Mirar con perspectiva es algo que se aprende con los años, cuando te sacudes de encima el miedo al fracaso y el ímpetu arrollador de la inocencia. Trabajar con ánimo crítico exige una dosis de serenidad que en el entorno del deporte profesional se da muy pocas veces. La urgencia acorrala a los responsables de los proyectos, que desarrollan por ello una extraña manía persecutoria, una sensación nociva de que todos, a su alrededor, están en contra, o lo que es peor, esperando a que las cosas les vayan mal. No es el caso. El Hércules, que en el espejo se ve guapo, necesita salir del cieno de la Segunda B, y para eso no basta con quererlo, hay que demostrarlo.... preferiblemente sobre el terreno de juego, que es donde se ganan y se pierden los puntos.

Orden por encima de todo

La dictadura defensiva contra la libertad creativa ofensiva

La dicotomía existe, pero hay una corriente que gana claramente la batalla técnica. Y cuanto más baja es la categoría, más acusada resulta la diferencia. Pero es otra mentira más, una de tantas. Equilibrar ambas teorías es clave, capital, imprescindible. Llevarlo a la práctica, eso ya se antoja más complejo. De momento, David Cubillo ha creado un armazón defensivo solvente, sólido. El principal beneficiado, Falcón. Desestresar al portero suele llevar aparejado un año de bonanza.

El Hércules que se enfrentó al Mestalla apenas sufrió. Le ocurrió igual en su estreno. Las ocasiones que le hicieron fueron con disparos lejanos o con centros laterales. Los tiempos de las llegadas en cascada y en superioridad han pasado. Pero eso tiene un precio.

Se espera al adversario fijando la marca y se suple la pérdida de terreno con unión de líneas para acortar los desplazamientos y limitar los espacios interiores. Dos mediocentros conservadores ayudan, pero te obligan a ensuciar la salida del balón y a pecar en exceso del desplazamiento en largo.

Sin Acuña (Benja juega peor de espaldas que al espacio), la vía del balón dividido arriba para superar líneas rápido, una y otra vez, somete a un desgaste épico al «nueve». Garrido puede dar fe.

Carrileros y extremos

Ocupan el mismo espacio en ataque y se entorpecen

La elección de futbolistas es responsabilidad exclusiva del entrenador, que tiene que sacar el máximo partido a su plantilla. En los últimos años, otros antes que él, han pecado justo de eso, de transmitir la certeza de que el potencial del equipo estaba infrautilizado. No puede volverse a repetir. Carmelo del Pozo ha puesto a disposición de Cubillo un abanico amplio de perfiles para no fiarlo todo a un modo de jugar, esta ventaja debería ser un valor diferencial en una categoría en la que lo único que no abunda es el dinero para comprar alternativas.

La apuesta por Raúl y Nani es perfecta, pero para explotar sus cualidades necesitan que les «limpien» su carril. Alfaro lo entendió mejor que Borja, aunque ninguno de los dos brilló con la pelota. Se trata de que todos sumen, da igual el grado, lo que no pueden es restar y si no se acostumbran o no son capaces de sacar a relucir sus cualidades yéndose hacia adentro, el Hércules tendrá un problema.

Oxigenar el once

En ningún partido se han agotado los cinco cambios

Disponer de una plantilla amplia ha de valer para que el ritmo de juego no baje, que sea sostenido, para elevarlo, incluso, cuando el adversario se quede con diez. Cubillo volvió a reducir a tres los refuerzos en la segunda parte y eso no suele ser bueno... ni ayudar a quienes asumen su condición de suplentes. A Appin, por ejemplo, intenso durante una hora, se le hizo muy cuesta arriba la última media. Si hay que arriesgar, que no sea forzando el límite físico de nadie, mejor hacerlo cercando la portería rival. Quedan 16 partidos. Las sensaciones son, en general, buenas. El equipo compite bien. De momento, nada guardando la ropa. Ojalá que no se quede en eso. Si tiene que pecar de algo, que sea de ambicioso, que no se conforme con no encajar goles frente a diez.