No es tozudez, solo convencimiento. Creer en una manera de hacer y hacerlo es siempre lo más difícil. José Juan Romero lo ha conseguido en un universo tiranizado por los resultados en el que todo el mundo parece saber más que el entrenador. El sevillano lo ha sufrido en propia carne toda la temporada. Nunca ha tenido el favor del entorno, siempre ha pesado sobre él la sombra lacerante de las dudas que proliferan como los hongos cuando la pelota no entra.

El técnico de Gerena es un teórico del balompié, un convencido absoluto de que tener el balón siempre es mejor que correr detrás de él. Lleva defendiendo esa forma de jugar desde que debutó en el banquillo del equipo de su ciudad. Nunca renuncia a su estilo. Le dan igual la categoría y los miles de sabios que creen que, por debajo del fútbol profesional, solo se puede prosperar con pierna dura. No es verdad.

Los equipos de Romero salen desde atrás mimando el cuero, sin rifarlo. Eso le permite, con una circulación rápida, desajustar la defensa rival y generar superioridad. Pero también, cometer errores groseros que le dejan muy expuesto. A pesar de tener contrato en vigor un año más y de haber alcanzado la Primera RFEF sin apenas sufrir en el «play-off», su continuidad en el banquillo está en suspenso.

Cuesta entenderlo a simple vista, pero tiene sentido, al menos para los adictos a las estadísticas. El preparador azulgrana pasó más tiempo con el equipo fuera de promoción que dentro. 26 jornadas ha permanecido el Deportivo sin estar entre los cinco primeros de la clasificación. En su peor momento, cuando la maquinaria aún no se había engrasado, en el inicio del curso, el Eldense llegó a quedarse dos semanas anclado en puestos de descenso.

No alcanzó la parte alta de la tabla hasta la 13ª fecha, demasiado tiempo para una inversión que presumía de patrocinador potente, probablemente el más pujante de toda la Segunda RFEF, y de un asesor técnico atestado de oropel: René Ramos, hermano y agente del excapitán del Real Madrid. Su estancia entre los mejores fue intermitente siempre. De hecho, Romero solo ha dormido ocho veces este curso en zona de promoción de ascenso. Su mejor posición fue la cuarta plaza con la que cerró la fase regular. Lo fue solo una vez en todo el ejercicio, pero lo consiguió el único día que de verdad valía, el último. Lo hizo a costa del Hércules, que se dejó ir en un tramo final de campeonato nefasto para los blanquiazules... que lo terminaron pagando muy caro siete días después frente al Unión Adarve.

Romero no oculta su admiración por el tipo de juego que ha sublimado Pep Guardiola. El técnico de Gerena no es un advenedizo. Cuando era futbolista ya exhibía su ambición por el control de la posesión. El del pasado domingo, en el Nuevo Pepico Amat, es el cuarto salto de categoría que rubrica el preparador sevillano tras los sellados al frente del club de su ciudad natal, el Ceuta y el filial del Betis.

Todo lo que consigue José Juan sirve para ennoblecer el fútbol modesto, el de esparto, el que hace rozadura. Entre tanta medianía, tanto conservadurismo y tanta carencia colectiva, sus equipos entran bien por el ojo. Este curso, sus hombres han protagonizado episodios brillantes que se pueden sintetizar en la exhibición que firmó el Deportivo en el Rico Pérez, sobre todo en los primeros 45 minutos.

De modos exquisitos, voz honda, hablar pausado, medido, y discurso respetuoso con todo el mundo, también con los más díscolos, Romero es un ejemplo de honestidad profesional y fe en uno mismo que va más allá de libretas, vectores y números. El autor de la frase «si fallan las fuerzas, mírense el escudo, no hay nada más bonito en el mundo» se ha merecido continuar al frente del Eldense sin rechistar, sin tener que oír bravatas de dudosa catadura que él acata estoico, lo hace con la educación que a los demás le falta.

Si finalmente no sigue en Alicante, si el Deportivo prescinde de su mejor entrenador en años, no faltará quién venga a buscarle. El Recreativo de Huelva lleva detrás de él un tiempo. Sus números son idénticos a los que ha sellado Sergio Mora: 15 triunfos, 11 empates y 8 derrotas y, sin embargo, cualquier comparación resulta odiosa.