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CONTRACRÓNICA

Recalculando daños, espere...

La salida valiente y profunda del Hércules queda en nada después de implantar un trivote forzado que desdibujó al equipo y le envió un mensaje equivocado

Esteve señalamientras Appin aguardasu cambio.

Te cargas de razones y se te acaban disparando. Da igual si lo haces convencido, si lo has analizado, si tienes todos los escenarios previstos o si era lo que tocaba visto lo visto. Por mucho que se acote un acierto, el fallo en el sistema siempre encuentra el modo de partirte la cara. El éxito se oxida rápido, se corrompe enseguida, hay que vivir muy pendiente de él, si te despistas, se envilece. Alejandro Esteve está ante la ocasión de su vida. Lo sabe, lo asume, lo lee por todas partes, desea estar a la altura, no quiere defraudar a nadie. Pero tiene que librarse cuanto antes de ese peso para que la ansiedad no se lo coma.

Medidas arriesgadas con carga de profundidad

Dejar a Borja en el banquillo por decisión técnica después de haber sido titular once veces seguidas es de esas cosas que un entrenador hace por los motivos que solo él sabe... y que acaban trascendiendo antes o después. Muy seguro hay que estar de que un talento ofensivo como el del extremo no te será útil en ningún momento para no incluirlo en la convocatoria. Esteve quiere el balón, parece que no tanto a quien lo monopoliza...

Su equipo desplegó un ataque deslumbrante durante 25 minutos y luego fue superior al rival hasta el final de la primera parte. Lo arrinconó y pudo sentenciar, pero Buenacasa malogró la ocasión más clara. El ‘nuevo Hércules’, su Hércules, desprovisto de las trazas conservadoras de Cubillo, el que soñó en verano Carmelo del Pozo, estuvo a un paso de dar en las narices a todos los que preconizan aquello de «un gol y para casa» haciendo justo eso, ganar por la mínima, pero defendiendo y controlando al ritmo al que se juega adueñándose de la pelota, optimizando el talento, que no significa renunciar a defender, eso no pude dejar de hacerse nunca, jamás, ante nadie, bajo ningún concepto.

El desgaste físico al que obliga algo así pasó factura en la reanudación. A eso también estuvo atento el debutante. Movió su banquillo antes de que se le cayera el bloque, pero se equivocó con el mensaje, con un solo movimiento varió diametralmente el discurso. Retirar a Pedro Sánchez –con Borja en el limbo– para dar entrada a Appin cuando ya tienes dos mediocentros sobre el césped puede tener muchas explicaciones, pero ninguna de ellas se digiere bien, se atragantan todas.

Cambio de paradigma, de dibujo y de intenciones

Si a un colectivo con rutinas defensivas sólidas le aplicas un trivote todos los integrantes interpretan al segundo qué estás tratando de decirles con la maniobra. Si alejas a Moyita del área, se refuerza la idea de que la prioridad ya no es buscar el segundo y lo que se antojaba una mañana amable se acaba transformando en una bomba de humo que no te deja ver.

Mientras Gozálbez aprovechaba que ni Moyita ni Nani eran capaces de frenar la internada del hijo de Rufete para marcar de cabeza, sin oposición, entre Tano, Quintero y Armando (que no le encimaron), Esteve estaba decidiendo quién debía ser el siguiente recambio. Es probable que ni viera el empate, que se lo encontrara de sopetón.

En el Hércules no van bien las cosas ni cuando las cosas van bien, deberían grabárselo a fuego todos. En esta entidad se sabe cuando empieza el incendio, pero nunca cuando se sofoca. El cambio en el banquillo, inesperado, pertinente y arriesgado a partes iguales, prendió una mecha que debió apagarse ayer. No fue así.

Crecer como equipo no es sencillo, implantar nuevos conceptos con la maquinaria en marcha, sin margen, sin ensayo, es un camino proceloso, pero es el que toca transitar ahora. Nadie es la mejor versión de sí mismo la primera vez, nadie da todo lo que tiene ni aplica todo lo que sabe el día que se estrena en el trabajo de su vida. Pero las oportunidades son altamente inflamables, si no las coges al vuelo se desperdician... y siempre hay alguien que se alegra.

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