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Raúl saca al Hércules del barro

Raúl Ruiz recibe la felicitación de sus compañeros después de marcar el tanto de la victoria blanquiazul, ayer, en El Ejido.

El miedo es un mecanismo de defensa. Te previene del peligro. Pero el miedo pesa, y si dejas que actúe, si no le plantas cara, si no le combates, te aplasta. De las arenas movedizas no se sale sin ayuda, tampoco de las de Santo Domingo. Raúl Ruiz sacó al Hércules del barro, de su angustia, de su inoperancia atacando como colectivo. El canterano, con un derechazo, enderezó el rumbo de un proyecto que, de momento, fluctúa entre la gloria y el desatino como seña de identidad.

Obligarte a ganar fuera lo que regalas en casa es un ejercicio incómodo, innecesario, impropio de un club que aspira a no descolgarse del grupo de cabeza, a estar dentro de él, incluso. Pensar en un futuro luminoso con el presente tan lleno de claroscuros es una temeridad y resulta agotador. Hay que recalcular la ruta, repensar el concepto inicial y asumir que las ideas, por buenas que sean, hay que poder llevarlas a la práctica, y eso es tarea de los futbolistas, primero, y, sobre todo, del entrenador, que es quién los elige.

La apuesta por los tres centrales que utilizó ayer Mora para hacer espejo al planteamiento del Eljido, posicionado en el campo de forma idéntica, fracasó en la primera parte. Los almerienses, en zona de descenso, incapaces de ganar en su maltrecho campo, que han perdido allí tres de los cuatro encuentros que han jugado, llevaron la iniciativa y crearon todo el peligro real hasta el descanso.

El bofetón del Atlético Levante asustó, hizo daño. La pesadilla de la salida fácil de la presión alta con balones largos a Faraj provocó que ayer el Hércules quisiera estar muy junto en defensa, pero esta vez más cerca de su portero que del rival. Se equivocó.

Los aficionados del Hércules festejan el gol blanquiazul en la grada. Carlos Barba

El regreso de Tano actualizó la apuesta por los tres centrales y los dos carrileros. Por delante, dos mediocentros con vocación destructiva, Bikoro y César Moreno, y tres delanteros arriba. Siete futbolistas para contener y, aun así, ningún balón robado en toda la primera parte y, en ataque, una sola presencia dentro del área de El Ejido. Pésimo balance.

La figura de los laterales profundos solo tiene sentido si lo son de verdad, si tienen abierto el recorrido, si el Hércules se adueña de la pelota. De lo contrario, el espacio se recorta y la circulación del balón se amontona.

Sergio Mora se dio cuenta, localizó la debilidad y tapó el sumidero por que se escapaba la esperanza de ganar. Lo hizo después de que su oponente volviera a poner en evidencia otro factor que ya es incuestionable: Jesús Fernández sufre hasta el horror cuando tiene que decidir si abandona su portería y exhibe unos reflejos prodigiosos estando con los dos pies en el suelo, bajo palos.

El exportero del Real Madrid falló en todas las salidas. Midió mal en las dos más flagrantes, la primera acabó en gol (anulado por supuesta falta del delantero) y la segunda la envió Lucho al travesaño con la cabeza. Entremedias, se inventó un pie imposible para detener un balón que apenas pudo ver entre el bosque de piernas y que le llegó con buena potencia. Pudo condenar al equipo, pero esta vez lo salvó y, de paso, se salvó a sí mismo y a su entrenador.

Elliot Gómez se anticipa a su marcador e inicia rápido el ataque. Carlos Barba

El técnico del Hércules dejó en la ducha a Pedro Sánchez y Chuli para dar entrada a Elliot y David Sánchez. Con este sencillo movimiento desatascó las bandas, aligeró el peso del ataque e inyectó energía a la primera línea de presión. El resultado surtió efecto enseguida. Los blanquiazules, mejor posicionados, ganaron la batalla zonal y, lo más importante, empezaron a incrementar la duración de sus posesiones y a inutilizar las del rival.

El tinerfeño aportó el desborde, trazó diagonales hacia dentro y posibilitó la subida de Álex. Siempre que el lateral zurdo llegó a la línea de fondo, generó peligro. El mediapunta cubrió el espacio libre por delante de los mediocentros y les permitió a ambos sumarse al ataque. Los recambios le aplicaron al sistema lo que ni Chuli ni Pedro supieron darle. Bien por el entrenador y sus ayudantes.

El único guardameta que ha ganado una Champions en toda la Segunda RFEF dejó de aparecer. El heredero del mítico Poli Ejido se apagó, lo desactivó el Hércules, que comenzó a parecerse a un bloque reconocible con presencia poderosa en todas las líneas, que ganó los duelos que en la primera mitad perdía, que recuperaba balones de manera continuidad, que no dejaba pensar a su enemigo. Así ganó la partida, así sumó tres puntos vitales, así se reencontró con las sensaciones confesables de los equipos que se sobreponen a sus vicios.

César Moreno se beneficia de la presión en bloque. Sigue la acción de cerca, encima a su adversario, le cierra el paso y le roba la pelota. Oculta el balón mientras avanza en horizontal y piensa. A pocos metros, Raúl Ruiz, con todo el carril derecho para él, vuelve a subir, le ofrece una solución al ex mediocentro del Elche y termina recibiendo. Recorta hacia dentro. Se acomoda el cuero mientras pisa el área, observa al portero y conecta un derechazo seco a media altura que se cuela en la portería . Quince minutos habían transcurrido desde la oportuna maniobra de Sergio Mora.

Después, lo que tocaba. El otro fútbol. Las interrupciones, las simulaciones a la espera de una contra que cerrara el partido. La tuvo Elliot, pero decidió mal. Todos los equipos, y más aún los de cuarta categoría, tienen defectos y virtudes, la clave es saber potenciar lo segundo para protegerte de lo primero. ¿Lo hizo el Hércules? Sí, pero solo en la segunda parte.

Sergio Mora: «Hemos sabido ganar en un campo imposible»

El entrenador del Hércules subraya el valor de la victoria en El Ejido. «Hemos sabido ganar en un campo imposible, que estaba muy mal. En la primera mitad no éramos capaces de acostumbrarnos a él, pero en la segunda hemos mejorado, hemos estado mejor plantados y hemos hecho lo que había que hacer, marcar la que tuviéramos», explicó el preparador madrileño al final del choque. «Necesitábamos más músculo en el centro del campo porque estábamos perdiendo todos los duelos y los balones divididos. Hemos modificado el sistema y nos ha funcionado, hemos jugado mucho mejor», indicó Mora. «Queremos encontrar un once definido, pero todavía estamos trabajando en ello», reveló. «A Tano le hemos echado mucho de menos».

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