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ANÁLISIS

El caos y la vieja cultura del club

Los dos tropiezos de Esteve señalan a Del Pozo por el precipitado despido de Cubillo y le dejan cada vez más expuesto ante el acoso de Ramírez - El técnico de Benidorm intentó ser más ofensivo, pero el equipo es ahora menos fiable y seguro atrás

El director deportivo del Hércules Carmelo del Pozo, el pasado día 27 en el Rico Pérez.

Las urgencias del nuevo sistema de competición, en el que se acortan los plazos y se multiplica la exigencia, han terminado por contagiar al Hércules, que se ha instalado en el caos durante las dos últimas semanas con la destitución del entrenador que tenía al equipo segundo, David Cubillo; el relevo anoche de su sustituto, Alejandro Esteve, con el que no tenía ningún «feeling», el nombramiento de Manolo Díaz como tercer técnico y la salida del equipo de las tres primeras plazas que dan derecho a la lucha por el ascenso, el único objetivo de un club acostumbrado, por otra parte, a la convulsión y la inestabilidad. La deriva de malos resultados en la que ha entrado el equipo, que cumple un mes sin ganar a falta de sólo cinco partidos para el final de la primera fase, señala directamente al director deportivo, Carmelo del Pozo, por su «golpe de mano» en el banquillo. Con la llegada de Esteve y sus extrañas decisiones en las convocatorias, alineaciones y cambios, el Hércules quiso ser más ofensivo y protagonista en los partidos, pero ha perdido fiabilidad y seguridad defensiva, primeras tareas pendientes para un Manolo Díaz con cinco «finales» por delante.

DESCONCIERTO

Las «revoluciones» sin causa y sin resultado de Esteve antes y durante sus dos partidos

Esteve quiso dejar su sello desde el primer momento en el equipo, pero da la sensación de que se pasó de frenada. En su primer partido ante el Valencia-Mestalla prescindió de dos de los jugadores más regulares de la temporada, Borja Martínez y Kévin Appin. Al extremo alicantino lo mandó directamente a la grada y al francés al banquillo. El pasado domingo, ambos fueron titulares en Santa Eulalia y disputaron los 95 minutos del partido. Sobre el infame césped de la Peña Deportiva hizo debutar al lateral izquierdo Álex Martínez, que llevaba más de un año sin competir, en lugar del canterano Nani, que fue esta vez el señalado y se quedó en Alicante. En su estreno, Esteve apostó de lleno por «vacas sagradas» del vestuario como Jon Erice, Pedro Sánchez o Armando, que no han demostrado en estos dos partidos ese rol de jugadores diferenciales. Ya con los partidos en marcha, las sustituciones tampoco han sido el fuerte del nuevo entrenador. El domingo decidió dos cambios en el minuto 90, cuando su equipo buscaba el empate a la desesperada, paró el ritmo de los suyos y sacó del campo a Raúl Ruiz, que estaba llegando con bastante peligro por su banda derecha. Y ante el Mestalla, con 1-0 a favor, retiró del campo a Pedro Sánchez para dar entrada a Appin y pasar a jugar con tres mediocentros defensivos, junto a Erice y Armando. El discurso del juego ofensivo y del paso adelante en ataque se vino abajo con un claro mensaje conservador a los jugadores y un creciente descontrol del partido, que acabó en empate. Mejoró claramente la propuesta de Esteve en Santa Eulalia, en cuanto a intensidad y protagonismo del equipo, pero lo que ganó en intención y voluntad, lo perdió en seguridad defensiva con dos despistes graves que acabaron en sendos goles de la Peña. El Hércules ha dejado de ser fiable y eficaz, dos de las virtudes que, a falta de brillantez en el juego, le mantuvieron desde el principio de la temporada entre los tres primeros para pelear por el ascenso y la Liga Pro. Ahora, y a expensas de los resultados inmediatos, ya no dependerá de sí mismo si no gana en Villarreal.

BAJAS MUY SENSIBLES

Tano-Moisés-Moyita-Acuña, pesa en exceso la ausencia de la columna vertebral del equipo

En una de las plantillas más caras de la categoría, confeccionada a conciencia para contar con dos hombres de garantía por puesto como mínimo, las bajas no pueden ser una excusa, pero sí sirven de argumento para explicar el desplome del equipo. Con Esteve y con Cubillo. Ante la Peña Deportiva no pudieron jugar ninguno de los dos centrales habituales, Tano Bonnín y Moisés García, los grandes artífices de la seguridad defensiva, ahora perdida: los blanquiazules llevan tres partidos seguidos sin dejar la portería a cero y han encajado cinco goles, casi el doble de los tres que recibieron en los 10 partidos anteriores. Tano y Moisés pueden volver el domingo (12.00) en Orihuela para intentar frenar la sangría. El joven Teo Quintero ha cumplido cuando ha faltado uno de los dos titulares, pero la doble ausencia ha pesado demasiado. Y en la fase ofensiva, aún escuecen más las dos bajas de los dos únicos futbolistas sin relevo claro en el vestuario: Moyita, y Acuña. La imaginación y el gol; el último pase y la pegada decisiva. Entre la legión de mediocentros del equipo -Appin, Erice, Armando, Diego Benito y Sidoel, que llegó para cubrir la marcha de Pedro Torres-, ninguno puede asumir las funciones de creación de Moyita, convertido en el faro de este Hércules y en un serio quebradero de cabeza cuando no está. Los blanquiazules han perdido los dos últimos partidos en los que no jugó el sevillano, en Santa Eulalia y en Atzeneta, y sólo cayeron en uno de los 10 en los que sí participó (1-0 en Ibiza en el último minuto). La otra baja especialmente sensible es la de Acuña, a la vista de los graves problemas de eficacia goleadora del Hércules, que sólo ha marcado dos goles en los últimos cuatro partidos. Buenacasa tuvo en sus pies, solo ante el portero, el 0-1 el pasado domingo y el 2-0 el anterior, pero el maño no es el paraguayo.

VIEJOS MALOS HÁBITOS

Del Pozo en el foco y los palos en las ruedas desde dentro

Con poderes plenipotenciarios en la parcela deportiva, Del Pozo asume plenamente la decisión del relevo en el banquillo al pensar que el equipo iba a menos, pese a ser segundo en la tabla. La responsabilidad es suya y le pone directamente en el foco. Ya estaba expuesto desde el principio, como «paraguas» de todas las tormentas que descargan sobre la entidad, y ahora lo está aún más. Los malos resultados de Esteve dejan en evidencia a Carmelo, que sabe que también se juega el puesto. Y arriesga su futuro inmediato con muy poca ayuda desde dentro del club, en el que la presión y la queja del accionista Juan Carlos Ramírez sigue siendo asfixiante y está por ver cuál es el papel que juega en los nuevos enredos el antecesor de Del Pozo y ahora ojeador del Rayo, Javier Portillo. Arrancó la campaña bajo el lema de la «nueva cultura de club», pero el campo de entrenamiento de Fontcalent avanza a paso de tortuga, el servicio médico pasa con cuentagotas por el Rico Pérez, pese a la plaga de lesiones, y los abonados aún esperan el reintegro de los partidos que no se disputaron la temporada pasada por la pandemia. Ni nueva, ni cultura, ni club.

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