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Bikoro, cazado al vuelo

El mediocentro del Hércules desvela que Del Pozo le hizo la primera propuesta tras el pitido final del partido contra el Badalona

Federico Bikoro, ayer, en el césped del estadio.

Distraído. Sin levantar la mirada de su celular. Absorto en la pantalla, ajeno al revuelo de personas que deambulan por el patio de caballos del Rico Pérez a media mañana. Bikoro sonríe con facilidad a quienes se acercan a saludarle, pero inmediatamente vuelve a centrarse en el destello de los píxeles que le salpican el rostro.

Está tranquilo y cuando escucha el cierre metálico de las puertas de la oficina, se guarda el móvil en el bolsillo y se abraza a Carmelo del Pozo, que llega por fin. Juntos inician el protocolo de presentación de los futbolistas, un ritual redundante que rara vez deja algo que poder elevar a la categoría de recuerdo. Ayer no fue una de esas veces. Ayer, el mediocentro guineano –con pasaporte camerunés y solo 25 años– hizo una revelación porque, a diferencia de otros compañeros suyos, respondió a las preguntas desactivando el piloto automático, clavándole los ojos a su interlocutor, unos blancos y profundos que están a la altura de su voz.

«Sabía que acabaría en el Hércules y se lo dije a mi agente. Al final del partido que jugué en este estadio con el Badalona, Carmelo se me acercó por detrás y me dijo al oído que me quería en su equipo», desveló el centrocampista, que al final de curso debía volver a Zaragoza.

Aquel empeño de Del Pozo tuvo continuidad. «Cuando me volvió a insistir, como me había prometido, supe que me quería de verdad, que tenía mucha confianza en mi juego, en mis aptitudes, así que cuando mi club me dijo qué quería hacer, le respondí que quería jugar en el Hércules», explicó Bikoro sin dejar de sonreír.

Para el mediocentro africano, su nuevo destino «es ideal para profesionales que quieren crecer, que quieren darse a conocer, hacerse un nombre, labrarse un futuro», por eso, nada más acabar el encuentro con el Badalona, de vuelta a casa, buscó la historia del club para el que trabajaba el hombre que acababa de captar todo su interés.

«Ves la cantidad de nombres importantes que han jugado aquí, ves el estadio, el historial y te das cuenta de que este equipo, ahora mismo, está muy lejos de la categoría que se merece», aseguró refrendando la opinión mayoritaria del vestuario. «Las cosas no me han salido todo lo bien que esperaba desde que me marché de Teruel, pero es que nunca me han dado continuidad después. Sabía que en Zaragoza hay mucha competencia de gente muy veterana y con mucho peso en el club ocupando mi misma demarcación, así que tengo que buscarla fuera. Si aquí tengo continuidad, espero poder unir mi nombre al de los futbolistas que han dejado huella en el Hércules», tal y como hizo el año pasado el hombre al que sustituye: Kevin Appin.

«No he venido para borrar el nombre de nadie, él hizo las cosas bien y no hay que olvidarlas. Somos diferentes, pero yo, como él, estoy aquí para que mi nombre perdure, para dar lo que pueda y conseguir todo lo que nos propongamos», aventuró.

«Viendo el nivel de los entrenamientos, vamos a pelear por todo. El equipo que se ha hecho es muy bueno», subrayó el centrocampista de Guinea Ecuatorial», que, antes de acabar su intervención, reveló otro trazo que le define: «Cuando me enteré de que me iba a entrenar alguien que había jugado en mi misma posición busqué vídeos de él porque no le conocía y me llevé una sorpresa, era bueno. Tengo suerte de que me dirija él, voy a aprender mucho». Todo bien.

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