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Tres puntos contra el viento para el Hércules

El Hércules suma en Melilla su cuarto triunfo a domicilio de la temporada gracias a los tantos de Aketxe y Carlos David y al acierto de Adrián López, que detuvo un penalti

Raúl González gana por velocidad a Romero en un intento de contragolpe del Hércules.

Hay lugares peores que el olvido. Entornos invivibles en los que el horizonte que se ve no existe. Espacios en los que el salitre quema y el viento te hace sangrar si te resistes. El Estrecho es uno de esos sitios, una tumba sin fondo con el mar como lápida infinita. Sobrevolarlo pone los pelos de punta, pero son aquellos que tiritan surcándolo quienes de verdad lo sufren. Muchos no lo llegan a contar. El Hércules, sí. El Hércules puede decir que volvió al Álvarez Claro para ganar. Tres décadas después, los blanquiazules triunfan en Melilla.

Del viento enrabietado con el que amaneció la ciudad autónoma no se libró ni la moneda al aire que lanzó el colegiado para repartir suertes. Un trámite vago la mayoría de las veces. Ayer, no. Decidió Raúl Ruiz y eligió campo. Lo hizo para disputar la primera parte con el Levante a favor. No se equivocó el capitán.

Gracias a eso, un saque de banda inapetente de Diego Jiménez desde la banda derecha acabó con el balón en las botas de César de Moreno, que, en la izquierda, trató de ganar metros sin suerte. Observó delante de él a Aketxe y le puso un balón al espacio, a la espalda del central. La bola, que salió fuerte de su pie, se fue frenando antes de alcanzar la línea de fondo. El vasco, un ejemplo de liderazgo que adquiere firmeza con la suma de minutos, no lo dio por perdido y fue a incomodar. En la pugna con Sergio Chica –que aparentemente le había superado por velocidad y se confió–, el vizcaíno rebañó el cuero con la espuela, se lo orientó y dio tres pasos para obtener un mínimo ángulo sin perder del vista al guardameta, en tierra de nadie mientras protestaba no se sabe bien qué. La falta de celo de los dos futbolistas de Manolo Herrero la «premió» Aketxe con una vaselina muy sutil que, casi suspendida en el aire, encontró la red de Ballesté: 0-1, y quinta diana del bilbaíno en Liga.

El tanto blanquiazul arruinó el planteamiento inicial del técnico jienense, convencido de que, con tres centrales, no habría despistes. Por delante en el marcador, el sustancial posicionamiento táctico sobre el césped de los alicantinos neutralizó cualquier atisbo de reacción. Al Melilla, sin poder circular rápido, le resultaba imposible alcanzar el área de Adrián con balones largos que se quedaban flotando muy lejos de la portería.

Los futbolistas felicitan a su compañero Carlos David tras el 0-2. LOF

Minuto 41. Córner. Sergio Mora hace una indicación. Aketxe y Álex Martínez flanquean el esférico. El delantero casi marcó un gol olímpico nada más comenzar. El portero del Melilla lo recuerda y extrema las precauciones para que no se repita. Isaac juega al despiste, con la mirada busca a sus compañeros a lo lejos pero toca en corto para el lateral, justo a su lado. Pedro Sánchez se descuelgas para ofrecerles una salida fácil y, nada más recibir, mientras la zaga rival da por muerta la acción, aprovecha el bote para, con una semivolea, devolver el cuero al corazón del área, donde aparece Carlos David libre de marca y firma el 0-2.

Imposible soñar un desenlace mejor. Sin apenas posesión, pero con todo lo demás bajo control –los espacios, los duelos individuales, las pérdidas, los errores no forzados, siempre lejos de la zona de influencia, la estrategia– el Hércules llegó al descanso con muchísima faena avanzada. Aun así, le quedaba trabajo. Herrero eliminó al central que subestimó a Aketxe y compensó su ataque con Romero. El viento jugaba ahora en contra del Hércules, lo mismo que los nervios. Con una renta tan favorable, Mora creyó conveniente retrasar su primera línea de defensa al bloque medio.

El Melilla ganó tiempo para pensar y, sobre todo, para exprimir el juego vertical, el más directo para intentar remontar. El balón, que llevaba una hora sin que Adrián tuviera que salir a su encuentro, empezó a frecuentar las inmediaciones del portero, titular nueve jornadas después por la lesión de su compañero Jesús.

Adrián López ataja el penalti que lanza Iker. LOF

En uno de esos viajes, Bikoro llega tarde a la ayuda y derriba por detrás a Iker Hernández. Penalti. Mientras todos protestan, César Moreno camina hacia su arquero. Le habla, le calma, le anima, le susurra al oído «lo vas a parar». El propio nueve del Melilla toma carrera desde los once metros, golpea duro con Eolo de su lado y Adrián, que le adivina la intención, se estira, tensa el brazo, la mano, desbarata la acción y le da una vida extra al Hércules. Los rechaces sucesivos tras la parada tampoco acabaron en la red. Suspiro colectivo. Alivio general. Vuelta a empezar... y queda media hora.

Con la defensa blanquiazul ya hundida, el asedio del Melilla ganó en intensidad. Fran Núñez, que se quedó sin sitio en el equipo de Mora el último día del mercado de fichajes, fue invisible ayer. Hererro le sacó del campo para dar entrada a Mohamed Chabboura. Acertó de pleno. El extremo español cargó con todo el peso del ataque de su equipo. Lo hizo todo bien, hasta extraer un córner de otra jugada que se antojaba estéril.

Andrés señala con el brazo y saca al primer palo. Allí, peina con la cabeza Del Campo y sorprende a la defensa alicantina, amontonada justo detrás. El cuero repunta y llega a la frente de Delmonte que, sin oposición, marca mientras Diego se cae de espaldas: 1-2, y 15 minutos por disputar, incluido el tiempo añadido. El aroma agridulce del empate llegó a la grada, pero Adrián dijo que no, que mejor en otra ocasión. Arruinó un mano a mano a Del Campo y le dio tres puntos al Hércules, que suma la cuarta victoria lejos de casa.

Sin respaldo institucional: ningún miembro de la directiva en el palco

La política de ahorro llevada al paroxismo. Por primera vez en mucho tiempo, muchísimo, el Hércules no tuvo representación institucional en el palco del estadio. A la expedición blanquiazul no la acompañó ningún directivo en los casi tres días que permaneció en Melilla. Se dio prioridad al ahorro y se descuidó la imagen. Tampoco hubo aficionados blanquiazules.

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