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Un gol al arco iris

Las prisas no son buenas consejeras

El Rico Pérez

Estamos en época de excepcionalidades a todos los niveles a causa de la maldita pandemia. Es excepcional nuestro modus vivendi, modificado al dictado de las legislaciones sanitarias, de las obligaciones sociales que nos imponen las autoridades, sobre todo in vigilando. Son excepcionales las medidas que debemos respetar, o al menos no demonizar, puesto que se alejan de lo habitual, que ocurren en raras ocasiones, que constituyen la excepción que confirma la regla de lo ordinario, de lo corriente, en definitiva nos excluye de la generalidad del orden común, de la regla común.

En esta anormalidad en la que seguimos desarrollando nuestros quehaceres diarios tanto profesionales como sociales o familiares, fuera de las condiciones inherentes a lo habitual, todo adquiere la cualidad de insólito, desacostumbrado. A ello no es ajeno el deporte, y en concreto el balompié. Las grandes ligas con una normativa y unos controles sanitarios acordes a su potencial económico, y las demás, más humildes y de menor presupuesto, adaptándose a las condiciones y prohibiciones que deben asumir para poder por una parte seguir dando espectáculo a sus aficionados, y por otra poder ofertar una solución a los profesionales para que puedan subsistir al igual que el resto de trabajadores.

En estas condiciones en el mundo del fútbol sobran los dirigentes diletantes, los que poseen mínimos o superficiales conocimientos del deporte en cuestión. También es momento de tomar riesgos, de abjurar de estadísticas, de demoler puertas cerradas, de intentar lo en otros momentos sería casi utópico, de creer en sí mismo, de no regatear esfuerzos por mor de temor al fracaso. Es época de valientes, son tiempos en los que las prisas pasan a veces a ser buenas consejeras. En una competición corta, de esprint en esprint hasta la meta final, los tiempos han dejado de ser factor a tener en cuenta, para pasar a tener una vital importancia. Cuánto antes y más, mejor. La prisa viene dada por la brevedad de la competición, no es comparable una liga que obliga a jugar 38 partidos, que otra que únicamente requiere 18, en la que se torna urgente la puntuación y el aprovechamiento de las ocasiones que son propicias.

Como una excepción más de tantas reglas confirmadas, las prisas han pasado a ser buenas consejeras. El inicio de competición del Hércules no ha sido el deseado ni el pronosticado ni en juego, ni en resultados. Menos aún en la manera de sacar adelante los encuentros ganados. Dos empates que saben a poco a domicilio, y dos victorias caseras por la mínima y con dudas tanto en el banquillo como en el terreno de juego. El fin de semana que viene visita el Rico Pérez el Orihuela, que este año al igual que los blanquiazules merodea los puestos cabeceros, y será el quinto partido, que así parecería pronto, pero que suma ya más de la mitad de la primera vuelta. O se dan prisa Cubillo y jugadores en dar un giro al juego y resultados desplegados hasta la fecha o las cosas se pondrán feas a no mucho tardar. Esto se termina sin que te des cuenta.

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