. El club presume de haber reducido en los últimos meses la deuda con Hacienda por debajo de los cuatro millones, pero la drástica caída de los ingresos previstos por las limitaciones de aforo en el estadio complican aún más el escenario económico durante una temporada en la que no se ha escatimado en gastos en la plantilla y el cuerpo técnico para superar holgadamente un presupuesto de 3,5 millones de euros.

El Hércules que controlan en los despachos los empresarios Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez y gestiona casi con plenos poderes el director deportivo Carmelo del Pozo presenta este viernes la campaña de abonos para el nuevo curso con la incertidumbre de la limitación de aforo en el Rico Pérez y el condicionante que ello supone para la venta de los carnets de socios, concepto por el que el club ingresó 542.111 euros en la última temporada auditada, la 2018-19.

Ante la posibilidad de que las autoridades sanitarias reduzcan el acceso al Rico Pérez a un máximo de 1.000 espectadores, el club ultima un protocolo de seguridad que plantea la parcelación del estadio y la regulación de entrada y salida por franjas horarias para poder alcanzar una afluencia de hasta 5.500 personas.

La entidad alicantina cerró la temporada pasada con algo más de 7.000 abonados -la cifra más alta en esas últimas seis campañas en la categoría de bronce-, lo que supone 1.500 carnets más de los que ahora plantea tramitar el Hércules en las actuales circunstancias de emergencia sanitaria. Su cálculo de ingresos por abono en la 2019/20 era de 660.000 euros.

Y si la merma de ingresos por la captación de socios puede rondar el 21%, el quebranto por la venta de entradas es mucho mayor, lógicamente, mientras no se pueda recuperar la normalidad del fútbol abierto al público sin restricciones de aforo, una eventualidad que se presenta ahora muy lejana.

En la última temporada auditada, la del «play-off» final por el ascenso a Segunda A en la que el Hércules cayó en el último cruce ante la Ponferradina, el club ingresó 521.268 euros por los partidos de Liga -muy cerca de los citados 542.111 de los abonos-, 52.000 euros por derechos de retransmisión televisiva y 4.810 por partidos amistosos. En total, 578.000 euros por la disputa de encuentros en el Rico Pérez. Por el concepto de patrocinio recibió otros 76.000 euros y para esta temporada, el club se ha quedado sin el que era su principal espónsor, el grupo inmobiliario TM afincado en la Vega Baja, que aportaba unos 50.000 euros por ejercicio.

Para colmo de males a efectos recaudatorios, la actual temporada que arrancha el fin de semana del 17 y 18 de octubre en El Collao incluye muchos menos partidos en el Rico Pérez, a raíz del nuevo sistema de competición en Segunda B. De los 19 encuentros de Liga regular más los tres del «play-off» por el ascenso de hace dos campañas se pasa este curso a nueve en la primera fase y tres o cuatro en la segunda porque el «play-off» final, en caso de alcanzarlo, se jugará en sede única.

Aunque la temporada 2018/19 se cerró con un resultado positivo de 5,4 millones de euros por la anulación de la exigencia de la Comisión Europea de devolver los siete millones avalados por el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), las últimas cuentas auditadas reflejan que el Hércules SAD tenía a 30 de junio del año pasado un patrimonio neto (valor contable) negativo de 18,7 millones de euros. De hecho, de no ser por la no exigibilidad de esos siete millones, el club habría perdido 1,5 millones en la 18/19 y una cantidad aún superior en la desastrosa temporada 19/20, en la que el equipo coqueteó con el descenso a Tercera y el club multiplicó su gasto con cuatro entrenadores, tres directores deportivos y media docena de altas y bajas en el mercado invernal del pasado enero.

La planificación deportiva ha dado un considerable giro hacia la profesionalización con Del Pozo al mando, pero la drástica caída de los ingresos por la incertidumbre de la pandemia y las pérdidas acumuladas por años de mala gestión añaden presión al equipo de Cubillo, cuya única viabilidad económica pasa este año por el ascenso a Segunda A o, al menos, a la nueva Liga Pro.