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El año del covid: del pánico a Tercera al «shock» de Villarreal

El Hércules ha pasado en los 12 meses de pandemia de la angustia por evitar un descenso catastrófico a la zozobra tras caer el sábado - La crisis deportiva se mantiene y amenaza ahora el nuevo proyecto de Del Pozo

El lateral del Hércules Raúl se lamenta en la visita al Ebro, en el último partido del curso pasado.

Del pánico a la incertidumbre. Así ha transcurrido el año de la pandemia para el Hércules, que ha pasado de la angustia por evitar el descenso a Tercera División a la zozobra por la derrota del pasado sábado en Villarreal que le saca de la tercera plaza y le aleja a falta de dos jornadas del objetivo primordial del nuevo proyecto que encabeza Carmelo del Pozo: acabar entre los tres primeros para jugar la nueva Liga Pro y aspirar al ascenso al fútbol profesional. La figura del director deportivo segoviano es el principal nombre propio del Hércules en estos 12 meses de fatiga y hastío pandémicos, que se iniciaron el 8 de marzo de 2020 con el último partido oficial de la pasada temporada (0-0 en la visita al Ebro en Zaragoza) y se cierran con el batacazo del sábado ante el filial y la incertidumbre por el alcance de la lesión en la rodilla del fichaje-estrella de esta temporada, el delantero paraguayo Toro Acuña. También ha habido otros nombres propios entre los dos últimos 8-M: el expresidente Quique Hernández, que dimitió por segunda vez por desavenencias con los dueños Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez para recalar en el Intercity, la larga nómina de entrenadores que suele acompañar las malas rachas del equipo (David Cubillo, Alejandro Esteve y el actual Manolo Díaz) y hasta el de Manuel Palomar, exrector de la Universidad de Alicante, reclutado por Ortiz para dirigir del Club de Empresas del club o la comisión del centenario que se celebra el próximo año, aunque son iniciativas paralizadas de momento, de las que no se ha vuelto a saber nada.

El Hércules depende de terceros para lograr acabar entre los tres primeros

El Hércules depende de terceros para lograr acabar entre los tres primeros INFORMACIÓN TV

El 8 de marzo de 2020 el Hércules acudió a un barrio de Zaragoza con el agua al cuello, situado en puestos de descenso a Tercera, a dos puntos de la salvación y después de cuatro jornadas consecutivas sin marcar. El entrenador era entonces un «hombre de la casa», Antonio Moreno, actual técnico del filial, al que el club acudió a la desesperada para intentar enderezar el rumbo de una nave a la deriva tras los despidos de tres preparadores desde el comienzo del curso: Llluís Planagumà, Jesús Muñoz y Vicente Mir.

El conjunto blanquiazul, que la temporada anterior perdió la final por el ascenso a Segunda A ante la Ponferradina, había entrado en barrena tras la decepción por la derrota en El Toralín: Planagumà renovó sin ganas y enfrentado al entonces director deportivo Javier Portillo     -yerno del propietario Ortiz-, la plantilla no respondió nunca a las expectativas y la «revolución» del mercado de invierno pilotada por el accionista Ramírez fue un fiasco y empeoró aún más la situación con altas y bajas que debilitaron a un vestuario sin norte y a la deriva. 

Con el miedo en el cuerpo por la seria amenaza de descenso a una categoría en la que nunca ha militado el Hércules en sus 99 años de historia, aquel equipo de Moreno (Falcón; Álvaro Pérez, Perone, Íñiguez, Nani; Raúl Ruiz, Pedro Torres, Yeray, Jesús Alfaro; Vergos y Benja) tampoco pasó del empate sin goles en su visita al Ebro, en el último partido de la peor temporada que se recuerda en el club.

El centrocampista del Hércules Moyita gesticula el pasado sábado en Villarreal ante el filial. GABI UTIEL/MEDITERRÁNEO

Con 25 puntos en 28 partidos, el conjunto alicantino era antepenúltimo en la tabla, a dos puntos de la permanencia y a falta de 10 jornadas para el final del campeonato. En ese momento crítico la pandemia comenzó a golpear con fuerza en todo el mundo, el estado de alarma en España paralizó las competiciones una semana después, el 14 de marzo, y, tras semanas de incertidumbre sobre el futuro de las Ligas, el milagro llegó en los despachos dos meses después. El 8 de mayo la Federación Española decidió suspender el campeonato por la crisis del coronavirus y anuló los descensos de categoría.

Camino del centenario, la entidad blanquiazul salvó «in extremis» y en las oficinas de la RFEF la posible deshonra de un descenso a la cuarta categoría del fútbol español, pero no fue capaz de reconducir su estabilidad institucional. A finales de mayo, el entonces presidente Quique Hernández presentó su dimisión por segunda vez en menos de dos años y cuatro meses después de su regreso al cargo al no llegar a un entendimiento con Ortiz y Ramírez para «profesionalizar» el club.

En ese segundo divorcio entre los dirigentes ya estaba sobre la mesa el nombre de Del Pozo, que se convirtió al final en la gran obsesión de Ortiz para liderar «la nueva cultura de club» que pretendía implantar en la entidad blanquiazul. Le costó Dios y ayuda al máximo accionista convencer al segoviano, que en verano planificó una plantilla amplia y compensada para afrontar el reto del ascenso. La puso en manos del exentrenador del Marbella David Cubillo y los comienzos fueron prometedores en cuanto a resultados con el equipo siempre entre los tres primeros en una temporada insólita con los estadios casi siempre cerrados al público por la pandemia.

No obstante, la tendencia conservadora de Cubillo llevó a Del Pozo a tomar la arriesgada decisión de sustituirle con el equipo segundo a finales de enero. Tomó el relevo su segundo, Alejandro Esteve, que tuvo que salir dos jornadas después de un empate y una derrota para dejar el banquillo a Manolo Díaz. Tras un buen inicio, con victoria ante el líder Ibiza, el Hércules se volvió a estrellar el sábado pasado en Villarreal, perdió la tercera plaza y a Acuña por lesión para seguir instalado en la crisis estructural que dura ya siete largos años en el pozo de Segunda B.

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