Control absoluto hasta del detalle más nimio. Lo que la primera vez se tomó como una simple anécdota, un desliz sin mala intención, se ha envuelto en rango de norma. Todo cuenta a la hora de lograr el objetivo, incluso la visibilidad de la enfermería, que se ha convertido en área restringida, una zona de exclusión periodística, un arma secreta con la que empezar a ganar los partidos.

El Hércules, en cuatro ocasiones en lo que va de temporada, ha escondido su lista de altas y de bajas. Las únicas que se han hecho públicas nada más ser diagnosticadas han sido las de Acuña y Benja, que requirieron de la visita en persona a la clínica de los doctores Mariano de Prado y Pedro Ripoll, en Murcia. Ambos traumatólogos tienen por norma emitir un comunicado con sus intervenciones, no en vano son responsables de uno de los centros de medicina deportiva más relevantes del continente, uno de los pocos que disponen del sello de excelencia que concede la FIFA.

Cuando ambos quedan fuera de la ecuación, el Hércules se reserva el derecho de informar sobre las dolencias de sus futbolistas hasta, como máximo, 40 minutos antes del inicio de los encuentros. Y no lo hace voluntariamente, sino obligado por el reglamento de la competición. La primera vez sucedió con Pedro Sánchez en el debut liguero. Su ausencia de la convocatoria no fue oficial hasta que se le facilitó al colegiado la lista de titulares y suplentes para la elaboración del acta.

Sus molestias, sin tipificar públicamente, se mantuvieron en silencio. Los entrenamientos a puerta cerrada, las respuestas con evasivas de Cubillo en la sala de prensa y la redacción y publicación de las convocatorias sin nombres propios sustentadas en un lacónico «todos los disponibles», sin especificar quiénes son, contribuyen al éxito de esta estrategia del despiste.

Manu Garrido y Jon Erice, titulares en Paterna frente al Mestalla, entrenaron de forma intermitente la semana siguiente. Se redujo todo a molestias musculares. No se dieron pistas sobre la evolución, ni del alcance. De hecho, el preparador madrileño insistía en que no estaban descartados, que se trabajaría en su recuperación hasta el mismo domingo. En ningún caso se desestimó su presencia el domingo, pero ambos vivieron la jornada fuera del banquillo, lesionados.

El caso del mediocentro navarro es paradigmático. De él no se ha emitido ni parte médico oficial ni se dan pistas sobre cuándo volverá. Tiene afectado el sóleo y, por las semanas que lleva fuera, se desprende que sufre una rotura, pero son todo deducciones más o menos acertadas. Hasta ahora, solo ha disputado 81 minutos, los que sumó en el Antonio Puchades. Si lo que padece ahora es una recaída o un problema diferente al que le privó de estar disponible contra el Atzeneta es un misterio de puertas para afuera.

El último en sumarse a la lista de lesionados invisibles ha sido Raúl Ruiz. El canterano, con afectación en la zona isquiotibial, en una de las cabezas del bíceps femoral, se rompió un jueves. Al día siguiente, al ser interrogado Cubillo por el estado de la enfermería, el madrileño respondió sin incluirlo ni tan siquiera como duda, pasó de largo. Las sesiones de trabajo privadas contribuyeron a ocultar una baja segura de la que Gerard Albadalejo, preparador del Orihuela, no tuvo constancia hasta instantes antes del comienzo del derbi. 11 puntos de 15 posibles. Seguro que no son fruto del oscurantismo comunicativo, pero todo suma, piensan en el club.