El estricto protocolo sanitario por la pandemia del coronavirus dejó ayer escenas insólitas en el igualado derbi entre el Alcoyano y el Hércules, que se jugó en El Collao a puerta cerrada. Al estar precintados los vestuarios del vetusto campo alcoyanista por razones de seguridad, los jugadores del Hércules tuvieron que cambiarse en parte en el autobús para los posteriores ejercicios de calentamiento y también en la grada poco antes del inicio del partido. A la conclusión tampoco pudieron ducharse, al igual que los alcoyanistas, y se subieron rápido al autobús para volver a Alicante, a pesar de que la tarde fue extrañamente apacible en cuanto a temperatura en l’Alcoià para estar a mediados de noviembre.

Las imágenes insólitas para un equipo profesional como el Hércules continuaron en el descanso cuando el técnico David Cubillo tuvo que dar instrucciones a sus jugadores sobre la segunda parte con la pizarra sobre el césped de El Collao, que estuvo blando, excesivamente alto y algo irregular para la práctica del fútbol. El director deportivo del Hércules, Carmelo del Pozo, y el accionista Juan Carlos Ramírez presenciaron el partido en directo en un escenario muy poco propicio para el conjunto capitalino, que sigue sin ganar en ese escenario en esta etapa de siete temporadas consecutivas en Segunda B. Se trata de uno de los campos cuya afición más anima al equipo local y encoge al visitante, pero ayer ese calor se convirtió en silencio. Eso sí, varias decenas de seguidores alcoyanistas vieron el partido desde las inmediaciones de El Collao.