El abonado del Hércules no recibe insignias por su fidelidad, tampoco felicitaciones ni agasajos como hacen otros clubes con más enjundia. En realidad el herculano no necesita esos reconocimientos, más bien ya no los espera, pero siempre alberga un mínimo deseo de que el club se acuerde mínimamente de él. Para que un club sople cien velas ha tenido que tener detrás siempre una masa social que se ha gastado en el club casi más que en su propia familia.

No por esperado deja de ser noticioso, incluso de mal gusto, que el aficionado ilustre del Hércules, aquel que aún hoy canta de carrerilla alineaciones en blanco y negro y que subía al tranvía de tapadillo para ir al fútbol, no tenga la más mínima prioridad para sacar la entrada del próximo domingo. Ninguna.

El alto precio de las localidades (10, 15 y 20 euros) para este inicio de Liga en Segunda División B ya levantó -otra vez- ampollas entre una afición que lleva la cruz a cuestas desde ni se sabe. Sin embargo, la herida es todavía más grande porque el choque solo acogerá a mil espectadores.

Lo lógico habría sido que hubiera aparecido algún guiño para el aficionado con más antigüedad y no dejarlo todo en manos del azar de un router y la peripecia con un ratón y un teclado. Para sacarse el abono Compromiso, requisito indispensable para optar a las entradas del domingo, tampoco hubo gesto alguno con el abonado más veterano: todo el mundo debió pasar por el aro de los 50 euros, sin excepción.

De esta manera, este mediodía se abre la venta telemática de las 1.000 entradas para un número indeterminado de abonados. El club dejó de anunciar la cantidad de carnés que se iban expidiendo, la cifra es una incógnita pero desde luego es mayor que el millar de personas que cabrá en el Rico Pérez. Por tanto, la venta de entradas se convertirá en un embudo, una carrera contra reloj para ver quién tiene más suerte. Como si fuera un concierto de los Rolling Stones. Partirán con las mismas condiciones el aficionado que lleve 80 años como abonado y el que se haya hecho por primera vez esta semana; que también tiene su derecho, pero no debería tener el mismo que el otro, al menos a las primeras de cambio.

Nadie ha reparado en que, para más inri, aquellos abonados con los números más bajos son, precisamente, aquellos que menos disponibilidad tienen de acceder a internet o de manejarse con tecnologías. No es una generalización banal, sino simplemente una cuestión de edad. El club no abrirá hoy la venta de las entradas en las taquillas, por lo que o se consiguen por internet o no se consiguen.

En la venta física del carné Compromiso, el Hércules ya se cercioró de que muchos de sus abonados no tienen ni teléfono inteligente ni correo electrónico, por lo que acceder a una compra telemática a través de una tarjeta resulta poco menos que ciencia ficción.

Resulta paradójico que en el primer partido a puerta abierta (al menos parcialmente) vaya a faltar, precisamente, el núcleo duro de un club que no está precisamente como para ir dejando aficionados por el camino.