Un jugador más, y no uno cualquiera, por eso se le quería en Alicante ya. El Hércules confía en que el contrato de dos temporadas que convenció a Míchel Herrero el lunes, en Valencia, se termine firmando por todas las partes y el futbolista pueda ser inscrito antes del comienzo de la Liga. Si no es así, tampoco sería grave, dado que el centrocampista se encuentra en paro, con la carta de libertad, tras rescindir amistosamente el año que aún le quedaba por disputar con el Club Deportivo Tenerife.

En cuanto cristalice el acuerdo, Ángel Rodríguez tendrá bajo sus órdenes a un buen conductor de pelota con vocación muy ofensiva que, a pesar de sus 34 años, siempre ha mantenido una forma física envidiable. Míchel es uno de esos profesionales que han sabido cuidarse con un mimo casi enfermizo, rayando la obsesión.

Después de ser apartado por Ramis, el escaso tramo de pretemporada que realizó con el cuadro insular en el complejo Pinatar Arena de Murcia no le permite llegar con plenitud de ritmo al comienzo del curso, pero, si finalmente viste de blanquiazul, su acoplamiento a la rutina física será inmediato dado que ha seguido trabajando por su cuenta junto a un preparador personal de su confianza.

El jugador, que el lunes quedó convencido de la propuesta que le llevó a Valencia Peña, ayer no firmó su vinculación

Nadie en el Hércules cree que la operación pueda torcerse, pero la firma de sus condiciones laborales sigue pendiente y eso siempre abre la puerta a, como mínimo, una dosis de intranquilidad y pensamiento maledicente. Cuando Míchel Herrero confirme su segunda etapa en el equipo blanquiazul habrá consecuencias porque su perfil , al menos en lo posicional, está bien cubierto en la plantilla. Hay cuatro hombres con capacidad para ejercer como mediocentros, dos con proyección asociativa, Sandro Toscano y Sergio Marcos, y otro par con facilidad para la destrucción y la ocupación de espacios en las ayudas defensivas: César Moreno y Maxi Ribero.

Míchel aporta a estos roles, gol, velocidad de tránsito, balón parado y, no menos relevante, liderazgo, experiencia y acierto al máximo nivel de presión competitiva. Por eso Peña insiste tanto en su fichaje a pesar de que los estertores de la pretemporada han puesto de manifiesto carencias más acuciantes en otras partes del campo.

La defensa, con 6 goles encajados en apenas cuatro días de diferencia, es la más alarmante. Y no por los tantos recibidos, que también, sino porque de no haber sido por la acción brillante de Carlos Abad, la cuenta habría sido bastante más alta.

El club confía en que no haya ningún pero en el documento que el futbolista envió a su oficina de representación

Quedan dos fichas sénior libres, el secretario técnico, desde hace un mes, tenía muy claro que una sería para un hombre con las cualidades del centrocampista valenciano y la otra para un central. No es un capricho de última hora, ni siquiera una oportunidad de mercado. Peña quería recuperar a Míchel para la su primer proyecto en solitario al frente de una dirección deportiva y ha estado informado siempre de los designios del futbolista.

El responsable de armar el bloque que va a afrontar la temporada más difícil en la historia centenaria del club tiene una fe ciega en el valor añadido que inyectará su excompañero al plantel a lo largo de la temporada, pero también, sin pretenderlo, le genera un problema porque siempre existirá, si todo no sale rodado desde el primer minuto, quien sostenga que invertir un suma alta de dinero en la línea mejor dotada del equipo es una decisión a la que cuesta encontrarle trazas de sentido común, que es una apuesta de riesgo elevado.

Dos se quedarán fuera cada semana (al menos hasta enero), dos de los pesos pesados, y eso es un bombón envenenado para quien tiene que gestionar los egos en el vestuario que, por suerte, está encantado con el refuerzo de Míchel.