El Hércules 22-23 es un amasijo de intenciones arrumbadas en un rincón de sus oficinas. Ni siquiera el anuncio, hace 20 días, de los sustitutos de Sergio Mora y Carmelo del Pozo de forma apresurada ha servido para que el segundo proyecto blanquiazul en la cuarta categoría del fútbol nacional coja vuelo. Mas bien ha sido al revés. Desde ese momento, no ha ocurrido nada estrictamente deportivo con final feliz. Nada. Cero. Y junto a la montonera de deseos futbolísticos frustrados crece la de las dudas de un futuro institucional repleto de interrogantes, atrapado en un bucle.

La propiedad aspiraba a renovar el contrato de seis futbolistas. Tres ya se han decantado por otro destino (Borja Díaz, Unionistas; Álex Martínez, Eldense; y Adrián López, Granada B). Del cuarto, Bikoro, los informes técnicos elaborados antes y después del 21 de junio desaconsejan que siga. Y los dos que faltan, Raúl Ruiz y Nico Espinosa, ya han dicho que no al primer ofrecimiento formal.

La séptima vía, la emprendida con el canterano Sergi Molina, también ha entrado en vía muerta. El Hércules desea ampliar su vínculo con el central que le ganó la partida a Tano y a Carlos David en el inicio del curso pasado, pero las negociaciones han encallado.

El alicantino sufrió una grave lesión de rodilla (la de peor pronóstico, la temida triada) mientras disputaba un partido con el filial, en enero. El técnico madrileño dejó de contar con él a mediados de noviembre, tras la jornada 11, después del traumático tropiezo en Puertollano, y no pudo completar el cupo mínimo de encuentros con la primera plantilla que le garantizaba la renovación automática.

Contrariamente a lo sucedido con Toscano, al joven defensa no se le amplió el vínculo laboral antes de someterse a la intervención quirúrgica en el centro de excelencia FIFA que dirigen los doctores Pedro Ripoll y Mariano de Prado en Murcia. ¿El motivo? A diferencia del mediocentro transalpino, el canterano, al que aún restan dos temporadas con ficha sub-23, no formaba parte del primer equipo. 

Al igual que sucedía con otros futbolistas con proyección en su misma situación, el Hércules se reservaba la opción de ampliarle a Molina la relación laboral de manera unilateral antes del 30 de junio. No ejerció esa cláusula y abrió con el central un proceso de negociación, ya con la nueva secretaría técnica, para acordar un nuevo marco contractual. Las conversaciones dieron para muy poco dado que los objetivos de la entidad blanquiazul y el joven futbolista caminaban en paralelo.

El futbolista desea que se le haga un contrato como jugador del primer equipo, pero el club tiene dudas al respecto

El defensa aspiraba a firmar un nuevo contrato como integrante del primer equipo de pleno derecho, es decir, ocupando una de las 22 fichas disponibles, y la SAD propiedad de la familia Ortiz prefería mantener al canterano como integrante del filial. El defensa aún está convaleciente. La cirugía que restañó la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha le dejó por delante 8 meses de rehabilitación a Sergi Molina. Fue operado el 2 de febrero, así que cuando la Liga comience (lo hace el primer fin de semana de septiembre), él encarará el último estadio de su curación antes de recibir el alta competitiva.

Las revisiones en el Ripoll y De Prado Sport Clinic confirman que su evolución es buena, pero aún le queda camino por recorrer. Él quiere seguir, el Hércules desea que siga, pero mientras el jugador considera que se ha ganado el derecho a formar parte del vestuario que inicie el segundo asalto a la Primera RFEF con taquilla a su nombre, la entidad blanquiazul lo encuentra precipitado (y arriesgado) y ha paralizado la negociación.