Asumió el poder del Hércules en diciembre de 1999 bajo la alcaldía de Luis Díaz Alperi y, tras la euforia inicial por el endeble contexto económico y deportivo en el que desenvolvía el club blanquiazul, llegaron capítulos muy duros para la entidad que está celebrando de manera amarga sus cien años de historia. El mandato de Enrique Ortiz cumplirá, salvo sorpresa, 23 años a finales de 2022 en su peor momento social y deportivo desde que asumió la condición de máximo accionista. Si los ánimos de la afición ya estaban encendidos por el monumental fracaso deportivo, la querella de la Fiscalía por presunto alzamiento de bienes no ha hecho más que agravar la situación. Las acciones de protesta se multiplican por la ciudad, las reacciones políticas se encadenan y Ortiz con dudas sobre la venta de sus acciones. El ambiente cada vez es más irrespirable en el entorno blanquiazul por una polémica que se suma a una larga lista desde que el constructor se hizo cargo del Hércules. 

La gestión del club centenario se ha visto salpicada durante más de dos décadas por multitud de acontecimientos que fueron noticia de alcance nacional dejando muy dañada la imagen blanquiazul. Tres procesos concursales, deudas a Hacienda, acusaciones de amaños de partidos en más de una ocasión y ahora un presunto alzamiento de bienes para evitar el embargo de Hacienda de los dos millones del traspaso de Abde al Barcelona. Todo un cúmulo de capítulos extradeportivos al tiempo que el equipo deambula por la cuarta categoría del fútbol español. Ahora ya es el sexto equipo de la provincia por detrás del Elche, Alcoyano, Intercity, Eldense y La Nucía.

Si se obvian algunos momentos brillantes muy puntuales, como dos ascensos, uno de ellos bajo sospecha de amaño, la trayectoria deportiva del Hércules durante el mandato de Enrique Ortiz es de pena. Desde su llegada, el Hércules acumula doce temporadas en Segunda B, con récord de permanencia consecutiva, ocho en Segunda, una en la cuarta categoría y una solo en Primera División en la que el equipo descendió tras echar por tierra toda la temporada por los impagos a los jugadores, entre ellos a las estrellas como Trezeguet, Drenthe y Valdez.

Posteriormente llegaron los graves problemas económicos que desencadenaron tres procesos concursales y expedientes de regulación de empleo en la plantilla. El club sigue arrastrando sus continuas prórrogas de pago y antes de fin de mes debe hacer frente a casi un millón de euros. Cualquier denuncia de los acreedores instarán al juez a liquidar sin duda la sociedad por incumplimiento del contrato.

La afición está muy molesta Jose Navarro

Un capítulo muy sonado también en la era Ortiz fue el de los supuestos amaños del partido de Irún en el que el Hércules consiguió el ascenso a Primera División. La entidad alicantina incluyó como acreedor en la contabilidad de su suspensión de pagos al Real Unión con una deuda de algo más de un millón de euros. 

 El apunte contable justificó la cifra como pagos por los derechos de Yuri Berchiche, un lateral zurdo que el club vasco fichó en agosto de 2010 y el entonces presidente del Hércules, Valentín Botella, aparecía como avalista de la operación. El Hércules argumentó que hizo efectiva la opción de compra pero que la grave situación económica que atravesaba la entidad le impedía hacer frente a sus obligaciones y por eso incluía la deuda contraída «con la de los restantes acreedores».

El club blanquiazul también tuvo que lidiar con la amenaza de una multa millonaria de la Comisión Europea por presuntas ayudas del Estado. Un capítulo que dejó al Hércules pendiente de un hilo durante varios años, llegando a planear la disolución si hubiera prosperado. 

Han sido dos décadas de gran dureza salpicadas por las polémicas institucionales y escasas alegrías en el césped. El futuro se presenta más incierto que nunca. En la cuarta categoría y con una masa social muy molesta que manifiesta su enfado cada vez más a menudo.