El Hércules, de nuevo en Segunda tras ocho brillantes años en la élite, sufre al codearse otra vez con los modestos. El elegido para ocupar el cargo que deja Koldo Aguirre en el banquillo es Paquito García. El técnico asturiano, otrora jugador internacional, llegó a Alicante tras dos años en Primera con el Valladolid y fue una potente apuesta de Rico Pérez para conseguir el ascenso en el primer intento. Sin embargo, apenas duró un mes de competición: el Hércules iba penúltimo y no había conseguido ganar. El club le comunicó su despido y Paquito dijo: «Si es por el bien del Hércules, adelante». La imagen fue la de todo un caballero y así lo demostró en su dilatada trayectoria en los banquillos (al año siguiente comenzó en el Valencia y años más tarde trabajaría en el Villarreal).
Entre el baile de nombres de entrenadores, el salvavidas Humberto tuvo que coger la batuta durante dos jornadas.El elegido fue Pachín, histórico jugador del Real Madrid en los cincuenta y sesenta. El Hércules despidió 1982 en descenso, pero después de una buena reacción se recuperó del susto e incluso tuvo la opción de tantear los puestos de ascenso. Pachín salvó al equipo y se ganó el derecho a comenzar la siguiente temporada, pero sería destituido al poco de empezar. El cántabro, ganador de dos Copas de Europa (la última de las cinco seguidas y la de los ye-yé), siguió entrenando hasta principios de los noventa y regentó la zapatería Pachín, enfrente del Santiago Bernabéu.
El uruguayo Carlos Jurado, de 36 años, aceptó la propuesta de Rico Pérez en noviembre de 1983 y su aparición fue todo un éxito. Era todo un novato en los banquillos: el Hércules lo había contratado del San Juan, que competía en Regional, y antes había entrenado al Español de San Vicente y en los juveniles blanquiazules. A su llegada hizo una petición. Que todos los premios que pudiese ganar como entrenador, bien por primas o ascenso, fueran repartidos a partes igual con Humberto y Joaquín Ferrández. La directiva, con el equipo casi en descenso, quedó desconcertada pero aceptó. Y Jurado completó una temporada perfecta. El Hércules lograría el ansiado retorno a Primera en mayo de 1984 contra el Castellón en un Rico Pérez repleto y de nuevo con una sonrisa en la cara.
Jurado siguió para el reestreno en Primera y en diciembre fue uno de los que negoció el fichaje de Kempes, al que trajeron desde Valencia cuando ya estaba olvidado. Sin embargo, el club lo despediría a las pocas semanas y no pudo ver la eclosión del argentino en Alicante. Toni Torres, exjugador del club en los sesenta y mito del Barça, cogió las riendas del equipo y consiguió que el Hércules ganara tras una vuelta entera sin hacerlo: de octubre a febrero. Aquel curso fue el de la salvación agónica en el Santiago Bernabéu con el gol del argentino Sanabria, uno de los últimos momentos felices de una década, la de los ochenta, que comenzó a agriarse de una manera casi inimaginable.
Como pasara el año anterior, Torres, exitoso en la 84-85, comienza la 85-86 pero es destituido. Entonces asume el equipo el maño Manolo Villanova, que impone una serie de normas a su llegada que hoy, 35 años después, suenan a otro deporte. Quizás lo sea. «En las concentraciones hay que ir de chaqueta y corbata y nadie (tampoco jugadores) puede fumar en el bus». El caso es que, para bien o para mal, esa norma no cuajó y el Hércules cayó a Segunda División y desde entonces sólo ha vuelto a Primera en dos ocasiones. Se dice pronto.
