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CRÓNICA

La maravilla que le faltaba al Hércules

El Hércules firma su mejor partido de la temporada, enlaza la tercera victoria y se sitúa como colíder del grupo 3-D con una ejecución de ataque y defensa impecable - Los goles de Pedro Sánchez y Moyita certificaron la superioridad

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Exhibición del Hércules para derrotar al Llagostera ALEX DOMÍNGUEZ

Del parón al vuelo. De la razón perdida, al desarrollo futbolístico impecable. Del desastre, al camino correcto, de no creer en nada y en nadie, a recuperar la fe de modo súbito gracias a la honestidad de un extremo singular capaz de todo con solo 19 años. El derroche de condiciones exhibido ayer por Abde pese a estar sujeto a las estrictas leyes nutricionales del Ramadán sirve, entre otras muchas cosas, para entender que el fútbol es un deporte bello cuando empujas, cuando decides ir, cuando no te arrugas, cuando no te sientes inferior al que tienes delante.

El Hércules sumó ayer su tercera victoria seguida, un hito insólito en los últimos dos cursos. La logró sin cortapisas, sin rarezas, sin dobleces, volando por momentos, sitiando la portería de Marcos Pérez de manera incesante, sin dejarse atrapar por la ansiedad que entierra a quienes se conforman con querer la mitad de lo que necesitan.

La maravilla que faltaba se vio ayer. Fue a regañadientes, casi a escondidas. Con menos público de lo que merecía un alegato a la tenencia de la pelota como el que selló ayer el bloque de Manolo Díaz. Pero ocurrió y, a diferencia de otras ocasiones menos emotivas, sirvió para mucho, para ratificar la eclosión de un joven marroquí pleno de fútbol, del ofensivo y del otro, el del trabajo en equipo para cerrarle al adversario los caminos hacia la portería.

Kévin Appin no pudo acabar por molestias musculares y es más que duda para viajar mañana a Badalona

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El Hércules minimizó al Llagostera, le volvió invisible, le convirtió en una caricatura. Lo hizo desde el primer balón que tocó Abde y que el árbitro se empeñó en no premiar con un penalti en apariencia muy claro. Su centro, después de atravesar a Pere Martínez, pegó en la mano del defensor, pero el tinerfeño Alexander González hizo la vista gorda.

Había tanto en juego que Pedro Sánchez, el pilar sobre el que se apoya el resurgimiento, se lo recriminó en voz muy alta. Vio amarilla y no estará en Badalona el sábado. En otro momento, en otra dinámica, el detalle hubiera reventado el partido. No pasó. El conjunto alicantino recuperó la compostura y, con ella, el control absoluto del balón. Un monólogo de posesión con traslados prácticos, de presión, de contención defensiva y exuberancia del centro del campo hacia arriba. Encontró espacios y cuando los catalanes los tapaban a duras penas, los fabricó por fuera, con cambios de juego pertinentes, con los laterales doblando a los interiores, con la mejor versión de todos.

La sucesión de ocasiones no cejaba. Un goteo constante de presencias en el área gerundense, la mayoría peligrosas. Todo bien, menos el gol... otra vez. Pero esta vez no pasó factura, no hizo mella. El equipo siguió jugando igual, apostando por imponer el ritmo del partido, por no especular, por empeñarse a derribar a puñetazos el umbral de la mala suerte. Disparos, centros laterales, remates de cabeza, traslados de banda a banda con el balón pasando por los dos laterales. Pastorini abrochaba entre líneas, Manu atraía a los dos centrales, Moyita y Pedro se encontraban siempre. Y mientras Appin le guardaba la espalda a todos, Abde florecía, se agrandaba, iba, venía, regateaba una y otra vez al pobre Pere, desbordado, retratado, fuera de sí.

El colegiado dejó sin señalar un penalti muy claro en el área catalana en el primer minuto forzado por Abde

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Todo lo que hizo el extremo marroquí tuvo un sentido colectivo... que siempre es lo más difícil. Sirvió asistencias que debieron permitir al Hércules llegar al descanso con una renta significativa. No fue posible, la resurrección de los equipos que, como el Hércules, adolecen de fatalidad, no se logra en 45 minutos.

La segunda mitad arrancó igual, con los mismos protagonistas e idéntica grandeza blanquiazul. Cada viaje al marco gerundense era un aviso de lo que no podía resistirse más. El pesimismo no cabe en la cabeza de quien solo aspira a ganar. Falta a favor del Hércules. Minuto 66. Pedro Sánchez gira el balón para encontrar la mejor zona por la que patear. Movimientos de arrastre de los posibles rematadores y golpeo exquisito. La trayectoria en arco que describe la pelota parece que quema. Nadie se pone en medio, solo Moisés lo intenta, pero no llega. El balón sigue volando y cuando Marcos trata de reaccionar ya es tarde, se cuela en la red protagonizando la secuela mágica del tanto olímpico de Cornellà.

Llegó la paz de golpe, el alivio, la ingravidez... y empezaron a flaquear las fuerzas. Una puesta en escena tan descomunal no puede acabar de otra manera. El Llagostera, maniatado, reducido a la mínima expresión, trató de desperezarse. Lo hizo. Empezó a pisar partes del campo inéditas para ellos hasta ese instante. El mal augurio que pesa sobre quienes se familiarizan con el desastre planeo sobre un Rico Pérez resplandeciente.

Cuando, después de una combinación en la banda, la pelota le llegó bien servida a Dubasin, rodada, su golpeo con toda la mala intención de la que fue capaz lo detuvo Falcón. El capitán era el único que restaba por lacrar con su sello la maravilla que faltaba, la que necesitaba el herculanismo, huérfano de bondades, de aciertos, de esperanzas a las que asirse, de referentes a los que admirar.

Pero lo más memorable lo dejó para el archivo inmoral de la efervescencia Moyita. El diez cazó un balón en el medio del campo e inició una conducción hacia la portería de rasgos épicos. Por el camino, sin perder de vista la pelota, controlando el tiempo y el espacio a su antojo, se libró de dos defensas y, dentro del área, culminó una maniobra maravillosa ante la que nada pudo hacer el omnipresente guardameta del Llagostera. Triunfo exultante, amplio, vibrante. Victoria rotunda. La tercera consecutiva. La confirmación de que Manolo Díaz ha encontrado el camino por el que debe transitar su equipo para llegar a la liga Pro. Para Badalona se caen Appin y Pedro Sánchez, el primero por lesión y el segundo por valiente. Queda menos... pero aún queda, sigan creyendo, todavía se puede.

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