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100 años, 100 entrenadores (XX)

David Cubillo JUANI RUZ

El segundo proyecto de Planagumà había nacido tocado de muerte. El Hércules y la naturaleza del escorpión, ya sabes. Del cielo al infierno en un par de meses. El equipo, penúltimo tras cuatro jornadas, comenzaba a dar señales angustiosas. Planagumà se marchaba, dejaba un recuerdo intacto en el herculanismo que con el paso de los años aún se ha mitificado más. Hoy es el entrenador del Vissel Kobe de Andrés Iniesta. En la quinta jornada se sentó en el banquillo José Vegar, exfutbolista alicantino que había llegado un año antes al club como segundo de Planagumà. Antes había formado parte del cuerpo técnico de Bordalás en el Getafe y hoy compone el staff de la Balompédica Linense.

Jesús Muñoz, exfutbolista profesional y segundo de Paco Jémez, asumía el reto de sacar al Hércules de los puestos de descenso a Tercera División. El equipo logró con él el primer triunfo del curso y salir un par de semanas de las cuatro últimas posiciones, pero el fantasma del descenso volvió a acechar. Seis semanas seguidas sin ganar fueron suficientes para que el proyecto hiciera añicos. Una derrota en casa del Espanyol B provocó la dimisión de Portillo como director deportivo y la salida de Muñoz, que al año siguiente sería segundo entrenador de Jorge Almirón y de Fran Escribá en el Elche de Primera. Las vueltas del fútbol.

El cisma abierto en el seno del Hércules supuso un paso al frente para Juan Carlos Ramírez, compañero de gastos de Enrique Ortiz que asumiría también la parcela deportiva. El elegido fue Vicente Mir, que retornaría así al club en una situación diametralmente opuesta a la anterior. Bastaron ocho jornadas. El Hércules seguía en descenso, a cinco puntos de la salvación, y varios de sus jugadores franquicia, que le habían llevado a rozar la Segunda División seis meses atrás, se habían marchado por la puerta de atrás en un mercado invernal ininteligible. Mir se fue, echó la culpa de su cese a Quique Hernández, que exhibía peso en el club un mes después de su llegada. La tarea le fue encomendada a Antonio Moreno, técnico del filial, hasta que se llegara a un acuerdo con un sustituto que no llegó. Moreno empató cuatro partidos seguidos a cero y la pandemia arrasó con la vida tal como la conocíamos. No hubo más jornadas más allá de la del 7 de marzo de 2020. La decisión de la Federación fue salomónica: no habría descensos. El Hércules, sumido en él, salvaba una vergonzante coyuntura.

Para la 20-21 llegó Carmelo del Pozo a la dirección deportiva y su elección para el banquillo fue David Cubillo. El fútbol español sufriría una remodelación sin precedente en la 21-22: se añadiría una nueva categoría entre Segunda División y lo que era la Segunda B. Por tanto, en la 20-21 el Hércules –y el resto de equipos de Segunda B- podría ascender a Segunda, mantener el sitio en la tercera categoría, descender a la cuarta o incluso a la quinta a través de varias liguillas. Cubillo fue despedido pese a ir segundo en el primer tramo del curso, en el que se peleaba el ascenso a Segunda. 

A partir de ahí, el equipo cayó en picado: no se metió en la liguilla definitiva por el ascenso a Segunda y quedó encuadrado en el de mantener la tercera categoría, la nueva 1ªRFEF. 

Pero no lo consiguió y cayó a la cuarta división, la reciente 2ªRFEF. En ese desplome dirigió al Hércules Alejandro Esteve, segundo de Cubillo y que hoy dirige al filial blanquiazul, y Manolo Díaz, cuya última experiencia había sido en el Castilla.

En cuarta categoría, para sonrojo de la centenaria historia, el Hércules apostó por Sergio Mora, exfutbolista de la entidad, que había formado parte del equipo de Bordalás en el Getafe. 

El madrileño asume este fin de semana todo un match-ball en el cargo, ahora que el Hércules se ha distanciado en exceso del primer puesto y que no tiene asegurado su presencia en la promoción de ascenso para regresar a la tercera división del fútbol español.

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