Todas las pesadillas tienen fecha de caducidad, sin excepción, todas, también las más reales. No volver a jugar en el Hércules era la más recurrente del joven Sergi Molina, un niño fuerte, callado, que se vestía de blanquiazul siempre que podía cuando jugaba con sus compañeros al fútbol en la calle, en el patio, en el pasillo de la escuela, durante el recreo, en el instituto. Convirtió ese entretenimiento infantil en certeza adolescente cuando ingresó en la cantera del conjunto alicantino. Allí se formó, fue importante, creció más y esperó a que le llegara su hora pacientemente.

Los focos apuntaban a Abde, a Nico Espinosa, incluso a Velázquez... pero él seguía a lo suyo. Cuando Sergio Mora le llamó para que empezara a participar en las sesiones de trabajo del primer equipo a mediados de julio de 2021, el defensa alicantino comprendió que no podía desaprovechar la oportunidad, y no lo hizo.

Debutó en la segunda jornada. Fue forzado, sí, pero fue en el campo del Intercity. Ese día solo dispuso de 5 minutos. El suyo fue un cambio práctico, uno de esos incómodos que se hizo con un solo fin: ganarle tiempo al crono en un derbi que tendrá que esperar mejores tiempos para consolidarse. Siete días después, en el Rico Pérez, fue cuando de verdad ocurrió lo que le cambió la vida. Suplió a Carlos David. Disputó 28 minutos y fueron suficientes para convencer al preparador madrileño de que debía ser titular.

"Las lesiones nunca llegan en buen momento. Las lesiones no se eligen. Me llegó justo cuando estaba cumpliendo el sueño de jugar en el primer equipo"

Lo fue 8 veces. Jugó 10 partidos en total. Y aunque terminó perdiendo relevancia en el débil sistema de contención de Mora, que lo señaló tras el varapalo en Puertollano, él seguía peleando desde el filial por recobrar el lugar perdido. En una de esas pequeñas batallas, un mal giro después de un salto, le hizo trizas la rodilla derecha. Fue tras el parón navideño. Rotura del ligamento cruzado anterior que necesitó "una plastia con tendón rotuliano vía artroscópica y una sutura del menisco externo". El tiempo estimado de baja, ocho meses. Los doctores De Prado y Ripoll le operaron el 2 de febrero y este martes, 11 de octubre, Sergi Molina ya es uno más en la dinámica de trabajo de Ángel Rodríguez. Fin del calvario. Vuelve a sonreír.

Sergi Molina, el pasado 2 de febrero, nada más ser operado en el hospital Ripoll y De Prado Sport Clinic. INFORMACIÓN

"Después de ocho meses alejado de los compañeros, trabajando solo, en el gimnasio, volver a pisar el césped para entrenar con ellos me ha dado mucha alegría. Estoy muy ilusionado. Me siento algo pesado todavía, necesito más ritmo, pero sentir al grupo cerca me da una alegría tremenda", asegura el central herculano.

"Recuerdo la frase que me repetía Acuña cuando coincidíamos: ‘Sergi, un día más es un día menos’."

"Lo peor de todo este proceso es cuando te dan la noticia. Yo imaginaba lo que podría ser cuando me produje la lesión, pero siempre esperas equivocarte. No fue así, y resultó duro, la verdad. Fueron dos o tres días muy angustiosos. Después, cuando inicié la rehabilitación, estar al lado de futbolistas que ya habían pasado por eso y escucharles hablar me ayudó bastante. Pero lo que más me empujó fue la sonrisa con la que el Toro Acuña venía cada día a pesar de todo por lo que había tenido que pasar. Después, mi familia, mis amigos, me arroparon, no me sentí realmente solo nunca", agradece el defensor blanquiazul.

"Llevo muy pocos días trabajando con los compañeros y me falta condición física para estar a su nivel, el que se espera de un central del Hércules"

"Recuerdo la frase que me repetía Acuña cuando coincidíamos durante mi rehabilitación: ‘Sergi, un día más de sacrificio es un día menos para volver a jugar. Un día más es un día menos’", me repetía. "Le veías trabajar con todas las operaciones que llevaba encima y no te podías quejar por nada. Un compañero estupendo, me ayudó bastante", reconoció Molina, que inicia ahora la readaptación para alcanzar la forma que le permite estar listo para formar parte de las convocatorias.

"Las lesiones nunca llegan en buen momento. Las lesiones no se eligen. Me llegó justo cuando estaba cumpliendo el sueño de jugar en el primer equipo, de ser parte de él. Pero hay que rehacerse rápido. Son cosas inevitables y tienes que emplear toda la energía en salir adelante cuanto antes. Lo que toca ahora es coger ritmo para que el entrenador pueda contar conmigo cuando quiera. Aún es pronto para eso. Llevo muy pocos días trabajando con los compañeros y me falta condición física para estar a su nivel, el que se espera de un central del Hércules", asume el canterano, que cree que el método que utiliza Ángel Rodríguez es bueno para sacar el máximo jugo a la plantilla.

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"Necesitamos sentir el apoyo de la grada. Todo lo que hacemos en el campo es por y para ellos"

"El míster es muy exigente, muy cercano y organiza entrenamientos para potenciar la competencia entre los jugadores. Nos exige mucho a todos y está muy encima, pero hay que entender que ha tenido una pretemporada atípica y que aún falta para que se vea todo el potencial de este equipo", advierte Sergi Molina, convencido de que el Hércules peleará por el ascenso directo con el aliento de su público. "Tienen que apoyarnos y ser conscientes de que todo lo que hacemos en el campo es por y para ellos".