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Pedro y el lobo de la cuarta división

El Hércules se empeña, un año más, en complicarse la vida y la opción del descenso ya es una realidad en el Rico Pérez

Pedro Sánchez se lamenta tras un error cometido en el duelo frente al Cornellà, ayer. | ALEX DOMÍNGUEZ

Usted, paciente y sufrido lector, conoce la historia de Pedro y el lobo. Nos la contaban de pequeños, para enseñarnos, por un lado a no mentir, por otro a no confiarnos demasiado. A hacer las cosas cuando se debe y como se debe. Alguien debería llevar una buena remesa de libros con este cuento al estadio José Rico Pérez. De tanto mentar al lobo, al final al Hércules se lo van a comer.

En este caso, el lobo se llama cuarta división. O Segunda RFEF. Igual tiene algún otro nombre, váyase a saber en esta reorganización de las categorías que desquicia al aficionado del fútbol modesto español. Sobre todo al del equipo que sufre. Porque uno cuando gana, le da igual que sea para celebrar un ascenso, dos o tres. Pero cuando encima pierde, uno ya no sabe ni la categoría en la que está ni en la que se le espera.

El Hércules lleva muchos años llamando al lobo. Demasiados. En el césped y en los despachos. Por centrarnos en lo deportivo, ahí está lo acaecido en la campaña pasada. La pandemia posiblemente evitó un dramático descenso de categoría, con un Hércules asomado al abismo en el tramo final de competición. La anulación de la temporada dio una nueva oportunidad de aprender. Uno de los principios de Bruce Wayne, encarnado por un magnífico Christian Bale, en una de las películas más recientes de Batman es que nos caemos para aprender a levantarnos. El Hércules se ha caído ya demasiadas veces. Y da la sensación de que cada vez se levanta peor.

Y eso que el partido frente al Cornellà no podía empezar de mejor manera: público en la grada y expulsión (muy rigurosa, bendita ausencia del VAR) de un rival en el minuto 2. Se pitó como en ese fútbol que llaman de toda la vida: grita, protesta y aprovecha la confusión del árbitro. Toda una minutada por delante para ganar y dar un paso de gigante de cara al objetivo de alcanzar una de las dos plazas de Primera RFEF.

Pero no fue el día. Manu Garrido, héroe hace una semana, lo intentó por tierra, mar y aire. No marcó. El prometedor Abde agachó demasiado la cabeza. Le faltó jugar con porte recio y noble para, además de virguear, asistir. El drama estuvo en la defensa. En los dos goles, pero especialmente en el segundo. Los zagueros se contagiaron del cierto tono de parsimonia que acompañó al equipo hasta el 0-2, que no estaba siendo malo para generar ocasiones, pero sí para ganar. Drama total.

Y cuando el Hércules quiso revolucionar el choque, el Cornellà le estaba esperando. Buenacasa rascó un penalti y los catalanes se manejaron perfectamente en el «otro fútbol». Los de Manolo Díaz ni en el «otro», ni en «este» ni en «aquel». Pedro Sánchez fue la imagen de la desesperación final, con muchos intentos, pero más errores. El lobo ya vuelve a rondar por el Rico Pérez. Y si el Hércules se duerme se lo comerá.

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