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CABEZA NEGRA

Del negro al blanco, pasando por el azul

Bikoro en una imagen de archivo.

Cualquiera que hubiera pronosticado esta racha hace cinco semanas hubiera sido tachado de iluso. Ni los más recalcitrantes de los nuestros apostaban por semejante reacción, pero hete aquí que nos encontramos a las puertas del mercado invernal con el depósito de la ilusión lleno hasta los topes y sin saber muy bien qué comprar. El que diga que entiende de fútbol miente como un bellaco.

En poco más de un mes Mora ha pasado de pánfilo a estratega agitando el tablero y colocando sus piezas para que interpreten a la perfección el fútbol de la categoría.

Nuestros guardametas por fin salvan puntos; la defensa se presenta como fortín inexpugnable con su general Carlos David al frente que, con su pundonor y concentración es el embajador de la grada sobre el césped; el centro del campo brilla con ese escudo herculano hecho hombre que es Bikoro, la colocación quirúrgica de César Moreno y el buen hacer de nuestro particular presidente, que sabe latín, y arriba, las bandas desbordan una y otra vez, y los delanteros por fin lo parecen. ¡Viva el fútbol!

No sé qué cable se ha pisado en ese vestuario para tal metamorfosis, pero desde que visitó nuestra casa el otro histórico de la categoría, últimamente me sorprendo entonando aquello de «Murcia, ¡qué hermosa eres!».

Lástima que al final esta victoria que hacía la quinta se viviera en parte empañada con la actuación fuera de lugar de algún iluminado recogepelotas en busca de sus cinco minutos de gloria, y que más que recogerlas, se dedicó a tocar las de los toledanos que terminaron por sumarse al despropósito y perdieron las formas tras el pitido final.

Lamentable espectáculo el vivido en el Rico Pérez con amago de invasión de campo incluida que no debe repetirse si es que alguna vez queremos volver a ser considerados como un club señor.

En cualquier caso, disfruten del momento, que ya saben cómo funciona esto. Nunca ascendimos en invierno y el herculanismo es alérgico al mes de enero.

Cuídense del covid y los cuñados en estas fiestas, y átense al mástil si alguien les pinta de colores el fútbol de las estrellas.

Los nuestros, desde hace ya cien años, son el azul, el blanco y el negro, con todos sus matices. ¡Feliz Navidad a todos los herculanos de buena voluntad!

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