Les mentiría si dijera que ha sido una sorpresa. Sin embargo, reconozco que esperaba tener que cruzar este puente mucho más tarde. Ya ven, soy facilón, y me creí a pies juntillas el discurso del nuevo factótum del Hércules. Desde su primera comparecencia pública, Carmelo del Pozo me ganó por su sensatez, su claridad de ideas y, por encima de todo, su »nueva cultura de club» que prometía instaurar en Romeu Zarandieta.

¡Ay Carmelo, qué decepción! Te suponía mayor entereza, pero ha bastado enfilar apenas la primera curva para confirmar quién está al volante. Te habrán dado recursos para hacer un equipazo, pero la campaña de abonos la ha diseñado el enemigo y, para mayor escarnio, te ha tocado precisamente a ti ponerle cara y ojos.

Lo peor es que lo tenían muy fácil; todo el mundo hubiera entendido, dada la situación actual y el esfuerzo económico hecho por los propietarios –esto señor Ortiz, nadie lo discute, no insista en hacerse la víctima–, una campaña de abonos enfocada al apoyo al club. Pero en lugar de orientarlo como un acto altruista de amor a los colores, nos obligan a tomarlo como algo personal, cuando descaradamente se nos toma el pelo incluyendo, para el cálculo del importe del reembolso, el partido de copa y tres partidos de un hipotético play-off. ¡Ñas coca! Pero siendo esto patético, lo de los niños no tiene nombre.

Hasta el que asó la manteca le alcanza para entender que el Hércules se mantiene por herencia sentimental y no por resultados. Si fuera por esto último, no hubiéramos pasado de Bardín. La bandera de Alicante es la que luce en la camiseta y afortunadamente, siempre prevaleció por estos lares el sentimiento de pertenencia, no los títulos. Patrimonio que, sin embargo, al gabinete del puro le trae al pairo y dilapida a grandes tragos de manera suicida, temporada tras temporada.

Pero lo de este año traspasa todos los límites de lo imaginable. Cobrar 50 euros a granel, sin distinción de grada ni condición, por no se sabe muy bien qué, puede ser discutible, pero cobrar esa misma cantidad a todos los niños es del todo punto incomprensible y va a provocar el mayor bocado al número de abonados en lo va de década. Al tiempo. Desconozco Carmelo, cuáles son tus motivaciones para pasar por el aro; todas las que se me ocurren son respetables, sin duda, pero por favor, no nos vendas más la moto con la «nueva cultura de club». Eso se acabó, es la misma vieja cutrez de siempre.