Acostumbrarse a la derrota es desagradable, amarga las tardes, los lunes, arruina la esperanza de que por fin algo cambie para bien. Así es imposible crecer, dar esquinazo a los fantasmas que te persiguen, los que zancadillean sin piedad, con sumo celo, con total impunidad. Ganar se ha convertido en un lujo, una quimera, un constructo hecho de ruinas de vapor. No hay manera de levantar la cabeza porque cada vez que se intenta lo único que se consigue es un corte limpio en la yugular.

Ayer fue La Nucía quien aireó las carencias futbolísticas de un proyecto que solo se ha impuesto en un partido desde el pasado 24 de septiembre, por supuesto, sufriendo horrores. El desajuste defensivo es tan hondo que cuesta creer que se pueda solucionar a corto plazo. No funciona la contención, y cuando sucede algo así lo normal es que la caída definitiva sea simple cuestión de tiempo.

La intención de ambos equipos era clara: pasar a la siguiente ronda, pero fue Ferrando quien menos especuló con su once inicial. Eso le permitió dominar el choque en los primeros compases apoyado en la capacidad de desborde de Javi Cabezas, determinante en la banda, inmisericorde con Marcos Bravo, falto de ritmo y de fundamentos puros de lateral.

Ángel Rodríguez no solo experimentó con su formación inicial –hizo siete rotaciones– sino que dio otro giro de tuerca más al ya de por sí desdibujado sistema de posición. Contra un rival de categoría superior, deshizo el doble pivote defensivo, eliminó un centrocampista y apostó por dos referencias en la punta, alineando a Ander Vitoria junto a Harper.

La densidad de la primera parte, soporífera por la inactividad de ambos porteros, debutantes también, no se diluyó hasta el descanso. Sin velocidad, sin Alvarito (sentado en el banquillo) y con Míchel siempre lejos de la acción, caminando la mayor parte del tiempo, la profundidad no existió y fracasó la amenaza que deben suponer dos laterales con devoción atacante como Eimil y Bravo.

Un solo remate entre los tres palos en los primeros 45 minutos, uno acrobático de Villacañas, de espaldas al marco. La única tensión apreciable la sostenía la incertidumbre en el marcador. Ferrando fue el primero en pretender variar la rutina grumosa de un enfrentamiento a cámara lenta, y no fue por deseo personal o pericia táctica. Las lesiones de Toner, Adri León y Javi Martín en la primera mitad le empujaron a decidir, a buscar respuestas de emergencia en la reanudación. Halló una y fue fundamental, clave: la entrada en el césped de Josema Raigal.

El árbitro invalidó una ocasión clara de gol a Alvarito a punto de expirar la prórroga por no aplicar una la ley de la ventaja flagrante cuando se cantaba el 3-3

El extremo murciano, casi en su primer contacto, ejecuta un saque de esquina canónico. Vuelo parabólico, con peso, que llega hasta la cabeza de Fer Pina, quien, sin necesidad de saltar, con los dos pies en el suelo, remata a la red rodeado de jugadores invisibles del Hércules.

El técnico blanquiazul, expulsado por protestar minutos antes, deshizo el 4-4-2, recuperó a su única pieza de ataque productiva en la banda izquierda y, de paso, ganó un centrocampista para ayudar a Míchel y a sí mismo. Retiró a Cedrés y Ander, ninguno se reivindicó. El Hércules mejoró enseguida, recuperó la pelota y el desequilibrio exterior. En cinco minutos, Truyols y Harper voltearon la eliminatoria, el primero después de un envío medido del capitán ayer, en ausencia de Raúl, y el segundo tras aprovechar un pase filtrado del recién incorporado Sergio Marcos.

Cedrés lamenta una ocasión fallada en el Hércules - La Nucía de Copa del Rey. Alex Domínguez

Con el 2-1, se desperezó definitivamente el estadio y comenzó a empujar, a tirar de los suyos hacia arriba. Circulación ágil, efectiva, desmarques buscando el espacio, siempre dos jugadores alrededor de quien conduce... De repente, el sentido del juego se mostró creíble... similar al exhibido frente al filial del Espanyol, techo inalcanzable desde entonces.

