La manera más eficaz de superarse, muchas veces, es a base de golpes. Para levantarse, primero hay que caer. En este sentido, pocos clubes han recibido más golpes que el Hércules en los últimos tiempos. Pocos han caído tanto. Sin embargo, los años pasan y la entidad blanquiazul aún no es capaz de aprender, levantarse y regresar al lugar que le toca en el fútbol profesional. 

En junio de 2012, hace una década, el Hércules esbozó su última sonrisa verdadera. El equipo dirigido por Juan Carlos Mandiá, tras acabar quinto en Liga, se clasificaba para disputar el «play-off» de ascenso a Primera División. Cuatro partidos le separaban de volver a la gloria. Sin embargo, los alicantinos se cruzaron con el Alcorcón de Anquela y, pese a no perder ninguno de los dos partidos de la eliminatoria (1-1 y 0-0) cayeron eliminados.

Ese mismo verano de hace una década el Hércules trató de construir un proyecto aparentemente ambicioso para dar el paso que había faltado. Ahí empezó el declive. La temporada empezó de manera desastrosa (2 victorias en 10 jornadas) y el rumbo apenas se enderezó para conseguir la permanencia. El año siguiente, aquel paso que se buscaba hacia delante se dio hacia atrás. El Hércules salió de un fútbol profesional al que jamás ha logrado volver. En 2022 está más lejos que nunca, a dos peldaños de distancia tras la reestructuración de las categorías no profesionales y la caída al pozo de Segunda RFEF.

Con una colección de errores y malas decisiones que han alejado más que nunca a la propiedad del aficionado, la apuesta de Enrique Ortiz este verano ha sido revolucionaria. Al menos en principio. Carmelo del Pozo no sigue en la dirección deportiva y su plaza la ocupa Paco Peña, uno de los últimos jugadores que lograron un estatus de leyenda entre el aficionado y sufridor en primera persona de la caída a los infiernos del club. En el banquillo, Sergio Mora deja paso a Ángel Rodríguez. Un técnico sin vínculos con la entidad, pero con un currículum que invita a confiar en que sea capaz de dar con las teclas necesarias para hacer un Hércules de nivel.

A partir de ahí se está construyendo el Hércules 2022/23. Se intuye un equipo de autor, hecho a la imagen de Rodríguez, que viene de ascender a Primera RFEF con el Pontevedra. Un equipo en el que los hombres estén por encima de los nombres. Y un equipo formado por futbolistas con hambre y ambición.

Unos vienen para reivindicarse tras bajar el nivel de sus carreras (Carlos Abad, Marcelo Djaló, Jack Harper...) y otros para crecer de la mano de una entidad que lleva demasiado tiempo buscando el modo de volver a ser lo que un día fue.

Diez años después de aquel sueño de Primera en el «play-off» de ascenso contra el Alcorcón, el Hércules quiere despertar de su pesadilla. El único modo de hacerlo es afrontar la situación actual, ser consciente de que la historia no gana partidos en Segunda RFEF y aferrarse al estilo de Rodríguez, un entrenador que parece tener las ideas muy claras. Ese es el primer paso para levantarse.