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UN GOL AL ARCO IRIS

Depender de sí mismo

La plantilla del Hércules

Seguramente, el alicantino Raúl Ruiz haya perdido la perspectiva, tras estar dándole al balón por esos campos una década, de lo que es o significa el Hércules, el equipo de su tierra en donde dio sus primeros pasos como profesional, cuando afirmaba hace, unos días que, dada la situación del equipo, debiera ser considerado como un ascenso conseguir mantenerse el la Liga Pro, categoría que suple a la maldita Segunda B.

Pues hasta ahí podíamos llegar en el conformismo. No es extraño que el equipo se encuentre en una situación que depende de un hilo, más que de sí mismo, con pensamientos como el del jugador herculano. Vamos a ver si nos entendemos, mantenerse en la Liga Pro es un fracaso, bajar a la cuarta categoría sería un desastre que pudiera llevar, incluso, hasta a la desaparición del club, de una institución centenaria que lo es desde el 2019, aunque oficialmente no se reconozca por los próceres federativos.

Así que no vendamos humo Raúl, a aplicarse en el terreno de juego, a ganar lo que no se supo hacer en la primera fase de esta liga de locos en los últimos cinco partidos, y a reconocer con humildad el fracaso de una plantilla que ha estado muy, muy por debajo del nivel que se le exigía.

Con estos antecedentes llenos de petulancia a nivel individual y los más en situaciones similares en pasadas temporadas, depender de sí mismo para lograr no descender, se torna, si acaso, demasiado peligroso para la consecución final del último de los objetivos, que se han ido cambiando según las circunstancias que rodeaban al club. Cuando el Hércules, durante estos siete años infernales en la maldita Segunda B, ha dependido de sí mismo, tras resultados que le favorecían no sabiendo aprovecharlos, para encaramarse a los puestos de promoción, y no digamos ya al liderato, la ha liado parda con pertinaz constancia.

Este Hércules no ofrece garantía alguna de que la dependencia de sí mismo sea considerada como elemento positivo y esperanzador de lograr el objetivo de no descender al limbo de la cuarta división nacional.

Cinco partidos, cinco, que dirían los taurinos, restan para salir de una vez de este amargo trago que ha sido la segunda temporada en pandemia. Tres en casa y dos a domicilio, todos contra los equipos catalanes. Por el momento el Hércules esta fuera de los dos puestos que dan acceso a la nueva Primera División de la RFEF, no tienen el más mínimo de los recatos a la hora de bautizar a la categoría.

Cornellà y Llagostera comandan la clasificación, con un Lleida, presionando, y un Badalona que mantiene sus opciones de momento. Ganar los cinco partidos parece misión imposible para un equipo que de lo errático ha hecho su constante caminar desde el inicio de la temporada. Habrá que confiar, más que en las victorias del Hércules, en lo fallos de los rivales catalanes, en que tanto La Nucía como el Atlético Levante le echen una mano a los blanquiazules.

Lo que para un equipo grande, el Hércules (que lleva años renunciando a este adjetivo calificativo), sería un aspecto positivo, depender de sí mismo, en este Hércules no es más aplicable que una de las acepciones de dependencia, situación en la que no se puede valer por sí mismo.

Volvamos a utilizar una vez más la interjección que denota un vivo deseo de que suceda algo, «ojalá» se vea el Hércules la próxima temporada, la de su centenario, luchando en esa nueva maraña para poder ascender a Segunda División desde la Liga Pro.

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