El dominio flagrante, sin embargo, no se tradujo en ocasiones claras. Cuando eso sucede, se abre la puerta al desatino, al infortunio, al divertimento que encuentra el destino haciendo rabiar al Hércules. En una acción aislada, en otro centro lateral, esta vez desde la banda opuesta, Javi Cabezas pone un centro al área y el balón rueda perezoso sin que alguien acierte a despejar hasta que Josema Raigal lo caza, chuta y bate a Iván Martínez, fuera de sitio, a media salida, tratando de enmendar la desidia de su defensa.

A cinco minutos para la conclusión, Felipe, rebosante de energía, recorre sesenta metros para corregir el error de un compañero y evitar el 2-3. Se lanza al suelo, roba por detrás in extremis y monta un contragolpe que articulan entre Sergio, en el arranque, Alvarito y Harper. El extremo asiste al escocés, le deja solo dentro del área, pero el disparo del británico roza el poste por fuera.

Los jugadores del Hércules protestan al colegiado murciano Fulgencio Madrid Martínez. ALEX DOMINGUEZALEX DOMINGUEZ

Tiempo extra

Con una mayoría acalambrada, saturada de tarjetas, desquiciados con el árbitro los dos equipos, hartos de sol, de roces y recados en cada intento de contener ataques, se fueron consumiendo los minutos de una prórroga combativa, copera, con todas las líneas rotas, desaliñadas. El halo de los penaltis se extendía por el césped seco y áspero del Rico Pérez hasta que Truyols, saliendo desde atrás volvió a equivocarse en el pase siendo el último hombre en el carril central y dejó a su equipo a merced del adversario... como en Formentera.

El balón termina en la bota del extremo muleño, que arma de inmediato la pierna, sin apenas oposición, haciéndose gigante en el hueco creado por el destierro del central blanquiazul y bate a Iván Martínez por su propio palo. El joven guardameta no tuvo respuesta porque todo ocurrió muy rápido. De nuevo asomados al desastre por demérito propio, por omisión de aprendizaje, por tomar malas decisiones y dar excesivas facilidades al primero que se pone delante.

Romera cerró la goleada en fuera de juego al culminar la contra posterior a que el meta blanquiazul subiera a rematar a la desesperada un saque de esquina

La grada, en vez de claudicar, de rendirse ante la montonera de errores no forzados, lo siguió intentando. Su rugido airado se dirigió contra un colegiado con tendencia a equivocarse. En una de tantas decisiones cuestionables, acabó de enardecer al público... harto ya. Raúl Ruiz, en la misma posición que le redescubrió Sergio Mora el año pasado, firmó la mejor jugada del partido, una individual en la que fue driblando a todo el que le salió al paso hasta alcanzar la corona del área.

A su derecha, Alvarito, que le acompañaba en paralelo, le facilitó el pase con una diagonal hacia dentro desde la banda. El alicantino intuyó su movimiento y asistió con precisión justo antes de que le derribaran. El cuero llegó manso al madrileño, que se quedó solo delante de Jaume Valens y marcó el que hubiera sido el 3-3. Lo hizo una décima de segundo después de que el árbitro, en un delirio indescifrable, renunciara a dar la ley de la ventaja y beneficiara al infractor dando prioridad a la falta previa en vez de al tanto.

Raúl recibe la falta del exherculano Mariano Sanz, de nuevo muy motivado contra su antiguo equipo. ALEX DOMINGUEZALEX DOMINGUEZ

El Rico Pérez explotó cuando Josan Romera cerró la goleada en fuera de juego beneficiándose de la subida desesperada del portero del Hércules para rematar un córner muy mal resuelto. De hecho, los compañeros no se percataron de su llegada y sacaron antes de que él pisara el área. En ese instante, con el guardameta local en tránsito, es Ángel López quien se adueña del balón suelto y echa a correr. Junto a él, ligeramente adelantado, corre el lateral de La Nucía. 70 metros de conducción sin mirar atrás hasta que finalmente le llega la pelota en posición ilegal, y consuma la eliminación de la Copa del Rey de un proyecto envuelto en pena... otro... puede que el mismo de siempre.