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Sergio Mora se harta del rojo

El entrenador del Hércules mantiene una larga charla con sus futbolistas para exigirles autocontrol y recordarles todos los condicionantes del arbitraje en la cuarta categoría - El reglamento interno contempla multas para las expulsiones «evitables»

Sergio Mora se dirige a todos los jugadores en el entrenamiento.

Los malos hábitos son como las informaciones falsas, se propagan rápido y se contagian deprisa. Para evitar que la adicción al rojo del Hércules se perpetúe, Sergio Mora ha decidido cortar de raíz. La primera vez le pudo parecer casual, la segunda un desatino... a la sexta ha entendido que si no lo ataja, su proyecto salta por los aires antes de enero. «Cada partido es un numerito», dijo sensiblemente molesto en la sala de prensa de Alzira después de encajar un 4-0 y ver a dos de sus futbolistas excluidos, otra vez.

La anomalía es sobrecogedora: seis tarjetas rojas en cuatro partidos, los primeros de Liga. Nadie iguala ese registro en todo el fútbol español. En el último partido de pretemporada, frente al Callosa, en casa, siete días antes del inicio del campeonato, Solbes, nada más salir al campo, se fue a la ducha estableciendo una conducta que ya se ha convertido en una manía autodestructiva.

El entrenador madrileño, en su primera aventura como técnico principal, también está aprendiendo. Lo dejó pasar la dos primeras veces, apeló a la madurez de cada uno para revertir la dinámica. Funcionó en la tercera jornada. Hubo tres amonestaciones, es verdad, pero ninguna definitiva. A la cuarta, vuelta a empezar. A la expulsión perfectamente evitable de Adrián López, que midió muy mal su salida, se unió la de Aketxe, que después de recibir la primera cartulina, le aplaudió en la cara al árbitro y se fue a la caseta dejando al equipo con ocho futbolistas de campo.

Aketxe, con 32 años, que este curso apenas ha estado una hora sobre el césped, suma ya tres cartulinas amarillas

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El caso del delantero vasco es paradigmático y explica bien el problema. Tiene 32 años, es un veterano, conoce la Segunda B de sobra y, aun así, no es capaz de controlar su ira. Ha jugado una hora y ya tiene tres amarillas, sale a una cada 20 minutos.

La llamada al orden de Sergio Mora antes de la jornada de descanso de ayer estuvo orientada a recordar la gravedad de lo ocurrido, la profundidad del problema, la responsabilidad individual de cada uno con todos los demás, con el equipo y, al mismo tiempo, a exponer los condicionantes que determinan los arbitrajes.

El preparador madrileño subrayó la juventud de los colegiados destinados a dirigir los encuentros en la cuarta categoría. Jueces recién llegados, con aspiraciones, con ganas de hacerse respetar entre tanto señor curtido, que interpretan las normas a rajatabla, sin el poso y la mano izquierda que da la experiencia, sin pasar ni media a nadie, haciendo valer por encima de todo su autoridad.

Choca comprobar que todos los expulsados, salvo Adrián, son jugadores con mucha experiencia acumulada

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Mora no quiere más protestas reiteradas, no quiere ver más futbolistas recriminando sistemáticamente las decisiones arbitrales porque se ha demostrado que los colegiados tienen memoria y, si les das ocasión, pasan factura sin remordimiento alguno.

El Hércules, desde hace un año, tiene redactado un reglamento interno que contempla sanciones, entre otras cosas, para castigar con multas las expulsiones que comúnmente se definen como «evitables», o sea aquellas por protestar airadamente, por desplantes o descalificaciones... De esas ya ha habido tres: dos frente al Intercity en Villafranqueza y una en Alzira. Muchas. Demasiadas.

El sistema que propugna Sergio Mora sustenta su éxito en el despliegue físico, en la intensidad defensiva, en el control posicional y eso, con menos efectivos, siempre acaba mal. Es consciente y, por ello, les leyó la cartilla el lunes.

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