Marcar goles y evitarlos. Tan sencillo de decir (o escribir) y tan difícil de hacer. Estos son los dos roles más preciados en cualquier equipo de fútbol. Once jugadores trabajan para ambas empresas, pero dos de ellos son los principales encargados de llevarlas a cabo: el portero (evitarlos) y el delantero (marcarlos). En el fútbol de antaño, donde a cada posición se le asignaba un número, el «1» y el «9». 

Esta temporada, esos dos dorsales ya tienen dueño en el Hércules. El «1» es para Carlos Abad, guardameta que desde pretemporada lo está jugando todo y que debe ser el principal baluarte defensivo de Ángel Rodríguez en la eterna búsqueda del cero en la portería propia, lo que al menos ya te asegura un punto. A poco que el resto de compañeros estén acertados en área rival el botín se triplicaría.

Carlos Abad (27 años) aterriza en Alicante con la intención de renacer de la mano de un equipo que, precisamente, busca eso mismo en el año uno después del centenario. Tras no llegar nunca a asentarse en el Tenerife (17 partidos oficiales en cuatro temporadas), tres cesiones, un descenso con el Córdoba en la temporada que más ha jugado a nivel profesional (28 partidos de Liga, 49 goles encajados), un duro año en Segunda División B con el Deportivo y otro en el banquillo del Atlético Baleares, el cancerbero canario ahora se siente el «número 1» del Hércules.

Esos galones llegan fruto de la peculiar confección de la plantilla y de la buena imagen que está dejando Carlos Abad en esta fase de preparación. De momento todo son elogios. Únicamente ha encajado un gol en cuatro partidos amistosos, en el tiempo de descuento del último duelo frente al Alcoyano. Se desquitó unos minutos después, en la tanda de penaltis, deteniendo la pena máxima decisiva que dio el trofeo Ciutat d'Alcoi a los suyos.

No es para ir a Luceros, pero el Hércules empieza ganando. Y su portero empieza con la confianza que necesita cualquier meta, la de ver pasar minutos sin recibir goles. En la temporada oficial habrá que corroborar está buena primera impresión, pero de momento Carlos Abad transmite sensaciones positivas. Las mismas que en su momento llevaron al Castilla dirigido por Zidane a fijarse en sus cualidades para solicitar una cesión de dos temporadas al Tenerife. Desde su 1,93 de altura, Abad debe ser capaz de controlar su área, dominar el juego aéreo defensivo junto a sus centrales y, quizás lo más complicado, ser decisivo. En teoría el Hércules debe ser un equipo dominador en Segunda RFEF, al que le generen pocas ocasiones de gol. Por lo tanto, necesita un cancerbero preparado para participar poco, pero que esas acciones sean decisivas.

En la otra zona del campo, el «9» del Hércules esta campaña lo lucirá Jack Harper, un escocés algo errante que apuntaba muy buenas maneras durante su etapa como canterano del Málaga, pero que por los avatares del fútbol aún no ha terminado de explotar. Es evidente que con 26 años quedan lejos sus tiempos de promesa y es la hora de demostrar su valía.

Para ello, Harper ha descendido nuevamente un peldaño en cuanto a categoría se refiere. Tras pasar por Málaga, Alcorcón y Cartagena en Segunda bajó durante medio año a Segunda B con el filial del Villarreal B. Su siguiente paso, a curso completo, fue la pasada temporada en Primera RFEF con el Racing de Santander. Sonrió a nivel grupal (ascenso), pero no individual (17 partidos y 2 goles). Ahora toca dar otro paso atrás, teóricamente para coger impulso.

Al igual que su compañero Carlos Abad, Jack Harper también fue decisivo en el amistoso contra el Alcoyano del viernes. Forzó y anotó un penalti, en el tanto que supone su estreno como goleador herculano. La diana no llegó vía jugada porque fue derribado en el último momento, cuando estaba solo ante el portero rival, preparado para batirle. Luego quedó en la misma situación desde los once metros. Su disparo con la zurda lo adivinó su oponente, pero no lo pudo parar.

Harper espera recuperar la sonrisa que lució en el arranque de la 2018/19, no hace demasiado, cuando se convirtió en una de las sensaciones del Málaga en la categoría de plata. Marcó cuatro goles en la primera vuelta, pero se estancó ahí. De hecho, ese sigue siendo su tope. Este curso está llamado a superarlo, a poder ser de manera amplia. Carlos y Jack son el «1» y el «9» del Hércules para esta temporada. De sus actuaciones depende parte de un ascenso.