El Hércules de David Cubillo sufre una bipolaridad manifiesta que le impide estar mejor en la clasificación, vivir más cerca del líder (del que ahora le separan 7 putos). De momento, se conforma con ser segundo del bloque B del Grupo 3. El equipo está superando su mejor estadística defensiva desde el regreso a Segunda B hace siete temporadas y rozando la peor ofensiva en este mismo periodo.

Los alicantinos han encajado solo dos goles en las siete jornadas de Liga que se llevan disputadas, uno de ellos lo recibió de penalti y el otro ante el líder Ibiza, ya en el tiempo de prolongación.

Estos registros superan a los que establecieron los equipos dirigidos por Lluis Planagumà y Luis García Tevenet, en las temporadas 2018-2019 y 2016-2017, respectivamente, en las que al Hércules le endosaron siete tantos con dos entrenadores que, como el madrileño, también gustaban del orden táctico y subrayaban la importancia de «madurar los partidos» desde atrás.

La solidez defensiva del conjunto alicantino contrasta con los del pasado campeonato, en los que el conjunto de la capital acumulaba ya, a estas mismas fechas, 12 dianas en contra, o sea, seis veces más.

En ataque, los pobres guarismos del Hércules, que únicamente ha sido capaz de sumar cinco tantos, solo han sido peores en el curso 2015-16, cuando al frente del equipo se encontraba Manolo Herrero, que, a pesar de su propuesta combinativa, de control de posesión y buen trato de la pelota, anotó cuatro goles en siete jornadas que marcaron el inicio de su declive en el banquillo herculano. Además, Cubillo aún no sabe lo que es ganar a domicilio ni ver puerta fuera de casa.