Semifinal por el ascenso a Primera RFEF. El partido comienza a las 21:30. En el estadio lleva horas Vicente Compañ, lo ha medido todo al milímetro. El teléfono echa humo. Las oficinas del coliseo blanquiazul también. Es todo tensión y los cigarrillos vuelan. En la sala contigua está Rico Pérez, confiado, seguro de sus hombres; todos. Los jugadores y los que están tras los focos. Hoy ha reunido a un séquito invencible. Por las ventanas se diferencia la silueta de los Misó. Son leyenda. También las palabras de Ghiloni, Madrona y Guixot retruenan y se escapan extramuros.

En el patio de caballos se vislumbra la figura de Enrique Ferrández, mediando con aficionados. Hoy han venido en masa. Son cien años de vida y así lo hace saber el Chepa, que viene desde la plaza de Calvo Sotelo con un balón remendado y un saco desbordado de ilusión. Llega la expedición del Adarve y coincide con la familia González, que ha pasado la noche en el estadio y tiene todo preparado desde hace horas. Las camisetas, impolutas, dobladas con cartabón. Las piernas de los futbolistas, radiantes. ¡Imprevisto! Uno de los jugadores lamenta un golpe en un dedo, su participación queda en suspenso. Aparece Sigfrido Sastre, de su maletín infinito saca un yeso y se acaba la preocupación. De la enfermería salen los doctores Campos y Ruiz de la Cuesta. Hoy las rodillas sólo se doblan para pedir matrimonio.

Rafa, el ojeador por excelencia, vislumbra a lo lejos el calentamiento del equipo. Esta vez son tres los encargados: Pepe Moreno, Carlos Arsenal y Joaquín Ferrández. “¡No los canséis demasiado!”, gritan Abad y Muñoz Llorens, ya en el palco con sus respectivos puros. No falta un detalle. Abajo, en el túnel, Ángel Linares departe con el trío arbitral. No ha lugar para la improvisación. De pronto, ha vuelto a aparecer el foso en el estadio. Saca la cabeza Pascual Verdú Belda, que ha entrado en directo y canta la alineación del equipo. A su lado, Vicente Crespo, libreta en mano, toma apuntes. Tras las porterías toman asiento Miguel Vilaplana, José Rico y Ángel García y desempañan el objetivo. Perfecto Arjones llega a la carrera: “¡Qué ambientazo!”.

En la caseta, Ortega y Belló han escrito el once. Es infinito. Jover, Cosme y Seva. Porterazos. Maciá, Torregrosa y Navarrito, infranqueables. Pina, Paqui, Tormo, Ramonzuelo, Mangriñán, arquitectos. Arana, Ramón, Blázquez, Ayguadé y Pepe Maciá, artistas. En megafonía se anuncia la victoria del Hércules femenino, atronadora ovación para las pioneras. Ya vienen de camino, no se lo quieren perder.

El partido va a comenzar, pero ya está todo ganado. Quizás no pasara exactamente eso el pasado lunes en el ADDA, en el acto de homenajes que organizó la Comisión del Centenario, pero poco le faltaría.