Después de los despueses ya vividos, de sortear el filo rasgado del cuchillo acariciando la piel fina de las muñecas, después de los gritos de la gente harta, del fuego devorando las ganas de huir, de la angustia del quiero y no puedo, después de todo siempre viene lo siguiente, el «y mañana, ¿qué...?». Ningún tiempo se detiene, los malos, mucho menos. El Hércules, descosido por infinidad de partes, siempre encuentra el modo de seguir vivo, de latir, de continuar formando parte, aunque sea a regañadientes, del paisaje de una ciudad plagada de cemento doliente y sueños enterrados como colillas en la arena de la playa.

NOVENO INTENTO

Primero para Peña en un club en el que ha vivido absolutamente todo

El Hércules 21-22 echa a andar mañana. Lo hace con idéntico vértigo que los anteriores, pero con más urgencia que cualquiera. Que sea el noveno intento seguido de acabar con final feliz la temporada ya da una idea de la altura del precipicio. Dos hombres hacen equilibrio en el saliente: Paco Peña y Ángel Rodríguez. Ambos saben mucho de fútbol, pero solo el primero es capaz de calibrar con exactitud el suelo que pisa. El secretario técnico, otrora capitán, ha vivido todo lo que se puede vivir en un club, no se ha dejado nada por probar, nada en absoluto.

A Peña no hay que explicarle quién es quien. Tampoco de lo que puede pasar o de lo que debe esperar de cada cual dentro y fuera de una SAD en permanente derribo. Como es un tipo sencillo, vuelve por la sombra, despacito, sin facturas (aunque las tenga) y, sobre todo, con una apuesta enormemente arriesgada, la de otro entrenador sin apenas recorrido en un banquillo de los que queman, uno que ha atropellado a 16 entrenadores en menos de 8 años.

El noveno intento de librarse del balompié con frenillo tiene de inicio tantas cosas en contra que existe la posibilidad de que acabe bien por ese humor retorcido y contrariado que gasta el destino. Ángel Rodríguez recoge el testigo de otros que, como él, aterrizaron en Alicante para demostrarse y demostrar que pueden luchar contra gigantes.

David Cubillo, Alejandro Esteve, Manolo Díaz y Sergio Mora no tuvieron suerte. Comparten con el preparador leonés el pecado (mortal) de la juventud, de ser monedas al aire, de verse obligados a no traicionar la confianza depositada en ellos. Del Hércules solo hay dos formas de salir, en UVI móvil o a hombros de la hinchada y hace más de doce años que lo segundo no pasa.

 

EMPEZAR BIEN A TODA COSTA

En el segundo año en la cuarta categoría solo vale ganar y ganar

Hay una altísima probabilidad de que el Hércules 2022-2023 dé sus primeros pasos en la Liga con poco arropo social, pero con presión ambiental máxima. El formato de competición (la mitad de los equipos están inmersos en la pelea por no bajar y casi un tercio de los que empiezan el curso descienden al final) no admite un inicio de ejercicio titubeante. El nuevo técnico del Hércules, igual que Mora hizo con Bordalás, ha aprendido el oficio al lado de un referente nacional, de un creador de estilo: Paco Herrera.

Sin embargo, a diferencia del madrileño, el leonés lo hecho a lo largo de una década, en varios vestuarios de pelaje muy diferente y habiendo sellado dos ascensos a la élite como segundo, y otro más en solitario que, aunque menos exigente, fue posible soportando la presión, resolviendo conflictos y compitiendo desde el primer partido hasta el último, sacando rendimiento a sus jugadores, haciéndolos mejores, que es algo de lo que no pueden presumir abiertamente sus antecesores en el banquillo blanquiazul.

Ángel Rodríguez y Paco Herrera trabajando juntos en Gijón. LNE

20 FICHAJES

Hay que construir un equipo casi desde cero... con el riesgo que conlleva

El riesgo es inherente a la toma de decisiones, pero crece exponencialmente cuantas más haya que tomar. Con solo dos fichas firmadas, las de César Moreno y Sandro Toscano, la plantilla que se ponga a las órdenes de Ángel Rodríguez empezará casi desde cero. Si la propiedad no da con una fórmula financiera que inyecte capital al proyecto, se reeditará el último presupuesto, uno en el que solo un futbolista llegaba a los 80.000 euros y dos a los 60.000. El resto estaban en un rango salarial más bajo. Paco Peña se trae en la carpeta todo el trabajo realizado en el Intercity, y prueba de ello es la elección del entrenador, resuelta de manera rápida, solo dos horas después de firmar sus poderes como secretario técnico.

El excapitán dispone de una leve ventaja con respecto a su misma tarea en el club negro, el Hércules ofrece condiciones que no se reducen al dinero contante a fin de mes... y Abde (escrito con todas las reservas posibles) es el último ejemplo constatable. Eso le otorga más margen de negociación. Si resulta ser un buen negociante, condición muy apreciable en su puesto de trabajo, podrá captar para su causa a jugadores que aspiren a algo más que ha incrementar su poder adquisitivo.

La renovación de Raúl Ruiz, prioritaria para el secretario técnico, es la primera que se debería de anunciar tras la presentación oficial del preparador mañana. Sobre el canterano blanquiazul se puede depositar una responsabilidad que ya ha demostrado que sabe llevar sin que se resienta su juego. El Hércules, en acusada crisis de identidad, empieza a escribir un nuevo episodio de su historia centenaria. Sería bueno que lo hiciera siendo muy consciente de dónde está y, sobre todo, por qué no sale de ahí.