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La encrucijada de Ortiz

A favor del abogado juega su pasado en el Barça y ser un rostro ajeno al que consumó el descenso del Hércules

Enrique Ortiz fuma un cigarro habano en el palco del Rico Pérez, con Valentín Botella a su derecha. | JOSE NAVARRO

Sin socio inversor y sin oferta de compra. En esta coyuntura, el 22º proyecto de Enrique Ortiz como propietario del Hércules deja al constructor alicantino atrapado en una encrucijada de difícil encaje. O delega la gestión de su dinero a un extraño o asume en primera persona la responsabilidad de administrar el presupuesto, uno netamente a la baja al que costará revestir de la pátina de ambición que siempre han tenido las plantillas blanquiazules en las anteriores temporadas sin importar en la categoría en la que compitieran.

Al empresario le está costando digerir una paradoja terrible. Su club ha tocado fondo justo en el año que él ha puesto más de su parte para agradar a todo el entorno. Ortiz apostó por un director deportivo de consenso, profesional y con referencias contrastadas capaz de confeccionar plantillas por valores muy ajustados, sacó a Juan Carlos Ramírez de la ecuación (es verdad que solo en el tramo final) y, en la medida de lo posible, ha impedido las injerencias en el trabajo de la secretaría técnica incluso a costa de sus propios intereses familiares.

Pero es que en el fútbol, a diferencia de lo que sucede en cualquier sociedad mercantil, concurren factores imposibles de predecir. Haces todo para ganar y pierdes. También ocurre al revés, pero tanto un supuesto como otro se repiten pocas veces, aferrarse a las excepciones para bajar los brazos no soluciona el problema, mas bien lo agrava.

Ortiz necesita a Toni Freixa aunque solo sea para poder presentar una cara diferente a las que participaron en el desastre consumado en la última jornada de liga. Pero necesita aún más el dinero que ya sabe que el abogado no le puede aportar de manera directa. El ejemplo de Jesús García Pitarch, de infausto recuerdo, dispara los reparos a poner el patrimonio personal en manos de un extraño que, además, no solo no se juega nada, sino que, además, acarrea un gasto, otro más, porque nadie regala su tiempo y sus ideas.

El letrado está convencido de que puede reeditar en Alicante el modelo que ya le funcionó en el conjunto culé durante su exitosa etapa al lado de Joan Laporta en la junta directiva blaugrana. Pero, por más buenas intenciones que tenga el especialista en derecho deportivo, lo que pide es un acto de fe mayúsculo por razones obvias. Aquel escenario barcelonista dista mucho de parecerse al que ahora lastra a un herculanismo roto por los cuatro costados y, sujeto como todos, a la incertidumbre poscovid. Están tan lejos, que la comparación sonroja.

A Ortiz le gustaría que su nuevo mánager general, si finalmente acepta su plan económico, se haga cargo de sus buenas intenciones, que avale sus pronósticos, que no se limite a añadir números a la contabilidad y que si luego no se logran los objetivos sea el fundador del grupo Cívica quien extienda el cheque para tapar el agujero.

Freixa, a diferencia de Ramírez, esto no puede hacerlo... ni quiere. Lo suyo es otra cosa, es gestión basada en hipótesis optimistas, en estrategias de marketing novedosas, en mercadotecnia futbolística agresiva que no tienen en cuenta ni la idiosincrasia de la entidad blanquiazul ni la delicada relación que esta mantiene con su masa social... por no decir tensa.

Rechazar a Freixa es renunciar a un escudo, a alguien a quien presentar como paradigma de un cambio de rumbo, a un individuo con un conocimiento exhaustivo del fútbol profesional. La Segunda RFEF es otro mundo bien distinto, y es probable que lo que sirve para amueblar un ático de lujo, chirríe en un sótano sin ventanas lleno de humedades.

Ortiz tiene muy claro el techo de gasto personal para la nueva temporada y no lo quiere rebasar bajo ningún concepto. Freixa se ve capaz de administrarle el club a ese precio aunque nadie más que él lo vea dentro de la secretaría técnica porque una cosa son los balances financieros y otra muy diferente los partidos de fútbol. El tiempo pasa y el Hércules 2021-2022 no arranca. El abogado regresó ayer a Barcelona, pero volverá, solo basta que el propietaria decida si tendrá que hacerlo muchas veces más.

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