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ANÁLISIS

Ganar a la defensiva

El Hércules de Cubillo aún no ha encontrado el modo de hacer brillar la calidad de sus futbolistas más talentosos. La prioridad por el orden y la reducción de los riesgos no precisa de una inversión tan cuantiosa como la realizada

Ganar a la defensiva

No es un tiempo nuevo, es el de siempre en Segunda B, una categoría borrosa en la que, en bastantes ocasiones, los equipos ganan y pierden partidos sin que los entrenadores acaben de tener muy claro por qué y, aún menos, acierten con las explicaciones al respecto. Es precisamente esa naturaleza imprevista la que empuja a los técnicos a dar prioridad a lo único tangible: el orden táctico.

Desarrollarlo no requiere de futbolistas especialmente dotados, basta con que entiendan lo que se les dice, lo ejecuten y conserven la forma física. Para lo otro, para trabajar variables tan aleatorias como el talento, la calidad individual, la improvisación, la toma de decisiones sobre la marcha, en acción, para eso se necesita, entre otras cosas, tiempo, algo de lo que no dispone un preparador, acorralado por la urgencia de los resultados.

DOS MILLONES DE EUROS

Aseguran los dueños que han vuelto a inyectar en el Hércules.

La mayor parte, destinada a crear un proyecto capaz de volver al fútbol profesional, donde los derechos de televisión aligeran la carga inversora. Pero claro, un porcentaje muy elevado se ha dedicado a fichas de jugadores con capacidades superiores, por encima de la media de la liga, futbolistas que pueden, y deben, marcar diferencias. Aprovechar su potencial depende mucho del número de veces que estén en contacto con la pelota.

Si pasa más tiempo por encima de sus cabezas que rozándoles las botas, cuesta horrores sacarles algo de jugo porque son buenos, sí, pero no son estrellas que cobren salarios astronómicos de esos que casi obligan a convertir en peligro cada bola que reciben.

En Segunda B, para que tu calidad se imponga, vas a tener que asumir riesgos, exponer, ser ambicioso, tres cualidades de las que muy pocos entrenadores quieren oír hablar... hasta en la élite. Se ha puesto de moda un concepto que trata de acotar la incertidumbre a la hora de justificar el porqué de las cosas: los micropartidos.

Ellos son los responsables de que cada día esté más extendido eso otro de «madurar el resultado» que, dicho menos metafísico, es esperar a que llegue tu oportunidad agazapado, sin exponer porque siempre, por la lógica del juego, vas a disponer de al menos una. Y esa una es la que le reservan al que más cobra. Pero claro, esa ciencia no es exacta, en realidad tiene muchísima zonas oscuras porque ni gastándote todo el dinero del mundo en los mejores vas a asegurarte que conviertan en gol la que les llegue. De hecho, al Hércules, en cuatro partidos, ya le ha ocurrido dos veces.

MENOS POSESIÓN

Pero más ocasiones a favor y bastantes menos en contra.

Hasta ahora, a David Cubillo, la posesión no le obsesiona lo más mínimo. Con su estilo poco lucido para los observadores objetivos ha sido capaz de transformar tres goles en ocho puntos y solo ha encajado uno en 360 minutos. Es más sencillo discutirle el balón que los resultados. Pero claro, para lograr un objetivo tan difícil como el que persigue el club que le paga a él y al director deportivo que le armó un equipo muy por encima de la media de la categoría, necesita ser fuerte en las dos áreas, no únicamente en la suya.

Le hace falta atacar, llevar el peso del partido (o, si lo prefiere, de tres o cuatro minipartidos) para que doblegar al rival no cueste tantísimo ni dependa de la buena o la mala fortuna. Reunir de medio campo hacia arriba a Moyita, Borja, Jesús Alfaro y David Sánchez es algo que solo puede hacer quien se rasca el bolsillo más que los demás. Y eso solo en una línea, la de creación, la que suma, la que defiende con el balón. Malgastarla a base de balonazos y patadones es mala señal.

Ganar a la defensiva es posible, lo han hecho algunos equipos al máximo nivel, pero hace falta un grado tal de efectividad y tal dosis de suerte que parece raro que eso pueda suceder en una categoría tan llena de campos irregulares, días malos y fichas bajas como la Segunda B. Para ser un equipo rocoso no necesitas invertir tanto capital.

LOS CAMBIOS NOS DEFINEN

Solo dos el último día, y metió un pivote por un mediapunta.

Dijo el entrenador, que para no cambiar las cosas, que le gustaba lo que estaba viendo. Sacó de la ecuación al mejor del choque, David Sánchez, para dar entrada a Armando, un mediocentro de contención. Lo hizo cinco minutos antes de la expulsión de Mourad, o sea, daba por bueno el punto. Le ha pasado dos veces, ambas fuera de casa... El segundo cambio (puede hacer hasta cinco esta temporada) fue delantero por delantero: Manu por Buenacasa. Para entonces, el equipo ya se había caído físicamente, un riesgo que Cubillo, ironía, no contempla, cuestión de prioridades.

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