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UN GOL AL ARCO IRIS

El patrimonio real y la lechera

Ahí sigue la fiel afición herculana, a pesar del ninguneo y el descuido de los dueños del club

Los herculanos Pedro Sánchez y Abde felicitan a Pastorini tras su gol del sábado al Badalona.

Un gol, un solitario gol ha desatado las ilusiones. Un partido ganado en casa, uno tras cuatro perdidos, ha infundido un hálito de esperanza en la afición herculana, incluso se percibe en los medios de comunicación que recogen declaraciones de los protagonistas y análisis sobre la posible permanencia del equipo en la nueva categoría, la para algunos ya no tan maldita Segunda B. El optimismo tras la agónica victoria ante el Badalona, sexto del subgrupo catalán, y con una eficacia goleadora similar a la del Hércules, o sea más bien pobre, se ha instalado en la familia herculana como último recurso para intentar la «hazaña» de seguir militando en la tercera división del fútbol patrio. Desde el entrenador que surgió en la fábrica merengue, pasando por el nuevo y estelar fichaje, Pastorini delantero uruguayo autor del solitario gol blanquiazul pero que únicamente lleva algo más de 20 goles en su dilatada carrera, y terminando por afamados cronistas, intentan con toda su buena voluntad, insuflar positivismo a la decaída familia herculana, para que el equipo vuelva a resurgir.

La afición quiere creer, porque además de ser posiblemente una de las mejores que hay en España, tiene la imperiosa necesidad de agarrarse al último clavo ardiendo, de construirse aunque sea castillos en el aire, de obviar la triste y desolada realidad de su equipo. No tendrá queja la propiedad del verdadero patrimonio que tiene el Hércules, el conjunto de sus seguidores. La actual plantilla no está a la altura de la afición herculana, nada ni nadie le puede disputar ese puesto de privilegio en el patrimonio herculano.

Esos generosos y benévolos 5.000 que han poblado las gradas del Rico Pérez durante esta travesía en el desierto que han sido estos siete años en la maldita Segunda B. Esos son el verdadero patrimonio de la entidad.

A pesar de las cruentas decepciones que llevan soportando año tras año, siguen ahí, tras el equipo, con el equipo, apasionándose con las escasas alegrías de estos últimos años, devolviendo con creces, con ánimo y apoyo, cualquier momento de esperanza habido en la temporada, incluso cuando la revertida situación ha colocado al club intentando salvar los muebles de un naufragio cuando estaba programado para glorias mayores que nunca se logran alcanzar.

Aún así ni se la cuida, ni se la respeta. Los acontecimientos de principio de temporada con los abonos así lo atestiguan. Los mohínes de la propiedad hacia las gradas, actualmente vacías por el maldito bicho, han sido constantes.

Los socios que ha ido incorporando nunca han considerado a la familia herculana, ni a las peñas, ni a las asociaciones, más bien las han ninguneado y maltratado, y como mucho utilizado aprovechando su entrega por los colores blanquiazules. El mayor patrimonio del club es obviado sistemáticamente por quienes dirigen la nao herculana. Pero que sepan quienes hoy en día ocupan los despachos de Zarandieta que al fin y al cabo son aves pasajeras, aunque mortalmente cansinas, mientras que el aficionado de a pie siempre estará dónde y cuándo su equipo lo necesite.

Ojalá se cumplieran esos castillos en el aire que son esas expectativas victoriosas contra los clubes catalanes, nada más que por ver la alegría de una afición que tras el fracaso del objetivo primigenio, se conforma con mantener la categoría.

Ojalá no se derrame ni un litro del cántaro por cualquier tropiezo del equipo, a los que estamos tan acostumbrados, y le ocurra lo que a la lechera de Samaniego. Partido a partido, Cholo Simeone, en tus manos encomendamos nuestro equipo.

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